domingo, 15 de septiembre de 2024

SORPRESAS EN LO COTIDIANO

Nunca habían podido pensar que esta golosada esponjosa y blanca fuera el resultado del ofrecimiento generoso de cada grano de maíz que, hasta hoy, sólo sabían era la comida predilecta de los pollos. Así, con una fuente enorme de palomitas de maíz, despedí a los seminaristas de la parroquia tras la misa del domingo. Vinieron a buscar la bendición y nada mejor para acogerles que compartir lo que los mayas comprendieron como fruto de sus divinidades. Además de salir bien, no quedó ni el más remoto signo de su agradable presencia entre nosotros. Mientras las elaborada al fuego, Ben me miraba con ojo atento y sin perder detalle. Chorrito de aceite, puño de granos y cacerola tapada.  Al poco tiempo comenzó la fiesta del “pim-pum” que arrancó de su rostro una amplia sonrisa de joven con aún corazón de niño. Tras una animada conversación, les hicimos entrega de un rosario e hicimos juntos la oración del jubileo de la evangelización de este país, que celebra durante este tiempo sus 130 años de evangelio por aquí.

Compré en Bangui una olla a presión turca, de aquellas de las que fuimos testigos de niños, con válvula bailarina en medio de una aromática atmósfera. Aquellas que cautivaban nuestra mirada en aquél giro incesante fruto del vapor. Hoy la he puesto con, unas lentejas, que también compré en Bangui. Ni que decir tiene que semejante artificio en la cocina también es el objeto de admiración de Audret, la mamá que nos cocina en la misión y que nunca pudo sospechar tendría tanta tecnología al fuego. Mientras estoy escribiendo esta entrada y su reciente bebé permanece en un improvisado parque infantil de barreño lleno de ropa, se percibe el inconfundible sonido de la misma y de igual modo el olfato delata que son lentejas aderezadas con un milimetrado gasto de la roja vianda zamorana traída de casa hace apenas una semana. 

He recibido de mi querido primo Tomás, el podcast de su programa en RNE en el espacio “círculos concéntricos” del 15 de setiembre. Una gozada escucharle, un creador es un transgresor que va a tientas. Me encanta su hondura. Siempre le he dicho me gusta más su poesía que aquella novela que acarició el éxito literario. Me encanta su mirar a lo pequeño, su preocupación por lo cercano. Ese guiño constante en sus escritos a la filosofía, a esa capacidad por dar que pensar con su poesía. Esa apuesta por la validez de los sentidos, esa actitud crítica, en su auténtico significado de despertar permanente de todo aquello que somos y  de aquello también que nos rodea. La vida secreta de las palabras, el sigilo de la poesía, la tranquilidad de una vida tejida por la paciencia y las habilidades… ¿Qué puedo decir? Que escucharle me ayuda a respirar hondo y en esta acción percibirme, antes de nada, como humano, demasiado humano también. El lenguaje como ese estado natural en el que lo onírico sostiene la mecánica de la realidad... Para mí, en verdad, todo un mundo sugestivo dado que sobre todo soy hombre de la Palabra.  De cuando en vez conviene este ejercicio del espíritu, avezado en ocasiones por el poeta, que te permite entrar en ti mismo, tus silencios y oscuridades para descubrir con más avidez lo nítido y auténtico de tu sustento existencial. Es toda una pirueta del Espíritu que hace bien al hontanar de nuestro ser. 

Más prosaico, tras este instante de íntimo buceo, resulta el balbuceo de cabra que escucho y que denota que algo ha pasado a pesar de que los gatos dormitan como si tal cosa, acurrucados en una confusa mata de familia acurrucada al abrigo del sopor. El día que comenzó despejado y soleado, comienza a cubrirse de nubes llenando el espacio de ese tono etéreo de ceniza que barrunta el destino inexorable de esta tarde. 

El valor de lo cotidiano está en estas cosas, el que no pasen inadvertidas las palomitas, las miradas, la marmita, el cielo, lo que nos circunda  y sobre todo…. las palabras, esas que ahora no salen de nosotros, más al contrario, entran hasta lo más profundo de lo que somos con la única finalidad de hacernos bien, hacernos vivir.

2 comentarios:

  1. Gracias, Jesús, por las intimas emociones que trasmites através de las pequeñas cosas que nos escribes.

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  2. Eres lo más.
    Esas gentes tienen muuuuucha suerte de tenerte cerca.
    Un abrazo

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