Su nombre indica que “puede con todo”. Acaba de venir de la selva interior, de la campaña del “macongo” con su familia. Apenas ha aparecido por el poblado, se ha acercado a la iglesia para ayudar a misa. Arrastra una tos que seguro habrá contraído en el seno del bosque, tras vivir un mes allí bajo unos ramajes que apenas le habrán servido para protegerse de la abundante lluvia caída estos días. Su hermano más pequeño le acompaña siempre, también lo hace incluso al grupo de monaguillos.
Pancrace, ya sabéis, es mi guía en los paseos por los contornos. Vamos hablando y a la par compartiendo sus gráciles pasos con la frescura de sus palabras. Cuando no le entiendo, se pasa al francés. Porque Pancrace ya habla en un tono más distendido y más fuerte. Ha superado la timidez de los primeros días que apenas le hacían tener un tenue filamento de voz que resultaba imperceptible. Un niño jovial, cercano a la vida de la Iglesia. Hoy en la Eucaristía comulgó el primero, como hacen los monaguillos, y él tenía el servicio de la credencia. Tras comulgar, llegó a su sitio y sentado con la mirada baja, se mantuvo concentrado en Quien acababa de recibir en su interior. Ante tal escena, yo mismo me acerqué a la credencia y tomé el agua para purificar el cáliz. Quizá lo que se hubiera esperado del monago es que estuviera atento a cualquier mínimo movimiento que requiriera su servicio. Pero Pancrace, escogió la parte mejor, dejando las inquietudes para otros o para más tarde. Se mantuvo dedicado en intimo silencio a la oración.
Su papá togolés, maestro de obras. Dicen era de los buenos. A él se deben algunas cosas de la parroquia en M´bata. Desarrolló la enfermedad africana por antonomasia a cuenta de la guerra que tras sumirlo en parálisis, acabó por llevárselo. Para colmo de desgracia, su madre infectada también, moriría poco después. La abuela se hizo cargo de ambos pequeños. Estos detalles me los contó el obispo al traerme a finales de junio al poblado. Datos sugeridos al paso del todoterreno por la puerta de su casa. Yo aún no le conocía. Al acabar este año su quinta clase en la escuela parroquial, pidió entrar el curso próximo al Seminario Menor en M´Baïki. Hoy le han comunicado mediante una carta con todos los detalles que ha sido admitido Ya sabe el día de comienzo, las cosas que ha de llevar, entre ellas ropa y una biblia. La carta concluye con el pago del curso completo: 128.500 frcfa, unos 196€.
En Pancrace, he visto a un niño que un día quiso ser misionero. Un niño que fue feliz en un seminario, también en rojo ladrillo. Un niño que creció de la mano de Quién un día pronunció su nombre. En él he visto el deseo tierno y sincero de aquél niño que hoy ve con creces recompensado su latido. Un niño que tuvo más suerte que él al vivir y compartir con sus padres este ministerio. Un niño que también precisó ayudas para lograrlo. Agradeciéndolas, un día, ajustó las velas del cascarón de su llamada y se lanzó a mares más amplios, asido suave y fuertemente por Quién contó con él desde el principio para esta tarea. Un niño que no quiere dejar de serlo nunca, aunque sólo sea un poco. Un niño que se ha encontrado con otro y en sus miradas se ha cruzado misteriosa y silentemente una pregunta: “¿qué puedo hacer yo ahora por ti?”. Pancrace está contento, quizá preguntándose cómo será el seminario, su litera, sus compañeros… Pancrace lo tiene ahora ya todo ahora para ceñirse e ir donde quiere y, todo también para un día quizá dejarse ceñir y afrontar nuevas y amplias sendas.
Preciosa historia de una vocación infantil; Ojala florezca en su madurez.
ResponderEliminarPodría apadrinar a Pancrace? ¿Qué puedo hacer?...
Me alegro te haya gustado el escrito. Y lo de apadrinar..... Claro que sí! Ya te diré cómo. La verdad es que con muy poco se puede hacer mucho, o al menos intentarlo, para su futuro. Ya he recibido otros dos mensajes con intención de pagar una beca de seminario. Son 198,00 muy bien empleados!!!! ya te diré. Gracias. Un saludo.
EliminarQué conmovedor es Pancrace!!!! Llama la atención que tenga una conciencia tan clara de su vocación. Hay que mantener al niño que todos llevamos dentro Chus, tú lo haces y de resultas surge una alegría y empatía que invade todo. Tiene Pancrace, una carita de persona madura que choca con su edad. Un saludo. Manoli
ResponderEliminarJJJJJ parece como si lo conocieras porque describes su ser, muy bien. Así es este niño. Quizá la doble orfandad le hayan forzado a madurar..... Cuídate mucho. Bsts
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