Todo tiene un comienzo. Las dos gallinas, un tanto cansadas, en medio de cinco gallos estaban pidiendo compañeras y como sabéis, se les añadieron unas. La cosa prometía hasta que alguien en apenas 24 horas diera la orden de sacrificarlas y que entraran a formar parte de la despensa. Las forzaron a cambiar el gallinero por el congelador. Aquí son así, incapaces de preparar un poco el futuro. Quizá haya tantas condicionantes para el porvernir que sólo cuenta el presente. No he desistido, al contrario, he mandado construir un gallinero y cuando esté terminado, de nuevo lo poblaré con gallinas que puedan aportarnos huevos y pollitos. Creo que en la concesión, esta pérdida de inocentes la hemos sentido un gallo y yo. Digo un gallo, por que desde que se incorporaron a su breve estancia entre nosotros sólo un gallo las consideró como suyas y las protegió. Es verdad que se pavoneaba ante ellas, estirando su cabeza, aleteando y erizando las plumas de su cuello, amén de su canto que se hizo aún más frecuente. Los otros cuatro se conformaron con las pobres y agostadas dos gallinas de siempre. Un poco como aquí, se aferraron a lo que ya tenían sin apostar por lo nuevo, sin soñar con un mañana un poco mejor. La gallardía del ave de corral se tornó una vuelta resignada a lo de siempre, imagino que el resto de compañeros lo consideraran el hazmekikiriki del grupo.
Sin gallinas se ha empezado el gallinero, al uso de como lo hacen por aquí, como una construcción también efímera. Unos postes de madera blanca, una estructura básica para el tejado, unas láminas de lata cromada clavadas a las mismas hacen de techumbre y zócalo. El cumbre con una fina lámina, también de lata que a pesar de ser nueva, esta abollada por todos lados, consecuencia de una manipulación nada esmerada, también claveteada a las maderas.Los vanos son cubiertos por mosquiteras y han hecho lo propio para el espacio abatible a modo de puerta. Un frágil espacio de dos metros por uno que acogerá, espero esta vez, la vida de las gallináceas. Necesario se hace en tanto que cuervos y rapaces merodean el cielo y no es la primera vez que dejándose caer en picado obtienen su presa. El escándalo del grupo refugiado entre los papiros al lado de la capilla, suele alertar de esta mortal maniobra. Así que estarán defendidas, en principio.
La vida es así, y de igual modo que para unos termina con una pirueta meteórica llovida de lo alto, para otros comienza en la tierra. Una joven cabrita en denodados gritos y espasmos está de parto. Un cabritillo negro asoma y es expulsado sobre la tierra, momento en el que rompe a gritar y la primeriza y joven mamá se pone en pie y comienza a lamerle para limpiarle y liberarle de la pegajosa bolsa que lo envuelve. Es increible, sus constantes lametazos comienzan por su hociquillo y una vez limpio se dedica a hacerlo por el resto de su cabeza y cuerpo, mientras la criatura no se está quieta e intenta primero estirar sus patitas para después torpemente ponerse poco a poco en pie. Su torpeza es igual a su constancia y las caídas no le arredran en el empeño. El caso es que en apenas diez minutos ya se mantiene en pie y camina, con insistentes gritos y llamadas. La mamá comienza a contraer su pancita. Todos los que estamos contemplando esta que debiera ser íntima escena, este tierno momento del alumbramiento, contemplamos cómo la mamá nos regala con otra cría. De igual modo que lo hizo con la primera, se comporta con la segunda a pesar de la insistente llamada del pionero. Y una vez ambos en pie y listos, ambos buscan instintivamente mamar, cosa que logran en apenas unos minutos más tarde.
El comentario de algunos es que "es de buena raza" porque siendo primeriza, lo normal es traer uno sólo y lo ha hecho doble. Contemplando la escena, para mí como bautismo ganadero, yo les animo a pensar sobre la naturaleza humana. Hemos contemplado cómo en apenas 20 minutos los pequeños se han puesto en pie y se nutren ellos mismos de su madre.... por el contrario la especie humana... dependiente total en sus primeros años... Animo a dejar a la recién formada familia caprina que estén tranquilos. Dos días han pasado sin verles por ahí hasta esta mañana en la que me dispuse a hacerles una foto y como si la mamá lo supiera de antemano, se dispuso bien para ello. Así es la vida del gallinero de la misión y de su pequeño rebaño de apenas unas pocas cabezas de ganado menor. Unos acontecimientos y otros marcan el reloj de la misión en lo que a su vida interna se refiere. Una tarea que requiere de altas dosis de esperanza y de sentido del mañana, paciencia y tesón para convencer a no pocos que lo inmediato ha de estar en relación con lo que podemos esperar para el mañana. Un empeño nada fácil y que entra de lleno en la condición de sembrador en un pais y una tierra que apenas tiene tierras dedicadas a ello, quizá porque la paciencia y la esperanza no son virtudes de este ecuador. Sin mañana, aquí dicen Kekereke, no hay esperanza. A lo mejor esto es lo que cantan incesantemente estos gallos por la misión...
Todo comienzo suele ser duro y difícil, pero si se persevera y termina bien es tan agradable el final como difícil fueron los comienzos.
ResponderEliminarMuy pronto, la misión tendrá muy pronto, un rebaño importante de cabras y un gallinero repleto de aves, para el sustento. Asi lo he visto dibujado en mi mente y en mi deseo.
ResponderEliminarJesús, no te canses de trabajar por esa gente. La "paga" la recibirás en el tiempo oportuno.
Qué ejercicio de buena Literatura, un símil perfecto entre lo que pasa en el gallinero y el transcurrir de la vida en la misión. Sigue sembrando, los frutos llegarán en tiempo oportuno. Un abrazo
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