Fue Corpus de hace dos años, un 11 de Junio cuando puse los pies en este pais. De nuevo y sin pretenderlo ha sido también en dia de Corpus dos años después, hoy 22 de Junio cuando salgo de él. Hay una diferencia. Entonces celebré la Eucaristía sólo acompañado por el obispo, hoy ha recrecido la comunidad formada por amigos, fieles de Mbata, jóvenes scouts y militares españoles de la EUTM. Representación de lo que ha sido mi ministerio en este breve tiempo aquí. Lo dejo con el corazón lleno de rostros y vivencias, repleto de personas que forman ya parte de mí para siempre de un modo u otro. A muchos, seguro no veré ya más. Con algunos, quizás coincidiremos de nuevo, por eso de los caprichos de la vida. Con unos pocos, seguro, seguiremos viéndonos con alguna frecuencia. No podré olvidar nunca los esfuerzos hechos en estas últimas jornadas por Belfort, Maxim, Romarick, Mario, Didier, Tyzo, Yaya, Taffon,....y el pobre Kevin que se hizo kilómetros en moto sólo para darme un abrazo antes de entrar en la puerta sin retorno del aeropuerto. Son conscientes de que vivimos mundos diferentes y están agradecidos de que, aunque sólo haya sido por un tiempo, hayamos cruzado las fronteras de la desigualdad sobre todo y hayamos compartido una misma vida, los que la tenemos de modo muy diferente. Supervivencia para unos, oportunidades para otros, pero una misma vida. Así de injusto es este mundo lleno de fronteras y barreras artificiales que han logrado pasar de la imaginación a determinar la triste realidad de hacer de un mismo mundo un espacio separado y distinto, según dónde hayas nacido. Un año y medio lleno de experiencias preciosas, de retos, de interrogantes sin pregunta, sí de contradicciones quiero decir, de rebeldía e impotencia pero sobre todo de auténtica humanidad.
De todo ello me quedo con las visitas a las capillas y allí el acercarme a las casas del poblado, católicos y no católicos por igual. Visitando enfermos y recibiendo de ellos la caricia de una apenas mirada de gratitud y sorpresa, que en algún caso sería el mejor regalo antes de su muerte. Ilusiones de jóvenes, como Romeo, joven catequista en Dongo-Boyoba, quien deseaba fuera yo quien lo casara a él que ya había hecho sus deberes antes de ello y quería ponerse a bien con Dios y en Iglesia. Cómo corría, estuviera donde estuviera, cuando escuchaba el motor de la Toyota y salía a mi encuentro en la carretera. Venía agitando su gorra o su camiseta para hacerse ver y que me detuviera, aunque fuera sólo un instante y estrecharme su mano. Tras él, siempre un grupo de jóvenes y niños que siempre me sacaban algo para si beneficio. Un caramelo, una bolsa de algo que compartir. No sabían que sus sonrisas eran para mí el mejor don y que no podré olvidar aquel día de lluvia en mis primerizas que un palo infame en los bajos del coche hizo que la música y ritmos habituales del motor se tornaran ruido de avería. Ellos al punto, debajo del coche, rebozados de barro ni me dejaron salir y resolvieron el problema. Apenas yo me moje fruto de mi ventanilla bajada. Me parecía que aquella incesante y fina agua que a ellos limpiaba de tierra, a mí por el contrario me manchaba... Mo yeke bwa ti é! Tú eres nuestro Padre, me decían. Todo me parecía apenas nada para compensarles ese sentimiento.
Fueron capaces incluso, de buscar y donar un terreno diferente para la iglesia, cuando por diversas circunstancias la antigua capilla de Ste. Anne, hecha de ramas, no tendría viabilidad futura. La alegría de la comunidad de St. Martin de Porres en Bobúa. La organización de St. Rafael en Bokanga. La acogida cordial siempre y el compromiso de Ste. Marie mère de Dieu en Bangui-Bouchia. La pobreza extrema de Ngbokia. Senga y Bouchia con ese sueño de rehabilitar la que fue la primera capilla construíia en 1927. Mokinda y esa particular vitalidad en la pequeñez pero la autenticidad de las comunidades de Wamba. Escenarios y personas a los que me he acercado de la mano de Mario, de Yves, de Mathïas. Vidas que han entrado de lleno en el corazón y ya nada ni nadie las arrebatrá. Y ya en casa, Nadget, Audret, Frank y Olivier. Con elos he aprendido a ser patrón y a equilibrar trabajo y justicia con la generosidad. Yaya Emiliano, soeur Julienne y mamá Beatrice,.... nombres, personas, experiencias, vida compartida, inolvidable.
José Antonio, Romeck Juan, Manuela, Gabriel, Gladimiro, Everaldo, hermanos entrañables en IEME, Fidei donum, San Vicente de Paul y Maison Comboni. Ya en Bangui Maria y Blaise por un lado, Alma, Javier, Mª José de MINUSCA, el coronel Cervantes, Ignacio, Marcos, José Luis y resto de compañeros de la EUTM RCA por otro. Decíamos en la Eucaristía de este domingo, que Dios es sobre todo encuentro. Se ha encontrado por amor con nosotros en Jesús y nos llama a encontrarnos como hermanos los unos con los otros. No sabemos ni cómo, ni cuándo, ni con quien, pero es un gran regalo reconocer esta acción divina que se torna siempre fiesta con apenas nada que es en realidad todo: un poco de pan y un poco de vino. El dónde si lo sabemos, aquí y ahora, donde late nuestro corazón, allí está este nuestro tesoro. Sacramento de vida, signo de amor y de una presencia siempre significante y comprometida, transformadora de humanidad, bien en programas de formación, en proyectos o en evangelio, pero todos estamos llamados a vivir este encuentro saludable y lleno de vida. De Corpus a Corpus, a pesar de noche oscura también, no puedo si no dar las gracias por tanto recibido desde aquí y en distancia de familia y multitud de amigos. Ahora toca descansar un poco, que no olvidar, al contrario, buen momento para colocar de nuevo todo en el lugar que le corresponde. Para mí la canción del verano será "Singuila mingi!" un tema interpretado por todos y cada uno de los aquí citados, sostenidos por un coro ingente de quienes hacen que el Corpus no sea sólo un día de fiesta cuanto un estilo de vida cotidiano. Este tema y estas vidas compartidas se pueden cantar como un himno semejante al Pange lingua.
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