Hay en M´bata, a la entrada un gran tablero informativo, cargado de logos de muy diversas instituciones, también gubernamentales, que presenta un proyecto de construcción de un área agrícola con depósito incluso de maquinaria. A su alrededor… nada. Pregunto sobre el mismo y me dicen que tras una gran campaña de sensibilización a la población hecha ya al menos hace siete años, pusieron el cartel y así está desde aquella fecha en la que autoridades y responsables de las instituciones vinieron a la inauguración del proyecto con la “plantá” del mencionado tablero. Más de eso en estos años, nadie ha visto nada.
En M’Baiki, junto al campamento de las fuerzas de la Minusca, se está nivelando, a base del trabajo de grandes máquinas, una gran superficie que dicen albergará la maquinaria china con la que se elaborará la carretera que unirá el Congo con Bangui a través nuestro Grandes proyectos que….”hay que verlos para creerlos”. Yo ya tengo experiencia de este affair en Angola en la carretera Lubango-Luanda, también proyectada por los chinos.
África es el lugar que aguanta todo, también el descaro de estas magnitudes, con la subsiguiente injusticia. Personalmente y convencido de que “obras son amores y no buenas razones”, ceo en lo micro, lo pequeño, lo concreto, lo eficaz, lo realizable, es verdad que todo hecho con una mirada amplia. Y es que esto último, frente a la desconfianza que despiertan en la sociedad, a pesar de estar por medio grandes siglas conocidas, contrasta con todo lo contrario, esto es, cómo lo concreto gana terreno en la credibilidad social precisamente por su capacidad discreta de realización.
Todo esto para presentar cómo vengo feliz de Bangui tras haber situado en prácticas profesionales a Wapila, a Mamadou, ese chico Aka al que dedicamos un de las primeras entradas de este blog. Hizo soldadura en Don Bosco y actualmente estaba en la misión como demandadero de las hermanas Sentados una tarde sobre los peldaños de la entrada a casa, soñamos juntos sobre su futuro como herrero. Le busqué unas prácticas en un grande y buen taller en Banghi y ahí está ya realizando su aprendizaje práctico. Es un taller regentado por Abdenur, un musulmán. Hombre serio y de palabra, se ha hecho buen cargo de la tarea que hay que hacer con el muchacho. Están todos contentos. Tres meses y después se establecerá en M’Bata. Será no sólo un logro personal, si no y también para su etnia y su integración social.
Vengo satisfecho por la gestión y las actitudes que he observado. A punto de llegar a M’Baiki un camión de la misión cargado con sacos de cemento, muchos para mí en M’Bata, está parado en la carretera. Es un Mercedes-Benz L322 de 1959. Jacques me dice que le falta combustible. Nos ponemos manos a la obra para el trasvase del mismo y fabrico de una botella de agua un improvisado embudo. Cuando me dispongo a verter por la puertezuela externa, me advierte que es por dentro, por la cabina. El lugar del acompañante está ocupado por un bidón de 50 litros del que unas gomas, a modo brico, comunican con el motor. A su lado, en el suelo una batería. Una vez compartido el gasóleo, desciende, toma consigo la batería, que la conecta a la externa del camión y con un borne hace masa también con el mismo. Levanta el capó y purga el agua que haya podido quedar en el circuito hasta que sale ya gasóleo. Lo cierra conecta baterías, media vuelta a la llave y el contacto produce un ronco y profundo, pero elegante, ruido que indica que el camión está ya arrancado. Un par de acelerones que indican su vetusto, pero aún potencial motriz y, recogiendo todo, reinicia el camino.
Cuando subo al coche, subo con una sonrisa de cómo funcionan aquí estos dinosaurios de estas rutas, restos resilientes de un pasado que se resiste abandonarles, porque quizá no ha futuro que les supla. Máquinas en verdad, construidas para durar bajo todo tipo de condiciones y carencias. Llegamos felizmente, cansados pero satisfechos. ¿Hay algo mejor que una ducha?...... ¡pues sí!. Al verme me vienen a buscar para dirigir la adoración eucarísitica con los catequistas y sus familias. Poner a sus pies esta jornada es un buen momento para confiarle estos micro proyectos que he llamado: “Hoy es futuro”. Quizá me olvide que también hoy, sobre todo es jueves….
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