De ese modo denominan los etíopes el día del año nuevo. El 11 de setiembre comienza el calendario copto que se rige por el antiguo cómputo faraónico. Un año de 13 meses que les hace estar a día de hoy en el año 2017. De ello me he enterado en Addis Ababa, al hacer escala desde Madrid a, de nuevo mi destino, Banghi. Guirnaldas de flores amarillas por todo el aeropuerto y ya al subir al avión, un recibimiento de las azafatas con el sari blanco aderezado por un motivo floral verde bordado en oro y un elegante tocado de una hermosa y vistosa flor amarilla. Nos han ido obsequiando con un detalle de una pequeña cajita decorada al efecto y que atesoraba un par de bombones El viaje, a pesar de ser largo, ha resultado muy agradable, un viaje de retorno que supone de nuevo un comienzo, tras un tiempo vacacional en casa. Un “año nuevo” que comienza con un poquito de experiencia tras mi acercamiento a esta realidad durante el año pasado. Un año lleno de ilusión y ganas por adentrarme más de lleno en este mundo, esta iglesia y estas gentes.
Estos dos meses en casa han servido para revisiones médicas, de resultados satisfactorios y sobre todo encuentros. Encuentros con el IEME, familia y amigos. Encuentros en los que he percibido el cariño y el compromiso de no pocos. La calurosa acogida familiar, (con esa fantástica reunión primada), la fraterna hospitalidad de mis hermanas Dominicas de Toro, los diálogos con amigos, llenos de inquietud y ganas por saber cómo es la vida, cómo ha sido mi vida por esas latitudes. Para unos ha sido un encuentro a pie de calle, para otros con una cerveza por medio (Godo y José María), para otros una mesa… en cualquier caso todos fructíferos y sólo con una pena por aquellos que no se han podido realizar y que deberán esperar a la siguiente ocasión, por lo cual les pido perdón. Encuentros privados, como con el Obispo, con Tomás, José, José Miguel, Bernardo, Tere, Pepe, Juan Luis, Enrique, Macario…con las comunidades del Amor de Dios, Hijas de la Caridad, Misioneros del Verbo Divino, Sofías y Carmelitas. Encuentros también con familias de las que formo parte como alguien allegado y querido, Maria José, Charo-Carlos, Sonia-Jose, Fina-Pepe, Araceli-Jose, Angelita-Aurelio, Teresa-Coco, Gabi-Oliva, Rober-Mónica....... Visitas a compañeros y amigos, algunos que han sido misioneros antes que yo y otros enfermos, Pedro, Fernando, Carlos, Eleuterio.... Encuentros de ventana abierta como el brindado por TV Zamora. Todos preciosos, precisos y muy grandes. Ya digo que sólo me embarga la pena de no haber tenido más tiempo para estar con aquellos que, queriéndoles mucho, no he podido hacerlo ahora, muchos amigos y muchos de familia sobre todo de la sierra salmantina donde están mis gérmenes paternos.
He podido realizar los compromisos que tenía, tanto familiares (boda) como de otro tipo (campamento Jamscout, boda de alumnos, fiesta de la Virgen del Canto). He podido sentir la fuerza de la tierra que acoge a quienes sin irse del recuerdo he ido despidiendo en esta vida. Visitar la sepultura de mis padres y familia en Alcañices, también la de Mons. Uriarte en Frúniz. Visitar al discípulo, apóstol y peregrino Santiago. Y siempre de la mano de buenos amigos como Montse, Agustin, Carlos y Carmina...
Todas estas experiencias son también parte necesaria de la misión, sentir tus raíces te permite crecer donde ahora estás sin olvidar quien eres y dónde están tus orígenes. Este tiempo es como el reverso cordial que sostiene a un anverso de entrega y testimonio, que no es mío, no me pertenece si no que es de todos.
Y ya de regreso aquí, poner los pies en esta tierra del sueño de Dios en el corazón de este continente, e llena de nuevo de emoción y agradecimiento. El cielo me recibe con su expresión destilada que perfuma, fecunda y refresca esta porción de tierra. La ciudad lo hace también a su modo con su bullicio e incesante vértigo de idas y venidas de unos y otros que deambulan en este, siempre cotidiano vital, que sólo se ve irrumpido por una explosión tras nuestro coche cuando circulaba por la Avenida de Boganda hacia le “point Zero”, itinerario escogido por Jacques, el chófer. Nada grave, ha sido un neumático del coche que nos sucedía que ha reventado haciendo que los soldados que llevaba saltaran al suelo y todos tomaran posiciones a la defensiva. Buena puesta en escena que me permite tomar ya conciencia que he llegado, he vuelto de nuevo a un mundo lleno de imprevistos donde lo cotidiano posible (un reventón) puede ser innterpretado como amenaza. Donde la vida fluye y se abre paso como ese inexorable deseo de hacerse presente en medio de toda esta vorágine de coincidencias, con el único pretexto de prevalecer por encima de todo. Nzoni gango be Afrika! (Bienvenido a Centroafrica).
Con gran alegría he vuelto a leer las andanzas de tu regreso a la misión, que la Iglsia te ha encomendado. Los días anteriores he buscado la reanudación de tus "comunicaciones"; ya me siento satisfecho. Recibe un fraternal abrazo de José Maria y también mío. Que la Providencia te acompañe.
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