miércoles, 28 de mayo de 2025

EVANGELIO DE CADA DÍA

Estos meses, allí en primavera, aquí despiertan el instinto. Gallos cantarines hasta la saciedad. Gallinas acosadas por doquier a la par que con sus cantos preconizan la puesta en sitios inverosímiles en verdad. De los cabritos ya no hablo porque bufidos y gemidos son la música que ponen a sus carreras con la pretensión de acorralar a las cabras. Ayer me sentí todo un héroe al salvar a una joven cabra que ha sido mamá hace sólo unos unos meses, de volver a comenzar de nuevo el ciclo de la vida. Atamos al macho y él fue muy quien para liberarse destrozando la soga. Los patos están igual. Mamá pato con sus polluelos ha tenido que ser resguardada de papá pato en el gallinero. Observándolos te das cuenta de lo irracional del instinto, al punto de hacerse hasta indeseable. Por contra las hembras han desarrollado diversas habilidades para protegerse. Todo un canto a la naturaleza y a su fuerza arrolladora. Los maíces que hace quince días plantó Michel en la cuneta, apenas cuarenta plantas, ya son más altos que yo. Así es aquí madre naturaleza. Imagino que las gentes de aquí son un poco también el resultado de esta inercia que lo invade todo y donde la razón se abre paso con no poca dificultad en medio de todo este panorama.

Recibo con emoción noticias de Grâce, la niña del viernes santo en Labamba, a quién la cruz ha levantado de su postración. Operada ya de sus dos pies zambos, me envían el video de sus primeros pasos por las paralelas. Su caminar vendado es decidido y firme sostenido por una amplia sonrisa que ilumina sus ojos bonitos llenos de esperanza y de futuro. Una vida rehabilitada por un encuentro milagroso, un encuentro evangélico, como el del ciego de nacimiento, como el del paralítico de la piscina, como el tullido de Cafarnaúm. También podríamos añadir el de la niña de Labamba. Se encontró con Jesús, quien la distinguió entre la multitud como a la hemorroisa. Se fijó en ella. La buscó y visitó en su propia casa, como a Simón y Zaqueo y anunció la salvación de su vida y entorno. Como a la mujer en aquél cruce de caminos le dice que no hay condena alguna, que sólo hay nueva oportunidad, que el pecado no es original, lo que es original es el perdón y la gracia y que hay que aprender a escribir en futuro. Jesús la ha tomado de la mano y la ha puesto en pié frente a Él, la ha mirado y amado al punto de fundirse en sus amplios y claros ojos y ha hecho que su mirada sea aún más profunda, más sincera. Me escribía Sagrario diciendo que nunca olvidará ella ese encuentro lleno de salud y salvación. Seguro que Jesús tampoco la olvidará jamás y será la actualización de todo milagro diario. Me escribía José Luis también diciendo que, sólo por eso le ha merecido la pena a Jesús salir al camino y adentrarse lejos, en el corazón del mundo. Sí, es verdad, Pero este gesto no es si no una pequeña prueba de que cada día hay infinidad de encuentros, de oportunidades de parte de la providencia. Multitud de miradas y gestos que milagrosamente salvan. Y ello pone en relación al que salva con el salvado. Esta es la quintaesencia de la misión, el encuentro, el amor, la salvación. Es Él mismo el que en estas ocasiones nos dice  a nosotros: "¡si quieres, puedes!". Es Él, en la discreción y lo concreto de cada jornada. No hacen falta muchos proyectos, tampoco protagonismos, basta cercanía sincera y una mirada particular.

He de confiaros que estoy feliz, contento de que fruto de la casualidad, incluso podríamos decir como consecuencia de un pecado de envidia y de falso testimonio, Él ha hecho obras grandes. De no haber sido esto... Labamba no podría ni ubicarla en un mapa. Sólo puedo decir que estoy feliz porque se cumple aquello de que cuando el hombre cierra una puerta, Dios siempre abre dos. Estoy feliz. Me dispongo a ir al aeropuerto a recoger a José Antonio, que vuelve después de casi un mes en casa compartiendo con su familia elk acontecimiento de los sesenta años de matrimonio de sus padres. Y en la espera me encontraré con quienes ya me conocen y solicitan de mí ya no llevarme las maletas o cualquier otra cosa, si no sólo que les estreche la mano, les dedique una mirada, una palabra, un comentario de la vida, algo que en definitiva les permita ser reconocidos y valorados. Tengo experiencias muy bonitas en este sentido, aquí, en el PK5, en los grandes supermercados de los libaneses. A veces sólo necesitas para evangelizar eso, pararte, fijarte, mirar, dedicar unas palabras y un gesto que rompa tanta dureza de trato y les rescate del anonimato de ser simplemente uno más a ser alguien que es reconocido por alguien.

La cercanía es esa actitud que manifiesta que de verdad los demás te importan y te hacen parar en medio de tus prisas e intereses. La cercanía consiste, creo, en mirar como Jesús y hacerlo cada día. Esa actitud tan divina y humana que conmueve a tantos voluntarios, por ejemplo en Madrid, que al estilo de san Vicente y de la mano de sor Antonia y otras muchas, se acercan a tantas vidas invisibilizadas por el ritmo de la ciudad. Ellos también escuchan y levantan a fracasados, migrantes, descartados, cansados, enfermos necesitados simplemente de ser mirados, ser tenidos en cuenta, ser amados. Que la historia de Grâce les pueda animar a levantarse de nuevo y caminar. Esa es la verdadera clave del Evangelio. Eso es vivir en salida y en misión. 

1 comentario:

  1. No hay más satisfacción que el deber cumplido! Usted y Esa pequeña se encontraron en el momento justo y adecuado! Usted para ayudar y ella para ser ayudada! Su sonrisa vale todo! Muchas gracias a todos quienes hicieron posible ese milagro!

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