lunes, 22 de abril de 2024

INVERSAMENTE DESPROPORCIONAL

Nos acercamos a Bangui-Bouchia para resolver varios asuntos. Tarde tórrida y donde el calor lo invade todo. Gracias que el coche cuenta con aire acondicionado y al menos los trayectos son llevaderos. Llegamos y tras contactar con el catequista, el responsable y el yaya kota, vamos a visitar la casa del antiguo catequista Boniface, ya difunto. Un encargo hecho por el obispo, que le conoció y estimó, ante la petición de su viuda. Es una casa pequeña, con muros agrietados, una parte de cobertizo abierto que utilizan como cocina y un tejado en piezas de bambú, podridas y secas por demás, que dejan ver más huecos que otra cosa. En este lugar viven dos jóvenes, hijos del difunto. Él de unos 25 años, hoy ausente y su hermana un poco menor pero en un avanzado estado de gestación del que será ya su tercer hijo. Me dice está de nueve meses ya, algo que no puede esconder. Evaluamos la vivienda para informar de su estado al obispo. 

Un rato sentados al amor de la sombra de la vivienda del responsable, nos permite hablar y tratar el caso de un hombre al que hay que operar de une hernia en el hospital de Mongoumba. Planificamos de acuerdo con el médico que a partir de mediados de mayo se hará la consulta, la operación y los quince días de convalecencia. El precio de la operación es de 30.000 Fcfa, unos 46,€. Deberá buscar quien le ayude o preste y cómo hacer frente también a los gastos de su hospitalización. La misión le ayudará, pero eso, le ayudará….

De regreso paramos un momento en Bouchia para pedirle a mamá Rosalie que el martes próximo acoja a una mujer Aka (pigmea) hasta que lleguemos a recogerla para llevarla a Mbaïki al encuentro de la Comisión Diocesana Aka, que juntará a unos 60 líderes Aka de toda la diócesis para abordar problemas  y afrontar acciones de cara a su  situación. 

Reemprendemos camino de regreso a Mbata y antes de llegar a Ngbokia, un numeroso grupo de personas en la ruta, nos indican con sus brazos que algo sucede. Efectivamente, al lado derecho de la cuneta, yace volcado boca abajo un gran camión cargado de hierro, proveniente del Congo. Madera, cemento, hierros y combustible, son los cargamentos habituales de esta ruta. Aparco el coche y bajo hasta el lugar. La población ha aprovechado para poner bidones y recipientes de todo tipo para recoger el gasoil que destila de los grandes depósitos del camión, ahora sus bocas invertidas… Deduzco que hace escasos instantes ha sucedido el percance. Me acerco a la cabina donde una gran expectación me permite ver dentro al conductor que está atrapado por un brazo. Parece que está bien y también los otros tres ocupantes de la cabina. Es un milagro. Comienzan sin sentido todos a utilizar hachas y todo tipo de herramientas para destrozar la ya maltrecha cabina, en su parabrisas, en sus puertas… Muy pulsionales y nada organizados les alerto, no creo que con mucho éxito, del cuidado de estas acciones que les puede herir si no prestan atención en medio del barullo. Y les digo me acercaré a Mbata a la Gendarmería, para informar. 

Asciendo por detrás del camión intentando explicarme el accidente, que creo es debido como consecuencia de querer evitar  los grandes baches del centro de la ruta, se ha orillado demasiado y el terreno ha cedido haciendo que el gran camión haya simplemente tomado la cuneta y volcado. Los escasos 8 kilómetros que nos separan permiten que a los camiones que nos cruzamos, alertemos del percance.   En la Gendarmería reina la paz. Dos agentes bajo la paillote del exterior, les permite sobrellevar el calor. Nos aludamos y refieren sin inmutarse demasiado que es la primera noticia que tienen al respecto. El suelo de esta sombra tradicional recoge tirados varios cascotes de cerveza  ya consumidos. Me dicen esperarán la llegada del oficial para tomar una decisión. Nos agradecen la misiva y entramos a la misión reflexionando un poco sobre el este accidente, el cuidado que hemos de  tener, los servicios de socorro y auxilio…. 

Cuando a la mañana siguiente me encamino a celebrar la eucaristía dominical a Molangué, pregunto sobre ellos a Romarick, el motorista. Me informa que sacaron de la cabina al conductor y lo trajeron también en moto al centro de salud de Mbatany que tenía una herida en un brazo pero estaba bien. He de confesar que cuando me acercaba a la cabina pensé lo peor. Por la tarde, de camino a Mbaïki, pasamos de nuevo por el lugar donde todos nos saludaron mientras a golpe de pala, retiraban tierra y barro para comenzar, imagino, con la difícil descarga de un camión invertido y cargado hasta arriba de hilos de hierro para la construcción, camión que formará parte en los próximos meses del paisaje de la zona… Así son las cosas por aquí.  

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