sábado, 22 de julio de 2023

LAS CENIZAS DE LA BISABUELA

Vela nocturna a cuenta del trajín en el sobrado de la casa. La madera es así… Su complicidad se ampara sólo en su opacidad. Carreras, saltos, golpes…… intuyo que un lagarto o pequeña “iguana” que he visto merodear estos días por la tapia de la misión, haya encontrado el lugar perfecto para sus prácticas de caza en el bajo techo de casa, segura reserva de insectos de todo tipo. Yo feliz por ello, pero….. sin dormir apenas hoy. 


Las paradojas de la vida me llevan hasta Blanche. Es nuestra ama de llaves. A diario, realiza el camino desde Poto-Poto para atender la cocina, la colada, la limpieza. Viene acompañada, dado que su pequeña viaja en nido anudado a sus espaldas. También la acompaña una niña de facciones diferentes. Es de su aldea y la ha adoptado tras el descalabro de su familia. Esta sencilla mujer presagió el suyo vital y la acogió para que al menos pueda ser todavía lo que es: una niña. Juega a ser mayor. Se ocupa de la pequeña, lava algo de ropa, atiende el agua… siempre con una amplia sonrisa de inocencia recuperada a tiempo. Me topo en el quintal con un artilugio familiar de pretérita retina: “Le fer”. Abre generoso su vientre para acoger las brasas que permitan tras incesantes pasadas sobre la ropa, una tras otra, disimular al menos las arrugas impuestas por el rigor de estas aguas, estos soles y estos tejidos. Descubrir de nuevo su vigencia me lleva por un instante a mis veranos, aliste de nuestra infancia, en casa de los abuelos, donde había alguna plancha que otra de este estilo, como reliquia de un ayer que era siempre motivo de historia narrada por mamá o las tías. Para tío era el recurso perfecto con el que comenzar un fantástico cuento y abrirnos así a la imaginación… Perdón por este precioso “feed back” de un instante de párpados cerrados pero abiertos a la felicidad de una infancia ya en la memoria. 

Identifico por doquier, en medio de la maleza y la vegetación que lo invade también salvajemente todo, arbustos de café que a duras penas muestran sus acharoladas e intensas hojas alanceoladas como si de un desesperado gesto se tratara, para reivindicar su ignota existencia. Sigo soñando en alto. A todo el mundo comento: el café puede ser de nuevo sinónimo de futuro, motor de recuperación de una sociedad desfondada. Quizá sea buen señuelo para el curso esta semana en M´Baïki sobre elaboración y gestión de proyectos. Una experiencia alentada por Cáritas Barcelona para la mejora en dicha tarea. Esta diócesis tiene en la actualidad más de 30 proyectos diferentes en diversos ámbitos. Muchas pequeñas piezas de un gran puzle. Educación, Sanidad, Integración, Paz, Pastoral… son los frentes que se acometen en general para dotar de músculo vital a esta diócesis convencida de lo que se ha convertido en slogan sinodal universal: Be oko (un corazón-comunión), mu maboko (con brazo-participación), wa tokwa (envío-misión).

La vida continua con su rutina, clases, visitas,… Aquí la vida se ha alterado a cuenta de la campaña del apreciado manjar forestal, que como deporte nacional a nadie deja indiferente. Cada día se ve como un reguero de personas, familias enteras, se encaminan hacia el embarcadero para pasar unas semanas en la selva y hacer su “nigrizio agosto”. La vida, me dicen, se normalizará en Setiembre. Todo este ambiente aparece casi a diario aderezado por las tormentas. Estamos en temporada de ellas.


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