Un camino flanqueado por grandes ramas de palma hincadas a derecha e izquierda son ya el indicador de que el itinerario de ramos discurrirá por aquí. Mañana de sol radiante. Estos días de final de marzo, postrimeros de la estación seca están siendo calurosos por demás, alcanzando lo 39 grados. Recojo el ritual y los ornamentos y me pongo en camino al punto donde hoy iniciará la liturgia. Como a un kilómetro escaso del templo, llego a casa del yaya Emiliano, lugar convenido este año para ese inicio de pasión. Poco a poco el lugar se va colmando de niños, jóvenes y mayores. Puntual comienzo y bendigo los ramos y a quienes los portan y de este modo solemne comienza la procesión alegre, festiva, bulliciosa, como en aquella primera hora de Jesús. La verdad que paso a paso el ambiente es muy evocador por su naturalidad. En la homilía hablo cómo la vida es acompañar a Jesús que nos acompaña. Y qué fácil es acompañar en la bonanza. ¿Estaremos también al pie de la cruz? ¿en el sepulcro?
La hora de comer marca el momento del compartir, en nuestro caso con un equipo de seis cooperantes del JRS (Jésuite Réfugiés Service) que llevan dos semanas realizando en nuestras escuelas un programa sostenido por la diócesis de Colonia. Por la tarde partimos para M´Baiki, puesto que los primeros días de esta semana tenemos jornadas sacerdotales. El lunes consejo presbiteral. El martes encuentro y reflexión con el obispo y el miércoles un breve retiro, confesiones y misa crismal.
La verdad que son unos días fabulosos para tomar el pulso a la vida sacerdotal y la diócesis y para una puesta a punto. El Obispo, de un modo sencillo, tranquilo, nos ha hablado a cuenta del abandono de Dieubeni, acerca de cómo se descompone una vida consagrada. Cosas muy fundamentales como la oración, la confianza fraterna, los sacramentos, la vida intelectual, la caridad, … dimensiones a cuidar como expresión de nuestra condición y antídoto cada día para evitar suceda lo que tantas veces ha sucedido ya y nadie está libre de ello. Por la tarde una reflexión serena, abierta, sobre el estado de la diócesis y los retos que se le plantean. Es preocupante que Mbaiki, como la mayoría de las diócesis africanas sea dependiente de la ayuda exterior, en nuestro en casi un 80%. Al final del día resumo lo vivido como una jornada espejo, donde no hay mentira posible, si no reflejo de la realidad, la de uno mismo y la de todos como porción del pueblo de Dios aquí. El miércoles una breve reflexión hecha por Frank, el secretario de la Nunciatura, incide e indaga en lo mismo.
Frank es un sacerdote de la República Checa al que conocí a cuenta de un percance sufrido con su coche a su regreso de Bambari. Entonces nervioso e inquieto, ahora tranquilo y sereno. Un diplomático que no habla ni lee sango y que espera se cumpla su periodo de estancia y servicio aquí, para hacer curriculum en otro lugar. Confesiones y misa crismal muy festiva con comida fraterna, tras la cual, cada uno a su parroquia.
Jueves santo fue celebrado muy entrañablemente en Bangui-Bouchia, con el lavatorio de pies, al igual que en Bouchia. José Antonio hizo lo propio en M’Bata y Boussimba. Todas las capillas pudieron recibir la comunión ese día.. Ya la semana anterior había pasado yo por todas confesando. También visité enfermos, entre ellos Isaïe, un hombre al que se le contaban los años en la piel que como un documento en braille daba cuenta de su diversa osamenta y marcas de un pasado trabajador en la sociedad forestal. Fue dirigente de Legión de maría. Hombre ahora muy limitado y abandonado, acogió la visita, el perdón y la comunión. Con él convine de buscar a alguien que le ayude cada día a levantarse, limpieza y comida. Lo aceptó de buen agrado. Hoy entró la salvación de nuevo a esa casa. Quizá, pensaba yo, ha estado demasiado tiempo a solas con el Señor.
Viernes santo vivido en la pequeña capilla de Ngbokia. Apenas 20 personas. Mucha devoción y pobreza. Via crucis preparatorio hecho por el catequista y después ya la liturgia del día. Liturgia de la Palabra, adoración de la cruz (llevé a su capilla mi Cristo de sancti Spiritus) a la que miraban como no he visto hacerlo antes, hundiendo su mirada en tierra, oración universal y comunión. A mi regreso aprovecho para, guiado de la mano de Albertine y Jean Paul, los ministros de los enfermos, visitar a ocho enfermos a los que ofrecí el perdón y la Eucaristía. Para ello, un largo recorrido a pie por diferentes barios de M´bata que se ha alegrado de verme pasar, de acercarme y saludar a todos a pesar de tórrido calor del día.
Sábado santo de silencio y contemplación. Por la mañana de nuevo acompaño a Ngbokia con una lectio divina de Romanos 6,3-11. La tarde cambia el tono con la alegría desbordante de la pascua, se adornan las capillas con papeles de colores a modo de banderines, la noticia lo merece: Kristo a zingo na kwa awe!, un mensaje que jalona un domingo de resurrección lleno de alegría por todas partes.
El lunes, sacerdotes y religiosas de las tres parroquias nos reunimos en Mongoumba para pasar un día de río, de picnic y de fraternidad. En definitiva, unos días santos vividos en esta ocasión por vez primera, lejos de marchas, pasos y procesiones, pero sintiéndome muy unido a Zamora. Hoy su Iglesia se hace presente de nuevo, en medio de ésta.
PD. Cuando escribo esta crónica (04/04/24), Yves me llama por teléfono para decirme que Isaïe nos ha dejado para irse a los brazos del Padre. Doy gracias por aquél momento de gracia que el Señor me puso delante.
Descanse en Paz
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