martes, 13 de mayo de 2025

TENIENTE DE NAVIO

Cuando el día despunta, me llega la noticia de que Gracia, ha empezado a caminar ayudada por sus muletas. Imagino verla y que no se crea que el milagro haya sido posible y ahora contemple, como todos, que la tierra es para pisarla, andarla, marcarla con nuestras huellas, pero nunca para reptar y arrastrarse dejando tras de sí una estela de fricción a modo de condena y dolor de la existencia. Sus pisadas ahora serán torpes, incluso también difíciles, pero irá ganando firmeza, porque Gracia es fuerte y la sostiene su mamá y la amparan todos sus amigos. Seguro volverá a la escuela, pero de otro modo, transformada, como un día hicieran los magos de oriente, como otro día hicieran también los discípulo de Emaús. Seguro que nunca olvidará que fue un via crucis, el acontecimiento que la redimió de su postración. Gracias a los padres de Grimarí, Abraham y Gladimiro por hacer posible la superación de este calvario.


El día continúa con rostro de mujer. Una teniente recién llegada para su estancia de un año en esta tierra al servicio de todos esos valores que tanto necesita este pueblo y sus gentes. Fue bien precedida y mejor anunciada por otra teniente también con la que no pudimos tener tristemente mucho trato a cuenta de las circunstancias. Ella ya se regresó a su país después de una estancia similar. Ambas comparten nacionalidad ecuatoriana. El caso es que, usando términos militares, "mi teniente", en apenas unos pocos encuentros que hemos tenido, ha superado y con creces lo que sobre su persona anticipó su compañera. Tenía que hacerme entrega de un envío que desde su país le hacían llegar a su compatriota y amigo mío el Padre Gladimiro. Una mujer joven, jovial de espíritu y seria en el ejercicio de su profesión. Sabe quien es, lo que representa y cómo ha de estar en cada circunstancia. Su personalidad cautiva admiración, al menos es la experiencia de mi breve trato con ella. Hemos compartido momentos en su residencia junto con otros compañeros de Argentina, Perú, Honduras, Uruguay, Brasil, Bolivia, Jordania.... Hemos disfrutado también de algún encuentro con los misioneros combonianos. Irá destinada a una base donde convivirá en el contingente con Nepalies, Pakistanies,  Banglasdesíes y Ruandeses. Todo un reto que forjará aún más su médula castrense. Aprovechando sus últimas horas entre nosotros antes de incorporarse, hemos disfrutado de diversos momentos donde las vidas se abren y comparten, a partir de ese humus interior que  nos ganamos a pulso de los otros: la confianza. Ese terreno cuasi sagrado siempre por estrenar, por explorar. 

La verdad sea dicha, acercarse en esta pascua a diversos contingentes me ha hecho descubrir con frescura, ya lo dije con respecto al Burundés de Grimarí, su base humana, acercarte a sus personas como también lo somos cualquiera de nosotros. Ellos visten uniforme y entre los trazos de mimetización destacan los colores de sus tierras y orígenes. Otros vestimos clerygman, pero debajo estamos siempre cada quien. Llenos de ilusiones y cansancios, miedos y logros, con entornos y familias, situaciones particulares y genuinas que así nos tallan también a cada uno. En este caso y con emoción compartió su inmediato proyecto, más importante incluso que el profesional,  el vital de contraer matrimonio dentro de unos meses. Hombres y mujeres de carne, hueso y espíritu que también se juegan todo por los demás y todo de igual modo por aquello que debe garantizar una sana vida común. Hace apenas unas semanas fueron de nuevo objeto de emboscadas con el fatal resultado de alguna muerte.


Hemos tenido la suerte de irnos conociendo, irnos abriendo a este mundo de Naciones Unidas y acercarnos paso a paso a personas, estrechar manos en despachos, escucharnos y así el mutuo conocimiento ha producido la ayuda pertinente en aquello necesario para trabajar, Sobre todo nos hemos ganado el respeto y admiraciones mutuas por las vocaciones desempeñadas, que aún siendo diferentes, tienen como destinatario final siempre a las personas. 

Pero de esta mujer me quedo con sus horizontes,  en los que intuyo hay tanto de mar como de cielo, esos que la han llevado a través de mares y océanos a trabajar antes en otras misiones en el Sáhara o en Egipto. Toda singladura es una perfecta parábola de la vida que te hace tomar conciencia de tu frágil pero útil presencia en medio de la inmensidad del agua. Partir y dejar atrás patria y familia, para hacerles un hueco en el pasaje y así acompañarte en aguas enfurecidas, tormentas, días de calma chica o noches donde la luna reposa en el manto negro por el que surcas. Aferrarte a una foto, un objeto, un recuerdo, unas letras,... como talismán y sacramento de un amor que es más fuerte que cualquier amenaza y distancia, porque es una vocación, un quehacer.  Y todo ello con la esperanza de tocar un día puerto de destino para después de cumplida la misión, retornar al que un día te despidió, te confió y te ha acompañado de tantos modos, ese que se ha dibujado también en miradas vidriosas, lágrimas del alma. Así imagino sea la vida de un marino, su vida. Todos somos de algún modo grumetes en este periplo que es la vida. Es de agradecer que en alguna ocasión, como la presente y paradójicamente en el interior de este continente, en el corazón del África, en tierras sin mar, nuestros cuadernos de bitácora se llenen de nombres que nos permitan acariciar con compartida intensidad nuestra propia condición.


Hacernos entrega de una insignia, una bandera, una medalla, es en sí hacernos inmerecidamente partícipes de todo lo que cabe en el petate de la vida de una persona. Hacernos llegar el agua a la misión es un modo claro de llenar nuestras vidas de aquello que precisamos para vivir y de igual forma paras ayudar a vivir. a otros. Cuando se tiene el corazón lleno de horizontes,  con ul noble y elevado sentido del deber, como "mi teniente", el navío llegará siempre a buen puerto, porque se ha ganado el respeto de las olas y el reconocimiento de la tripulación.   

1 comentario:

  1. Gracias nuevamente por tan generosas palabras padre Chus! El sentimiento de admiración, respeto y cariño es recíproco; pero más admiración la tengo yo por usted y por todos los misioneros que he tenido la grata oportunidad de conocer en este tiempo, momento y circunstancia que me dio la vida!

    Hay que reconocer y agradecer la entrega total y al 100/100 de todas y cada una de sus actividades y las del grupo de misioneros en general que se encuentran en RCA, su labor es incalculable! Sigan adelante 👏🏽

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