Después de siete meses, era previsible me viniera a visitar. Pensé al venir de Bangui-Bouchia, era consecuencia de los vaivenes y saltos del camino. El caso es que llegué muy cansado, como nunca hasta ahora. Al punto de arrivar al refectorio y caer dormido en profundidad. El lunes presidí aquí la fiesta del bautismo del Señor, que según el calendario galicano es el lunes posterior al domingo de la epifanía. Los franceses siempre con ese toque de singularidad. El martes el sopor no me permitió ni percibir la campana, que la tengo al lado. Dolor de articulaciones, cansancio generalizado, algo de fiebre… indicadores de que me ha venido a visitar, o al menos a tocar a mi puerta, el palu. Estuve a suero oral y comencé tratamiento tres días de Malarone. Hoy ya me despertado con normalidad en todas dimensiones. Hoy “ya soy persona”, como decía mi padre tras superar algún proceso. Y es que los misioneros somos de la misma pasta que el resto de mortales.
La verdad que llevamos un ritmo agotador entre capillas, scouts y obras en casa, y también puede ser un golpe de fatiga. En cualquier caso es una llamada de atención a hacer las cosas poco a poco. La verdad que querer aprovechar la estación seca para visitar y conocer está bien, pero quizá haya que hacerlo más suavemente. Estad tranquilos que estoy bien, si no, no lo contaría. Si no, no escribiría..
Peor parte llevó el otro día un mimbro de la coral que resultó herido en la mano, con el machete en esa practica estacional de “feux des brousses”, esto es quemar una superficie de terreno con el deseo de que el fuego haga salir a los roedores y animalillos de la selva. Es increíble que después de apenas dos días del fuego, toda la superficie quemada se cubre de una pelusa verde intenso, evidencia de la feracidad de esta tierra. El caso es que ese corte le ha llevado a un infección generalizada y ya lleva dos días, bajo tierra. Como pasaba en Angola, recurren antes a otros medios que a los sanitarios y así nos va, sobre todo con los medios tan limitados que hay aquí. Cuando yo vi, llevaba quince días con el brazo envuelto en una tela auténtica de Palomino, todo el brazo infectado y unos dolores grandes.
Como estamos hablando del capítulo de salud, el otro día en Bobua me percaté de una niña como de 4-5 años con los pies zambos y caminando con dificultad sobre sus tobillos. Intentaré tomar unas fotos y solicitar a algún Hospital Español, pueda ser intervenida y corregido su mal. No me imagino aquí el futuro que le espera de seguir así. Imagino sea un proceso largo y tedioso, aquí les encanta poner trabas burocráticas y peros, tienen muy controladas las salidas del país, porque por lo general quien sale, no vuelve, así es esta maravilla de república de espectro marxista con esa trinidad política heredada de los franceses y expresada en unidad, dignidad y trabajo.. Cuando tienes experiencia con la maquinaria el estado te das cuenta de la inoperancia mas escandalosa y la corrupción establecida como parte de todo el aparataje. Desde el policía que decide multarte, pero siempre llegar a un acuerdo, al pago de tasas oficiales que también tienen su rebaja.
Lo importante es no caer en el error de ver en ello un tratamiento de favor al misionero. Aquí todos los blancos somos sinónimo de dinero. Consecuencias ambas de pasado colonial un tanto “sui generis” y de una omnipresencia de ONG´s e instituciones internacionales que garantizan una ayuda exterior, marcada también por el engrosamiento de sus programas, olvidándose de lo más elemental y genuino. Aquí todo es un poco así y todo funciona de aquella manera, teniendo como preámbulo de la acción esta premisa que hay que superar. La Iglesia no contamos con otro privilegio que el ser reconocidos por estar con los últimos. Empecé a hablar de un mal y he acabado hablando del auténtico rostro del mal, mal endémico, una enfermedad que no erradica medicamento alguno, si no con el cambio de mentalidades, algo más difícil de tratar, cuando por medio anda el dinero.
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