jueves, 28 de marzo de 2024

PK5

El punto kilométrico 5 es un hervidero de personas, un mercado donde encuentras de todo. Una actividad regentada en su mayoría por musulmanes. Un ir y venir incesante de gentes, entre gritos y voces que unos anuncian oportunidades y las otras son salutaciones de una población que parece conocerse toda ella. Rebuscar entre ropas de segunda mano la que uno considera apropiada o indagar por los destartalados y viejos negocios acerca de la pieza que necesitas para tu fontanería doméstica. Compres lo que compres de nuevo, todo tiene un mismo origen: “made in China”.

La calzada muy herida está, repleta de vehículos de todo tipo que se anuncian con su claxon, advierte a los peatones de esa atención que no han de descuidar. Y en medio de toda la vorágine de gente, el vendedor de huevos que además de desafiar todo lo anteriormente dicho, hace lo propio con la ley de gravedad, manteniendo milagrosamente el delicado equilibrio de una gran cantidad de cartones superpuestos que  sostiene y mece sobre su hombro. 

Un enjambre de negocios  dispuestos sucesivamente en desorden por todo lugar, cuyo epicentro es un cuartelillo de cascos azules rwandeses disimulado o fagocitado por tenderetes  y puestos. Negocios sucios de cementos, quincallerías y ferralla que esconden tras de sí los talleres y fraguas, como el de Abdenur. Varias familias viven de este trabajo que realizan con acierto y maestría a las órdenes de Abdul, un joven centroafricano que conoce bien su oficio y así lo transmite al resto de obreros, entre ellos Mamadou, que se está iniciando en este arte. Me muestran sus últimos trabajos en curso, unas puertas para la Presidencia del Gobierno, bien trazadas, bien soldadas, contienen elementos ornamentales que las hacen diferentes, sí, de lo que comúnmente podemos encontrar en otros talleres. Cuando hablé con ellos la primera vez, me sorprendió que fueran del país, porque aquí precisamente no hay gusto alguno por el trabajo bien hecho, no hay responsabilidad hacia el trabajo como modo de vida adecuado. Aquí todo vale de cualquier manera, y la chapuza es en sí ya el logro ordinario de cualquier trabajo.


Una pequeña tienda en la que se mezclan porcelanas de baño, bombillas, gres, enchufes de todo tipo y un largo etcétera de productos muy diversos, me resulta tan familiar como la de Hazan en la que he adquirido prácticamente todo lo que he necesitado para actualizar la instalación eléctrica de la misión. A él le debo también conocer a Abdenur y su taller, porque ya he dicho que unos te llevan a otros, conforme son, y éstos son serios . En este caso, estas diminuta tiendecilla atendida por Mohamed, me es siempre valorada. Acabamos hablando siempre de religión, pero bien. Hoy me he acercado a comprarle pequeñas cosas y no estaba porque se ha decidido a cumplir en este Ramadán, con uno de los pilares del Islam, el Haag o peregrinación a la Meca. Me atiende su hermano menor, Yusuf, al que le priva también hablar y le fascina todo lo hispano. Un jovencillo simpático y educado al que le notas disfruta escuchándome hablar sobre su cultura y religión.  De ojillos menudos y vivos, su rostro afable y cordial anima a la conversación. Al final me pide el teléfono y me despide con un sonriente y blanco gracias que se dibuja fluido en sus labios.  

Todos ellos valoran que el “abuna cristiano” no sólo compre, si no que comparta la vida y la palabra más allá del negocio. Chapurrear algunas expresiones que recuerdo en árabe, herencia de mis estancias y trabajos pretéritos en Palestina, es u a pequeña puerta de acceso que a la postre tiene su merecida recompensa en una rebajilla en el precio final. El PK5 en Sambo-Fatima es un microcosmos diferente al PK9 en el entorno de Bimbo y diferente también del PK7 de Saint Paul. Todos ellos lugares emblemáticos de una periferia  de Bangui nutrida y caótica que presagia en cualquiera de estos puntos, una humanidad que pulula mediante la ancestral actividad del comercio como magnífico exponente del intercambio que hace nos consideremos seres humanos en relación.


domingo, 24 de marzo de 2024

VERDE QUE TE QUIERO VERDE

 Estamos en los estertores de la época seca. Anoche así lo indicaba una tormenta de viento que se desató e hizo silbar todo, árboles y techumbres. Esta mañana tras la celebración de la Eucaristía, tomo el todoterreno y me encamino a M´Baïki. En el trayecto de poco más de 40 kilómetros, me he detenido en tres ocasiones a cuenta de árboles caídos sobre la carretera, impidiendo de este modo el paso. Uno lo circundé, saliéndome de la línea roja de la tierra que marca la carretera. Otro pudimos moverlo a cuenta de que era un tronco quemado y por tanto algo más ligero que de costumbre. Lo movimos entre unos cuantos motoristas y yo, lo suficiente para que pudiera pasar el ancho del vehículo. El último fue el resultado del trabajo arduo de un joven Aka con su hacha. Ayude un poco a poner otra pieza de madera debajo y colocarme de pie como contrapeso en el extremo de la madera que estaba sufriendo el golpe continuado y certero del joven. Después de un rato, un crujido severo, desvelaba que el tronco estaba desgarrado y por tanto ya éramos capaces de retirar ese trozo para pasar. El joven me trató con mucho respeto y no dejaba casi tomara yo iniciativa alguna en la tarea. Al final le recompensé con 500 Fcfa, menos de un euro, que acogió entre sus manos dolidas de los golpes, como un gran don y sonriendo me dijo “Singuila, Bwa”. Retuvo a un motorista, porque entendía el primero que había de flanquear ese obstáculo salvado era yo. 

Estos son los imprevistos de estos caminos. Imprevistos previsibles a cuenta de esa práctica tradicional absurda que es el “feu de brousse”. Los adultos, cuando se la cuestionas, le echan la culpa de su origen a los niños, pero no. Son ellos quienes prenden fuego al bosque de un modo estúpido, Una práctica peligrosa e ineficaz, pero para ellos muy fácil para conseguir su objetivo: limpiar el bosque. Es peligrosa porque pone en riesgo sus vidas, sus casas. Peligrosa porque el ígneo devora indiscriminadamente todo, desapareciendo masa verde forestal en cuyo lugar aparecen extensiones como negras teas, humeantes días y días, dejando tras de sí un espectáculo desolador. Hay que tomar conciencia de lo absurdo de esta medida que calcina la naturaleza, no la limpia. Que extermina la selva, no la limpia. Que provoca el éxodo de fauna, al menos de aquella que no capturan  para su subsistencia..

Hay columnas de humo por todas partes y la tierra se resiente, llorándonos no pocas esquirlas carbonizadas,  que lo invaden todo porque están mecidas a merced del viento que las transporta y lleva y deposita  donde estima, según su caprichoso discurrir. Es un mal complemento popular a la tala institucionalmente permitida. Muchos de estos árboles se yerguen sobre las rutas como denuncia de la propia selva a  una práctica que nadie sabe explicar pero que todo el mundo realiza porque consuetudinariamente así se ha venido haciendo siempre, sin rechistar.

Es preciso reaccionar ante este atropello absurdo que se hace a la selva a cambio de ningún argumento, ninguna ventaja. Aquí este tema del tráfico de madera es preocupante. Al caer la noche, se perciben entre los sonidos propios de la nocturnidad, lejanas motosierras que cercenan ese trabajo de botánica estalagmita que con tanto cuidado y a un ritmo lento ha ido generando la naturaleza. Piezas enormes de árboles centenarios en verdad, son cargados en enormes camiones que circulan hasta los aserraderos, también por la noche. La política de las barrières en las carreteras nació como una medida de control al tráfico de madera, cosa que en la actualidad tienen olvidado, limitándose a un corrupto y aleatorio cobro de un peaje insultante a cuenta del estado que manifiestan las vías.

Esta es una silente herida que sangra al país, desposeyéndolo de la verdadera riqueza que posee. Un latrocinio hecho en aras de permisos  y concesiones a países y multinacionales que encuentra un fiel aliado en esta práctica popular que torna el verde por el negro, la vida por la muerte, dejando tras de si un escenario deplorable de destrucción al que se somete implacablemente a la propia naturaleza que apenas puede decir nada, si no es pacíficamente tumbarse delante de nosotros para recordarnos que algo grave está pasando, algo de consecuencias muy serias estamos haciendo, algo de lo que nos lamentaremos dentro de no mucho y que a unos ha llenado los bolsillos y a otros les ha hecho cómplices de lo absurdo en la historia. Unos y otros se darán cuenta, también nosotros, que el oxígeno, la vida, el agua tienen todos una misma tonalidad que estamos cambiando a modo de lo que escribía M. Ende en aquella obrita de Momo.: los hombres de gris, el gris que invade el mundo, es la nada, que amenaza de este modo con llenar nuestro todo, precisamente con su nada.

miércoles, 20 de marzo de 2024

KOTA MATANGA

 Tras una esperada y fatigante jornada a cuenta de la, por fin, instalación de la antena y conexión vía satélite nos espera la celebración del día de la mujer trabajadora. A eso de las 9:30 un coche destartalado por doquiera que mires nos trae a Nicodeme, dueño de una empresa de comunicación en Bangui. Con él viene su señora y dos “técnicos”. Detrás, en su pickup, destaca la presencia de un hombre tan alto como delgado, vestido con el pijama militar y subfusil al hombro. Pertenece a la guardia presidencial y ahora, según Nicodeme, cumple con el contrato de seguridad privada para él. No hay ningún problema en compartir vestimenta y servicio. Me dice es garantía para pasar sin problemas los peajes. A mí me da miedo. 

Después de infructuosos ensayos, pruebas, comunicaciones con la empresa distribuidora de la señal, ubicada en Bélgica, por fin a eso de las 19:00 se logran solucionar todos los problemas y se hace posible la comunicación. No quepo de alegría y satisfacción, porque hoy se cumplían cuatro meses de la firma del contrato y tres de tener todo el material en casa. La comunicación es muy importante y en M’bata la señal ordinaria es muy débil, variable e inconstante, haciendo prácticamente imposible mantener una llamada, una conferencia sin varias interrupciones. Por supuesto hasta ahora era impensable internet. Creo que entre las renuncias de la vida de misión, esta no debe de entrar por muchas razones que a nadie se le escapa pensar. Veremos si podemos cantar victoria.

En la madrugada siguiente y non motivo del día 8 de marzo, las mujeres de la parroquia se han dado cita en la capilla de santa María madre de Dios, en Bangui-Bouchia. Dos días que ellas comenzaron el miércoles tarde con su desplazamiento desde M´bata. Cuarenta kilómetros que realizan en camión, habitual traslado comunitario por aquí, donde los buses, simplemente no existen. Un cargamento humano, el femenino, donde junto a sus escasos enseres para estos dos días, va acompañado por cánticos y bailes, que también ocupan espacio. Yo me incorporo en la mañana del jueves, para una sesión de formación. Madrugón. A las 4:30 el “yaya” Mario y yo salimos de casa, no sin sorpresa, como todos los viajes en África. Hemos de llevar los instrumentos de la animación musical. Este impuesto añadido nunca es anunciado, siempre sobreviene de improviso, cosa a la que me estoy negando por razones obvias. Aquí van hasta arriba de gente y equipajes, pero yo no quiero cargar con semejante responsabilidad ante el imprevisto de un, nunca deseado, accidente.

Cargados los instrumentos, el coche va, entre los sorteos de los baches y los que inevitablemente te hacen saltar, produciendo una música al estilo del jazz, improvisando ritmos y sones. Suenan sobre todo los platillos y las cajas de la batería. Vamos despacio, y a su pesar, evocamos a los músicos de Bremen.

Llegamos y celebramos la Eucaristía, en este primer día femenino, fiesta de dos mujeres valientes de la primera hora: Perpetua y Felicidad. Tras un desayuno, comenzamos la formación con la lectio divina del texto de Juan de las bodas de Caná. Después de ello me empleo en una presentación básica de la mujer en la Biblia para destacar  la imagen de la mujer en la línea de la gracia y desterrar su eterna vinculación con el pecado a partir de Eva.

Después de la pausa, Mario se esfuerza en otras cuestiones más relacionadas con la mujer y su tradición cultural aquí. Ellas animadas, atienden tan bien como bailan. De cuando en vez, alguna irrumpe con un estridente grito al mejor estilo tribal que despierta al sumido más profundo en el sopor del cansancio o en las redes de Morfeo. Esta jornada la festejan con gran entusiasmo, (kota matanga) quizá como única válvula de escape a la presión que reciben de una sociedad, aún construida aquí, demasiado para los hombres. Hijos, casa, trabajos, demasiadas cosas en las que son actores principales, pero a las que sólo se reconoce como secundarias.

Me invitaron a estar con ellas y creí conveniente acompañarlas, cosa que han valorado y yo agradecido. Volverán a sus vidas después de estas apenas 48 horas, y los sueños volverán a estar sometidas a las voluntades de quienes conviven con ellas y aún no se han dado cuenta de lo que significa igualdad, dignidad y derechos. La promoción femenina, como parte de la tarea pastoral de la Iglesia, aquí es una acción revolucionaria. Acompañarlas y apoyarlas, quizá sea el comienzo de un mañana más justo.



sábado, 16 de marzo de 2024

YVES ET JULIE

La evangelización y la catequesis son las dos caras de una misma moneda, la de la misión. En las últimas jornadas diocesanas, logré incluir un tiempo para que por Decanatos, las parroquias pudieran organizar alguna actividad conjunta. En nuestro caso diseñamos un pequeño programa de tres encuentros, uno en cada parroquia del decanato. En Mbata un encuentro de formación para catequistas. En Mongoumba un encuentro para corales y en Safa una actividad con la etnia Aka. De este modo, marzo, abril y mayo tienen una cita más allá de los muros de cada parroquia. De igual manera, esta programación supone un ejemplo de cómo se puede trabajar en equipo, aunar esfuerzos y salir de esos pequeños reinos de taifas que son en estas tierras las parroquias con sus capillas correspondientes, donde cada cura hace y deshace de modo autárquico.

Del 29 de febrero al 3 de marzo, Mbata ha acogido esa formación que dirigida a los catequistas, presentaba la semana santa y cómo mejorar las celebraciones desde las claves de su sentido unitario (triduo) y específico. 76 catequistas han acudido y recibido dicha formación teológica, litúrgica y pastoral. De todo este número, apenas 4 mujeres. Aquí este ministerio como otras muchas cosas recaen sobre el varón preferentemente. Hemos trabajado la historia de la semana santa, el sentido del triduo pascual y de cada fiesta que lo componen. Después, por parroquias, hemos tenido tiempo para organizar las celebraciones de esos días santos. Aquí procesiones no hay más que las litúrgicas (candelas, ramos,….) y por supuesto la iconografía es muy dispar, unas pocas imágenes occidentales de escayola de dudoso gusto estético y otras pocas en madera al gusto africano. 

De igual modo aquí cobra un papel muy relevante la figura del catequista, que instituido como celebrante o enseñante, mantiene el ritmo y los procesos en los poblados y capillas. Ya he aludido a ese grupo de catequistas que durante cuatro meses han recibido una formación más seria. De nuestras parroquias han sido dos, Yves y Odylon, los dos inquietos y buenos en el plano de la comprensión y la transmisión. A ellos confiaré una presentación por los diferentes sectores pastorales de la parroquia (4), acerca de los núcleos teológicos a tener en cuenta en el catecumenado de bautismo y confirmación, que sólo en esta parroquia ronda el medio millar cada uno de ellos. 

El obispo, preocupado por la existencia aún de numerosos lugares sin asistencia ni presencia católica, les hizo la propuesta a este grupo de 24 que recibieron la formación de cuatro meses, de poder alguno ser catequista misionero, esto es, ir con su familia a vivir a otro poblado y ser allí el animador de la fe en tanto llega la presencia del sacerdote. Yves aceptó el reto e irá junto con otro a un poblado cerca de Boda. Para Julie, su mujer, le esperan tareas de educación y escolarización de los más pequeños, una empresa a la que se preparará con los enseñantes de infantil durante los próximos cuatro meses. 

Esta tierra, sus gentes, están ávidos de formación. Se pueden pasar horas sentados en una sesión, sea de lo que fuere. Se recorren largas distancias a pie para acudir  a recibir una enseñanza. Todo el mundo con su cuaderno y bolígrafo para dar buena prueba de los contenidos a tener en cuenta. Al final preguntan y preguntan mucho. 

Como potencial que es, el de los catequistas en el seno de la Iglesia, son un grupo a tener en cuenta y a cuidar, en tanto que formadores y transmisores de la fe, personas de gran capilaridad social en sus comunidades, figuras necesarias para una Iglesia misionera, para una comunidad en misión. El reto es mejorar la calidad de los mismos, no en vano son hijos de su pueblo y a menudo piensan como su pueblo, actúan como su pueblo. Afrontar en cristiano los temas de brujería por ejemplo y abandonar el concubinato o la poligamia para abrazar el matrimonio, son dos cuestiones siempre candentes en el colectivo.

Hay catequistas, herederos de la vieja misión, que son auténticas autoridades en este ministerio, por su entrega y celo, por su sólida formación y testimonio de vida. Otros, por el contrario, viven aún de un modo timorato las consecuencias de ser cristiano y la peculiar forma de estar en el mundo de los discípulos de Jesús. Ser catequista en África no es cualquier cosa, no es un hobby, es un modo de ser ante la sociedad y la Iglesia. 

martes, 12 de marzo de 2024

MAISON COMBONI

Está ubicada detrás del Palacio Presidencial, bueno, a espaldas de un  gran recinto circundado por un elevado muro blanco, vigilado por soldados. Es un barrio de la ciudad alta, junto a la embajada de Francia y un monumento erigido al infelizmente recordado De Gaulle. Una propiedad generosa que parece fue pensada en un principio como un espacio de hotel. Un gran jardín donde las habitaciones están en un edificio y el comedor y cocina en otro. En medio una luminosa capilla. La Maison Comboni es la casa provincial de los Misioneros Combonianos en este país. Para nosotros, en virtud de nuestro obispo aquí y su condición de comboniano, es nuestro cuartel general en nuestras visitas a la capital.

Se respira un ambiente muy cordial y fraterno, gracias al estilo y dedicación del padre Everaldo, un misionero brasileiro formado en el Congo y curtido en estas tierras. Hace siempre más de lo que le solicitas, siempre dispuesto, siempre sonriente. Él es el ecónomo de la provincia. En común muchas cosas, también el gusto por el buen café, que no duda en ofrecer y hacer cuando venimos por aquí. Esta casa es un como un pequeño puerto, donde arriban y parten vidas entregadas a la misión. Hombres y mujeres de la familia comboniana que van y vienen y encuentran aquí ese remanso necesario en estas tesituras. Un servicio y ministerio brindado con mucho cariño y cercanía a estos dos misioneros españoles que de otra manera debieran de buscarse otro lugar, que lo hay, pero nada comparable a este pequeño edén.

Maison Comboni es  lugar de encuentro y espejo de la iglesia donde diferentes nacionalidades se dan cita por una causa común, el anuncio del evangelio y así hombres y mujeres, apóstoles, visibilizan una iglesia católica en verdad. Ecuador, Italia, Congo, Ruanda, España, son algunos de los países que conforman esta familia. En la diócesis tenemos presencia de los hermanos en la parroquia de S. Jorge en Mongoumba y en San Miguel en Boda. Las hermanas están en Bagandou. Lugares donde he experimentado ya su bienvenida y acogida cordial. Hay un clima entre todos los misioneros y misioneras de confiada familiaridad, cosa que se echa de menos con respecto al clero local.  Maison Comboni es ese espacio que se nos regala a quienes no formamos parte de la familia comboniana pero sí participamos de sus principios evangelizadores, alejados de todo colonialismo religioso. 

¿Y cómo no voy a hablar de Rex? Es un perro que lleva en la casa desde que llegó la primera comunidad. Un can común de pelaje negro, cuyo aspecto muestra este tiempo y su paso por él. Está sordo y pienso también limitado en la vista. Aún no le he oído ladrar. Por las noches extendido se coloca a la puerta de las habitaciones  y con el primer rayo de luz hace lo propio en la puerta de la capilla, como queriendo saludar con su impasible postura, a todos los residentes. Allí permanece hasta que la Eucaristía termina, momento en el que, sacudiendo sus lanas gastadas, trota vagabundo hacia una frondosa sombra de un enorme árbol del recinto. Rex es un perro fiel, cuyo atractivo no está precisamente en su apariencia física, castigada por la suciedad, la sarna y seguro miles de otras cosas. Un chucho que ha entendido su convivencia en la cercanía distante de las personas, merodea pero no se acerca. 

Así, este microclima fraterno nos hace más llevaderas nuestras estancias en Bangui, ciudad sucia, ruidosa, caótica y tórrida como pocas. Venir hasta aquí para hacer compras o gestiones tiene este atenuante de sentirnos como en casa, cuando estamos un poco lejos de ella. 

 

viernes, 8 de marzo de 2024

ESPAÑOL EN LA SELVA

 Poco a poco se está incorporando a la vida pastoral, José Antonio. Hoy vamos los dos en el todoterreno. Él quedará en Bobúa, una comunidad muy animada. En este poblado se inicia un sendero de apenas tres kilómetros que a mí me lleva hasta Yale. Un camino bonito y diverso. Hay trayectos de claros y praderas, otros por el contrario se abren paso en medio de la espesura de esta selva. Hay que cruzar un frágil puentecillo de tablas, que al cruzarlo suena como un xilofón con esa melodía que susurra su escondida voluntad de amparar a quien pretende continuar camino. De igual manera hay tramos de arenas generosas y otros por el contrario de camino cortado en dos partes de diferente altura y grieta caprichosa al medio. Así se llega a divisar al fondo unas sencillas construcciones que conforman este poblado.

Si la primera vez fui recibido con alegría, esta segunda aún si cabe más. La capilla, un sencilla y amenazante construcción de palos y chapas, esta llena en su interior de infinidad de niños que muy respetuosamente me esperan. Entre ellos me percato de que hay un grupito de Akas. Es un estampa preciosa verles haciendo comunidad junto con el resto de etnias con las que se configura este grupo humano. Dice mucho de ellos esta natural y pacífica convivencia. Al concluir, como siempre, en el capítulo de avisos, el catequista refiere memoria acertada del curso que hemos celebrado de formación para los catequistas de las tres parroquias que lo formamos. Tras terminar, un ofertorio sencillo pero muy significativo. 

Es costumbre siempre en todas las capillas terminar con el responsable y los catequistas con un pequeño encuentro en torno a algo de comida. Pruebo un poco de Gosso (una masa insípida elaborada a partir de mandioca) untada en la salsa del guiso del pollo. De repente un hombre se acerca y me dice en un grácil y acentuado castellano: ¿Cómo estás Padre?. “Ayúdanos a cambiar la capilla”. Sorprendido le pregunto el motivo de su simpática expresión en español. Es el responsable del dispensario, que en la época de su formación universitaria, en tiempos de Bokassa, escogió como segunda lengua el español. La ha ido cuidando gracias a la lectura de prospectos de medicinas  y demás retazos de literatura hispana que han ido cayendo en sus manos. Un dispensario que es tal por un pequeño letrero sobre la puerta y una cuidada cama en la consulta. Medicamento ninguno. Aparatos de enfermería básica tampoco.

Es un hombre educado que me solicita retornar conmigo puesto que, en un poblado antes del siguiente al que he de llegar con Antonio, va a una “place ti kwa”, un velatorio. Por el camino de regreso hablamos un poco, recogemos a José Antonio y nos encaminamos a nuestra siguiente meta. Tras dejarlo para ese cumplimiento social tan importante aquí, vamos recogiendo a alguna gente que van de camino a la capilla, entre estos viajeros hay muchos niños, para los que ir en la zona descubierta del todo terreno es una aventura increíble. Llenan el trayecto de canciones y sus rostros transmiten la emoción de una experiencia con la velocidad, aunque ésta sea muy limitada.

En Bangui-Bouchia, celebramos ambos y percibimos el cariño y la acogida de la gente a sus párrocos, estos misioneros que siendo blancos, les resultan un tanto diferentes en el trato, quizá porque son españoles, no sé. Bangui nos espera y retomamos viaje. Estaos en las parroquias más alejadas de M’bata, y estamos a unas dos horas y media de la capital. Por el camino seguimos hablando de las peculiaridades de estas comunidades, su cordialidad y sencillez, nada comparable con la tomadura de pelo de la barrera en Sekia. Para controlar el tránsito terrestre, por lo general hay una serie de barreras en algunas localidades. Señuelos de peaje que por lo general nos exoneran. Sekia, antes de llegar a Bangui, es diferente y cuando hay algún encargado retorcido, lo primero que nos sacan es el talonario. El paso cuesta 500 francos cefa, no llega a un euro. Tasa que caprichosamente adjudican entre los usuarios. Para algunos hacerle pagar aquí a la Iglesia Católica es un logro de su orgullo. Pagamos y observo que al levantar la baliza, el coche que viene en sentido contrario no se detiene y pasa también. Llamo al joven cobrador (ya nos conocemos de más veces..) y le pregunto por qué no ha pagado ese vehículo, respondiéndome que ya lo hizo cuando pasó como yo ahora. Hoy me he enterado que ante este abuso arbitrario, hay posibilidad de cumplirlo en billete de ida y vuelta. Cuando sea mi próximo paso por aquí, lo solicitaré, y ya os contaré hasta qué punto puede llegar el cinismo de quienes no asumen el principio de ayudar a quienes ayudan, de quienes no toleran la diferencia, de quienes aún viven bajo el yugo de los prejuicios coloniales y de raza.

Entramos en la populosa, ruidosa y sucia Bangui, que será nuestro destino por apenas dos días, mientras renovamos carta de extranjería y hacemos algunas compras.


lunes, 4 de marzo de 2024

FIN Y PRINCIPIO

 ¿Os acordáis de Ciprienne, aquella joven enferma que visité un domingo, lleve la unción y la comunión en Boussimba?. Este domingo volví y su padre me indicó que fue enterrada el viernes pasado. Con pena me comentó que ni él ni su señora pudieron estar en su entierro a cuenta de una intervención sufrida por ella. Fue su hijo mayor el que se ocupó de todo en su ausencia. Aquí la vida es así, un flash, un destello, un fogonazo que brilla un instante y desaparece al momento. Hemos ofrecido por ella la eucaristía de este domingo. Tanta pena parece manifestar el padre por su muerte como por no haber podido participar de la plaza mortuoria, que ya he descrito en alguna ocasión y es en sí todo un acontecimiento social. Después de la celebración me he acercado a visitar a la mamá, convaleciente aún de la cirugía sufrida y que me da miedo preguntar, porque aquí no superan el quirófano muchos por una simple hernia. 


Este domingo he hecho en moto también Molangué I, mientras José Antonio se ha estrenado entre nosotros en Mbata y Molangué II. La novedad de este domingo ha estado en su incorporación pastoral.  Él ya tenía ganas y yo un poco más. Seguro será una etapa bonita. José Antonio tiene la edad de Bernardo, unos pocos años mas que yo. No muchos, pero los suficientes como para notarse que es un cura avezado en el ministerio, curtido en los pueblos de su diócesis de Burgos y enriquecido por su docena de años con el IEME en Togo.  Dedicó también cinco años en la Dirección General  del Instituto como Administrador. Esta tarea que realiza con profesionalidad ajena a todo advenimiento de aficionado, le hizo ganar puntos para venir a M´Baiki, para ayudar al Obispo a mantener la cordura en la gestión de una iglesia que fundamentalmente vive gracias al compromiso misionero de otras muchas y diversas organizaciones. 

Su  carácter es agradable con cierta dosis de reciedumbre propia de los castellanos. A pesar de no conocernos antes, hemos congeniado muy bien. Creo que la clave es la común generación compartida en el seminario en un momento en el que todos éramos, y seguimos siéndolo, convencidos y apóstoles del Vaticano II, de esa Iglesia cercana y próxima a la vida de las personas, alejada de todo ritualismo y puritanismo, cristianos que se mojan y curas a los que no nos ha importado estar en el altar, subir a un andamio o escuchar y limpiar a un transeúnte. Este espíritu nos ha hecho descubrir la dimensión universal del ministerio y su entraña misionera. 

A José Antonio le toca el lado menos bonito de la misión, la educación de estas gentes en una economía dependiente pero con la pretensión de no hacer de esta situación un regalo en blanco, un pozo sin fondo. Ardua tarea en la que domeña su carácter nervioso para siempre ser amable y respetuoso, y hacerlo así con cada obrero, cada sacerdote y cada situación, porque él es el alma del obispado que hace que todo funcione. Algo que dicho así parece muy sencillo, pero que en un país donde todo funciona de un modo inverso a lo que estimamos  normal, es siempre una constante prueba al equilibrio y sus reacciones. Después de año y medio en solitario inmerso en estas lides, por otro lado también misioneras, comprendemos seguro sus ganas de compaginarlas con ese trato directo con la gente en los poblados y capillas, experiencia que de nuevo se le brinda ahora.

Ambos, vista la realidad que vivimos, anhelamos la incorporación de otro compañero que nos permita abrirnos a la vida de equipo y fraternidad sacerdotal. El trabajo no nos arredra ni a uno ni a otro. Ambos, creo también, participamos de un alto sentido común, antídoto frente a desvaríos y excesos. 

Desde el principio él ha facilitado mucho mi entrada en estas coordenadas culturales y eclesiales. Su experiencia es un buen estímulo para hacer bien las cosas. Su presencia y apoyo en la parroquia a modo de fin de semana será también de innegable valor y ayuda, en tanto que compartida. Él podrá respirar hondo en medio de naturaleza y humanidad. Disfrutará con su moto de los viajes y traslados. Todo le permitirá  alejarse un poco de las preocupaciones de horarios de encendidos y apagados, así como del síndrome de ser un poco cajero automático. Todos nos enriqueceremos de su ministerio.

FINI LEGE

Como si de una señal inequívoca se tratase de que el progreso llega a estas tierras, la carretera que comunica M’Baïki con la frontera del C...