Estuvieron en Ruanda cuando los tiempos difíciles de la horrible y dramática contienda fraterna entre Hutus y Tutsis. Todos, seguro la recordamos con dolorido ejercicio de memoria. Allí estuvieron ellas. También han estado aquí en estos últimos tiempos convulsos, cuando los garantes de los valores de la república los dejaron solos, abandonados a su suerte, en 2014 (de nuevo repetido en 2021), entre el caos gubernamental reinante y la progresiva proliferación de grupos paramilitares como los Seleka y/o Antibalaka o los conocidos (también por otras coordenadas) Grupos Wagner. Así, en medio de tanta violencia e inseguridad, están ellas como signo indeleble de paz, remanso de acogida y fraterna cordialidad. No están para recomponer nada, están como una sencilla señal de que otro mundo es posible y de que la vida, la de las gentes sencillas, en definitiva quienes siempre acaban resintiéndose de todos los desmanes de las élites sociales, puede ser mejorada con un libro, un cuaderno e higiene y salud como principios fundamentales.
Cada lunes por la tarde, la oración se hace con ellas y se acaba compartiendo una frugal, sencilla y fraterna mesa, donde la palabra y las miradas son aderezadas con el gesto, y el silencio hecho oración que aliña el compromiso. La cena de Jesús con los suyos, debió ser un poco así. Algo que comer y mucho que compartir y repartir. Pienso en lo importante que debe ser para estas gentes y estos curas de aquí (para mí siempre lo ha sido la vida religiosa), saberse acompañados por este grupo de mujeres que al margen de toda ideología de género y reconocimientos, manifiestan a diario su alegre fortaleza sirviendo a la debilidad. No hay grandes siglas de programas internacionales en azul. Éstas son en verdad “Hermanas Unidas”, sin grandes fastos, ni presupuestos de dispendio, ni privilegiado pasaporte. El amor no hace ruido, decía S. Vicente, y es verdad, no pierde el tiempo en aquello que no sea sino amar.
Apreciado Jesús. No dejes de escribirnos; estás haciendo renacer nuevas inquietudes, nuevos deseos de fraternidad; removiendo conciencias, instaladas en la comodidad...
ResponderEliminarGracias.
Querido Godo. Escribir para mí es un ejercicio de recuerdo y reflexión. Cuando se que muchos lo leéis, me llena de alegría y a la vez de cierta responsabilidad. Comunicar, compartir, siempre es importante. Me alegro que este sistema nos mantenga unidos, nos ayude a valorar lo que tenemos a nuestro alcance cada día y de igual manera acordarnos y poner rostro a tantos que no tienen esta suerte. Sólo con saber que existen, les ayudamos a salir de su gran condena: el olvido. Un abrazo fuerte.
EliminarQué bello, así vale la pena vivir en comunidad.
ResponderEliminarTe recordamos con afecto en nuestra oración.
Gracias de veras. Aquí se descubre lo que el Papa nos ha recordado, que en el centro de la misión está siempre Él. La oración es la columna vertebral que nos sostiene y la mirada amplia al horizonte que nos permite descubrir su presencia indefectible. Gracias. Un abrazo.
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