viernes, 6 de junio de 2025

SEÑALES EN LA NIEBLA

Son raras las excepciones que destacan sobre la generalidad de un carácter, el centroafricano, que más allá de una actitud pedigüeña y de estar mirando al sol esperando a que alguien haga algo de interés de lo que beneficiarse, no hagan  en definitiva nada.  Es cierto que que hay versos sueltos, libres  y responsables que afrontan contra viento y manera, otro modo de vivir. Ejemplos he tenido en este tiempo con ellos. Pancrace y su vocación, Grâce y su rehabilitación, Beaufort y el fútbol, Roland y su empresa de diseño gráfico, Jocelyne y su formación para la administración y con un proyecto de vida a contracorriente a lo establecido... gotas de agua en un mar salado de una sociedad que se contenta con cualquier cosa y si es poco y sin esfuerzo, mejor aún. Hace pocos días visitando el Centro Don Bosco, preguntaba al hermano David, un salesiano gabonés, por qué si forman tan bien..... después nos cuesta encontrar buenos profesionales en el mercado laboral. Me decía que el ADN de este país es de un nivel de exigencia muy exiguo, una gran conformidad con los resultados de cualquier manera,  "chapuza" diríamos nosotros, y eso sí cobrar bien, como si el resultado fuera brillante. Es el cáncer de la excelencia, una sociedad que se limita sólo a cubrir el día, sin aspirar a nada más por propia iniciativa. Si les viene dado, pues lo exprimirán como una naranja y después de acabada la última gota, a esperar de nuevo otra oportunidad venida del cielo. La mediocridad es el enemigo del progreso y la dignidad. Arreglé dos motos Yamaha, que yo mismo utilicé. Después de unos meses en la misión, las encuentro de nuevo arrinconadas en el garaje porque... dejaron de funcionar. Nadie se preocupa de tener las cosas al punto. Me diréis, es un concepto un tanto pesimista de esta sociedad. Creo que es real y que sólo las excepciones nos animan a soñar que otro modo es posible.  Hoy quiero destacar a unas de estas excepciones que son el resquicio para poder esperar un cambio en esta sociedad.

Estas líneas van dedicadas hoy a un trío que son en realidad cuatro, con ese guiño abierto a que hay, seguro, más. Son  Jean Marie Vianney, Taffon Offon Behanzin, y la pareja de jefes scouts formada por Didier et Tizo Sympathique.

Jean Marie, siempre firma como Yaya. Es un joven de M'bata, alumno del Instituto Pedagógico Papa Francisco en M'Baiki. El único de su promoción (38) que ha continuado estudios superiores en la Universidad, en Bangui. Un joven que no falsificó los papeles para cursar allí estudios, como sí hicieran 9 de sus compañeros. Un joven que tampoco formó parte de ese gran grupo de 16 que no superaron si quiera la media mínima académica exigida. Aunque unos y otros, todos, fueron reconocidos con sus diplomas. Yaya era de ese grupo de alumnos que sabían a lo que iban y que por el contrario no se conformó con incorporarse a la escuela ya y ha preferido invertir aún más en su vida y formación. En febrero me hizo sabedor de sus resultados óptimos. No tuvo reparos en participarme de su patinazo en una asignatura, de la que se examinará en Setiembre. Un sistema educativo loco donde en un año cursan 40 asignaturas y cuyos ciclos son de tres años. El pasado domingo estuvimos juntos de nuevo y me comentó de igual modo su exitoso final, a pesar del infernal sistema. De igual modo me comentaba que se quedará en la capital para trabajar en algo y sacar medios con los que afrontar el nuevo curso. No quiere volver a M'bata porque allí el ritmo de vida de sus amigos, entre la kangoya y el "rien faire", simplemente le romperían el ritmo adquirido en este tiempo. Un joven con sueños y aspiraciones y entraña de educador al que ayudo, porque merece la pena.

Taffon es de Bangui. Estuvo en el noviciado franciscano y de allí pasó un año como candidato a seminarista residente en la parroquia de la Safa. "Estagier" dicen aquí. Ahí le conocí. Me llamó la atención su cuidada educación y trato con todos, también conmigo. No en vano antes de ir al noviciado había cursado primer curso en Diplomacia en la universidad. Dio el paso al Seminario a filosofía y en setiembre se incorporó en Camerún al Seminario en Bertoua. En diciembre y tras unos meses de discernimiento, comprendió que no era para él esa vida y fue valiente el desandar su paso y volver a la universidad, en este caso a Derecho. Inteligente, despierto, no por ello está exento de las contrariedades de la vida. Huérfano de padre y madre, vive con los cuatro hermanos que aún residen en el hogar familiar, de diez que son en total. Un joven responsable y exigente. Posee un fe madura y es consciente de que su vocación es la de consagrarse a la justicia y con ello servir como buen cristiano a la sociedad. Su afabilidad y confianza no mancillan el respeto en el trato conmigo. Me habla con sinceridad y con ilusión, con los pies en la tierra. Otro joven al que ayudo, porque él podrá también cambiar el futuro de esta sociedad.

Didier es enfermero en el dispensario de Centre Palma y Tizo, en Kapou, suministra productos a las pequeñas tiendas de los poblados. Ambos son jefes scouts y saben que serlo es otra cosa muy diferente de lo que comúnmente se estila por estas tierras donde se contentan con aparentar ser alguien diferente al resto sólo por el hecho de lucir una camisa y un fular, y si encima desfilan, eso les da un halo de autoridad  sobre los demás. Saben que ser scout es otra cosa muy diferente y han de luchar contra molinos de viento, fantasmas en definitiva. Han de vencer a esos que ya entrados en años quieren controlar con su inacción todo atisbo de cambio o novedad. Son cercanos y sensatos, sinceros y entusiasmados con su trabajo profético. En mí han encontrado apoyo y estímulo y quizá sean ellos los que puedan cambiar el chip de tantos niños y niñas, jóvenes que anhelan ser scouts en verdad, no con barnices perversos de paramilitares.  

Estos son algunos ejemplos de algunos náufragos en medio de esta mar revuelta que como la hormiga y la cigarra, se ríe de aquellos que se afana, se esfuerzan, se exigen, se privan, cuando lo más divertido es abandonarse  en brazos de lo fácil.  Son quizá pequeñas semillas que hay que acompañar y regar para que puedan crecer sin desesperar y se ilusionen con su modo de hacer, su forma de vivir. Que sus presencias en la educación, la magistratura, el contacto con las generaciones jóvenes pueda ser el comienzo de otra sociedad a la que sobran programas  en papel y hacen falta, precisamente, lo que ellos representan, modelos que vivan con valor y decisión los principios que dan sentido a sus vidas. Esto forma parte también de la misión. 

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