domingo, 10 de septiembre de 2023

ALA KWE!

Vosotros todos!, así titulo y culmino esta entrada con la que os profeso mi homenaje hoy al compartir y agradecer un sentimiento de este tiempo. Tanta cercanía, acompañamiento y apoyo constantes son un regalazo. Por washap, correo electrónico, SMS, Facebook, Insta y el mismo blog, he ido recibiendo multitud de buenos deseos y sinceras confidencias. Es verdad que la misión ha cambiado, lógicamente, en este tiempo, en la era de la comunicación y las redes sociales hay muchas cosas que ya no son como lo fueron un día. Pensaba yo, por ejemplo en los tiempos del bueno de Comboni. Meses metidos en un vapor que surcaba mares, ríos y océanos y después de meses arribaba a un puerto donde comenzaba de nuevo su periplo terrestre en animales hasta llegar a su destino; ¡y eso quien había logrado sortear los peligros de esta primera etapa de la misión!. Meses de trabajos en silencio, donde la comunicación quedaba limitada al ámbito puntual postal o al incipiente telégrafo, donde hubiere un punto de ello. Ni que decir en tiempos anteriores aún.

Hoy un avión en apenas unas horas, aunque sean muchas y con escalas, te deja en las grandes capitales desde donde, aún eso sí por tortuosos caminos llegas sobradamente “agitado antes de” estar en tu destino. Ir a lomos de un vehículo te permite mover todo en tu ser para cuando llegues, intentar ponerte de nuevo cada cosa en su sitio y así recolocarte, resituarte. Las  ondas y la red de redes te permiten estar vinculado  al mundo, el que has dejado y en el que vives. Todas estas mejoras te permiten dar un amplio respiro tanto para los viajes, por movidos que puedan ser, como para las estancias, donde aun con limitaciones y cortes, puedes mantenerte conectado si no a diario, si al menos por semana. Aquellos diarios de misión escritos a la luz de una vela, hoy son crónicas de un blog (¡con más de 5.000 lecturas a día de hoy!) al amparo de una, tenue también, luz alimentada por una batería recargada al amparo de un pequeño panel solar. 

Y sois vosotros también los protagonistas de la misión, los que enviáis, los que venís, los que arropáis, los que estimuláis en medio de tantas limitaciones, a dedicar cada día lo mejor de uno, comenzando por una sonrisa, a quien está falto de todo, también de cariño, inmersos en una sociedad tan dura en el trato, como en su historia y expectativas. Sois cada uno de vosotros los que os hacéis presentes en el gesto que se dispensa. Emerge vuestro recuerdo con más intensidad, aunque muy dulcemente, en las ocasiones en las que te asalta la víbora de la tentación preguntándote al estilo rebelde de aquella movida: “¿qué hace un chico como tú en un sitio como éste?” Estáis presentes todos, todas, cada uno y cada una no sólo en el recuerdo, (¿cómo olvidar la eucaristía de envío diocesano, expresión anticipada de lo que soy ahora?), si no y sobre todo en la actualidad de cada día y cada acción. Porque la clave, entiendo, es la que acabo de acariciar hace apenas unas palabras. Soy enviado y al serlo, vengo con todos vosotros, por todos vosotros y para todos. 

El envío lo hacemos realidad cada uno cuando nos ponemos en modo de disponibilidad, entrega y servicio. Cuando nos peguntamos ante Jesús: ¿qué quieres de mí ahora? y cada uno es capaz de dejarse  encontrar por la respuesta en los contornos de su vida. Es hermoso que os descubráis presentes en las tareas de quienes estamos desplazados lejos, en los márgenes del mundo. Significa que entendemos lo que significa misión, esto es, superación de fronteras, distancias, lenguas, culturas y horizontes y entregarnos desde Dios, uno, a la humanidad, una también. 

Estamos orgullosos de vosotros todos, los que como yo ahora estamos en las primeras líneas de los últimos lugares, porque formamos parte de un todo que es capaz de hacerse presente, con su comprometida forma de ser, diversa también, en un mundo plural, distinto y distante, pero que está dentro del único sueño de Dios. Un sueño que ha compartido con todos en Jesús: hacer de esta tierra un tejido de fraternidad y colorido gracias a la conjunción de unos y otros. Singila mingi!  (Muchas gracias).Sois como esa muchacha de nuestra imagen, que sostiene en segundo plano y sin protagonismo, a la pequeña. La generosidad, la comunión en la misión no son sólo frutos de los misioneros/as. Todos sois misioneros de muchas formas, una de ellas es esta. Os siento muy al ladito, vuestro cariño me refresca en este cálido ecuador africano. Parte de la misión, de esta misión en concreto, sois también todos vosotros. 



1 comentario:

  1. Cada lectura que hago de tus envíos, me hace sentirme más unido a ti, Jesús, y a tu comunidad en RCA. Sentirse misionero en la distancia, es un don de Dios. Todos los días, y cada vez con mayor amor, me siento unido a esos hermanos, a los que con tanto amor has entregado tu vida. La lectura de hoy nos recuerda esa comunión de fraternidad cristiana.
    Te agradezco mucho la entrega y el amor que pones en tu tarea; ojala podamos seguir unidos espiritualmente cada día.
    Gracias Amigo.

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