Un día precioso de campo, después de jornadas de trabajo, es la mejor recompensa a tanta buena dedicación. La víspera me entretuve en la cocina, preparando una buena tortilla de patata y otros agasajos al gusto hispano. De este modo, los dos jóvenes aka mayores de la misión, Mamadou y Manuel que han ayudado a Pepe estos días, Mario que tanto ha ayudado también en estos meses y yo, éramos el cortejo de los cinco turistas improvisados. La nevera portátil se completó con bebidas frescas y nos pusimos en camino hacia un enclave a 32 kms de distancia de M’bata, un lugar muy particular en la historia de este país: Zinga. Antes, en Batalimó, nos adentramos hasta la Industria Forestal donde preguntamos por el Director y legamos hasta su colonial mansión al borde de la Lobaye. Tenía una deuda que saldar con él a cuenta de la ayuda que nos dispensó en su día para hacernos llegar con su camión las cargas de piedra desde Mokinda con la que hemos hecho la fundación del muro de la misión. Una botella de vino de Oporto es nuestra humilde y agradecida ofrenda a este hombre de ascendencia portuguesa pero francés de nacionalidad. A cuenta de un paludismo no lo pudimos ver, pero uno de sus mayordomos salió para manifestarnos su agradecimiento y disculpas al no poder recibirnos. Esta incursión nos permitió callejear por Batalimó Era mediodía y los trabajadores en grupos y gran número abandonaban la serrería dispuestos a la celebración de un fin de semana en el que festejan la independencia del país. Paradojas de la vida celebran el día de la proclamación de la independencia (1/(12/1958) cuando tenían que celebrar el día de su entrada en vigor, fecha que no sería hasta dos años más arde, cuando la urbe gala les permitió ya ser algo por sí mismos /13/08/1960), hasta en esto siguen siendo serviles.
En este tramo del camino, los vestigios aún de las lluvias hicieron necesario poner el 4X4 para salir de un atolladero. Pepe fue testigo de una situación complicada que no por serlo deja de ser habitual entre nosotros aquí. Superada la prueba y lleno el coche de barro, retomamos de nuevo el camino que nos llevó hasta el lugar donde está el transbordador de Mongoumba, lugar donde comimos para después continuar a Zinga.
Zinga es un enclave ya a orillas del Oubangui, teniendo en la otra orilla a RD del Congo. Aquí se encuentran los únicos kilómetros de línea férrea del país. Entre 1920 y 1960 funcionó una línea ferroviaria de 6 km que unía los pueblos de Zinga y Mongo. Esta línea permitía cruzar por tierra el umbral de Zinga, en el río Oubangui. La Compagnie Générale de Transport en Afrique Equatoriale (CGTAE), empresa de transporte fluvial, explotó esta línea hasta 1960, que permitía superar las corrientes imposibles del río en este tramo, impidiendo el tráfico fluvial entre el Congo y Bangui. Cargas y pasajeros se depositaban en esta línea que recorría la margen del río y unía Zinga con Mongo, de modo descendente y viceversa para el trayecto ascendiente.
El paso del tiempo es testigo de un pasado en el que aún hoy, después de casi setenta años de abandono, evidencia un desarrollo llegado de fuera con la pretensión de superar toda adversidad con tal de extraer los productos tan codiciados en los mercados europeos. Hangares de muros horadados, ladrillos desafiando la gravedad, máquinas de tren a vapor varadas con un tono verdoso que casi mimetizan con la vegetación que se ha ido haciendo dueña del lugar al punto que un árbol, naciendo dentro de la terminal ha ido abrazando la estructura metálica hasta que ha logrado surcar de nuevo el azul del cielo, quedando para siempre fundidos y atrapados en su destino.
Un barco de vapor, en madera como los del Misisipi, aparece atracado en lo que un día fue el muelle del puerto. Esqueletos de vagones de pasajeros y de plataformas de carga, todo, todo habla de este pasado.
El paseo entre estos escenarios es de obligada maravilla, un paseo bullicioso porque una nube de chavalillos corren al paso nuestro, haciendo del turismo el asombro de su cotidiano vivir del que son testigos pero del que desconocen toda esta página que la historia ha escrito entre ellos con estos caracteres de época colonial. Conviven con estos dinosaurios de los comienzos de la época industrial, ignorando la razón de lo que otrora fue vital y hoy simplemente es un cementerio de su historia.
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