Estando en la tienda de Hazam, recibo la llamada de Savio. Savio es el rector del postulantado de los combonianos en Bangui. Un brasileño jovial y cercano al que le han confiado esta importante labor. Me solicita si mañana podría sustituirle y celebrar la eucaristía con los jóvenes aspirantes y estudiantes. La celebración será a las 06:00. Imagino sepa llegar, porque sólo he ido una vez y ésta entre dos luces al caer de la tarde. Salgo de casa también entre dos luces, pero éstas de amanecer. El camino es difícil, no por la carretera en sí, que ya conozco, cuanto por la cantidad de motos que ya están en circulación. Unas van con luces, no digo dirigidas dónde, porque más que alumbrar, deslumbran. Otras muchas se confían a las sombras y van sin señal luminosa alguna. Ya sabemos que aquí las motos van como mínimo con tres o cuatro personas. En el cinéreo cielo, se perciben las luces de un avión que se prepara a aterrizar y cruza la populosa carretera.
Paso el enclave de Petevo, un cruce muy concurrido y conocido aquí y continuo en dirección PK9. Tomo la carretera des Soeurs y el cartel de la escuela Sophia, me indica la referencia que en su día memoricé donde he de girar a la derecha para tomar ya un camino en toda regla. Dejo a un lado el seminario de los capuchinos, la mencionada escuela, la CECA y en el esquinazo el seminario de la Société des Missions Africaines, los universalmente conocidos como padres blancos. Al lado está el postulat al que accedo por una gran puerta y en el amplio jardin, oscuro aún, destaca iluminada la capilla, un pequeño edificio coqueto y exento. Dentro están en oración personal unos veinte jóvenes, entre estudiantes de teología, filosofíay los del propedéutico. Una Eucaristía muy digna, animada al gusto de esta tierra y muy finamente acompañada porla percusión nada estridente de un tam tam, una maraca y un caxixi, el que dicen es el instrumento más antiguo de este continente.
Tras la celebración, presidida por un Cristo abisinio sin cruz enmarcado con motivos tribales, desayunamos en un ambiente distendido. Conozco el corazón de esta casa (capilla), les digo, pero me falta ver los pulmones: la biblioteca. Me enseñan un espacio amplio en el que unas estanterías de hierro albergan libros cuya tonalidad del conjunto es el amarillo. Están alojados bajo tres epígrafes: Teología, Liturgia y Santos. En la otra parte de la sala, otra estantería aparece repleta de revistas de la misma tonalidad que los libros. Entre ambas, una serie de mesas individuales con papeles con diversos nombres, y alguna pertenencia, delatan su uso por algunos residentes. Las salas tienen nombres de ciudades bíblicas: Jerusalén, Alejandría, Roma, excepto la que hemos visitado que lleva por nombre "La Sorbonne", no se si como deseo o como sorna.
Han acabado sus exámenes y dedican estos dias a diversas tareas en el centro hasta que retomen el curso en una semana. La verdad que la formación en este sentido es un reto grande. Por lo general no es de muy buena calidad, a pesar de que sus profesores hayan sido formados fuera. Al Seminario Interdiocesano, cerrado por Roma hace algunos años, acuden casi todas las congregaciones. Tampoco es muy buena solución el Colegio Urbaniano de Roma, donde se forman algunos y no sabemos si se resignarán a volver y de hacerlo cómo lo harán. Vocaciones hay muchas pero....la formación es muy deficitaria. Nunca he visto a ninguno de los stagier o diácono que han estado viviendo conmigo, tomar un libro. Y no sería porque no tenían el ejemplo en casa. ¡Todo un reto para estas iglesias!
Vengo en el coche pensando estas cosas mientras la carretera se ha llenado si cabe más de ruido, vida y movimiento. Carros llenos de maderas, o de sacos de carbón, o de ternera abierta en canal, son empujados por jóvenes hasta sus puestos de venta. Motocarros cargados hasta la saciedad de plátanos o de engrasadísimos bidones de fuel, se mueven desafiando arquitecturas de carga imposibles y en todo caso de equilibrios milagrosos. Coches de ONU, Médicos sin Fronteras, Unicef, ya pululan como siempre en cantidad y con habitáculos de insultante y cara como so sabemos, plaza de a uno. Cada coche de la ONU cuenta con una wifi movil propia. Todo ya está en vorágine y entre medio de todo, las incontables motos. En medio de la carretera un camión parado, lleno de cajas de cerveza flanqueado y vigilado por unos cuantos. Se ha quedado sin neumáticos traseros, que destrozados, lo han embarrancado en el centro de la calzada, haciendo de ello obstáculo que evitar. El tumulto del percance hace necesaria la intervención del tráfico por parte de no pocos jóvenes que con atuendo militar y fusiles, subfusiles y metralletas, mueven sus brazos como molinos creyendo con ello que alguien les hace caso y todo fluye mejor. Asustan más que ayudan. Lo cierto es que después de las noticas de esta semana en Bangui, Bodjomo o Douya, ver soldados inquieta cuanto menos.
De regreso, de Bimbo, paso de nuevo por el Petevo, este barrio que toma su nombre de Georges Kpeketevo, el primero que se asentó en este lugar. Un mítico pro hombre que lo tenía todo, buen carácter, hijos y buenas costumbres. Espacio y lugar donde siempre han convivido en buena relación diversas etnias. Habrá que invocar su espíritu para que si puede, se haga de nuevo presente con más intensidad por estas fechas nuestras.
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