Como si de una velada de campamento se tratara, esta noche hemos tenido primero que cocinar unas humildes tortillas francesas con quesitos a la luz de los móviles. Mientras Alejandro ponía la mesa y monseñor Aguirre hacía de benéfico lucífero, yo por mi parte al fogón. Una cena muy sencilla y profunda al ser acompañada por la experiencia compartida por este misionero español, hoy obispo de la complicada Bangassou. Brinca ya de más de cuarenta años aquí la vida de este comboniano cordobés. Sus experiencias, anécdotas y sabiduría, nos hacen ser primeros destinatarios de un mensaje de misión cargado de esperanza en medio de tanta pobreza y amenaza.
He de decir que después de escucharle creo que soy, en medio de todas las limitaciones, un privilegiado al estar donde estoy. Nos habla de amenaza presente y diaria aún hoy, por parte de poblaciones migradas de Niger y Tchad. Poblaciones nómadas dedicadas al pastoreo y que entran en seguida en conflicto con las poblaciones ya sedentarizadas, esquilmando sus cultivos, destruyendo sus haciendas y cometiendo todo tipo de abusos y tropelías aquellos, que vienen respaldados por la violencia y las armas. Volver a empezar una y otra vez…. Esto le ha tocado a este misionero resiliente como pocos. Una fortaleza nacida del Evangelio. Construir lo que ha sido arrasado, apostar por la escuela como clave para dejar a un lado el pasado y mirar el futuro con esperanza.
Conflictos que a menudo hay que conjugar con la realidad interreligiosa, puesto que hablamos de poblaciones cristianas y musulmanas. No hay que permitir que el conflicto envuelva y enfrente a las comunidades religiosas. Nos contaba cómo con sus curas y ante un proceso de linchamiento social y paramilitar a la comunidad islámica, ellos, ataviados de la aparente vestidura talar, entrelazaron un muro humano intermediario para protegerles de ese fuego acusador que no pregunta y que sólo culpabiliza de modo letal. Aún recordaba, al hablarnos, el silbido de los proyectiles.
Tres piedras decía, como fundamento para reconstruir este pueblo. Una imagen de sus hogares que amparan el fuego que calienta las marmitas que les alimentan. La educación, la sanidad y la esperanza. Esta es la razón por la que hace escuelas y clínicas. Esta es la razón por la que una y otra vez vuelve a empezar cuando la destrucción ha hecho pasto de estas obras. Así se construye la tercera piedra, la esperanza contra toda desesperanza. Este hombre y sus comunidades viven en lugares en verdad inseguros, marcados quizá por el miedo pero transidos de la esperanza que afirma que hay que levantarse siempre y mirar hacia delante siempre.
He de confesaros que de toda su narración, sólo me inquietó un poco cuando habló, con mucho conocimiento y sentido, de la posibilidad de nuevo de una guerra civil , no tardando mucho. Es verdad que refirió el hecho de que hay un interés internacional en que este país esté así, con esta calma tensa y con actores venidos de remotas culturas eslavas y orientales, al olor de lo que la ciencia está revelando. Estamos sobre el ónfalo del planeta tierra. Es como si del interior hubiera emergido a modo de volcán, la tierra y como si esta fuente, originante de la deriva de los continentes fuera la causa que explique el porqué en apenas unos metros del subsuelo de esta tierra de sueño, estuvieran en bruto esperando todo tipo de minerales y materias ricas para la obtención de eso que necesitamos, nos vuelve locos, pobres o ricos, poderosos o insignificantes, egoístas y que se llama energía. Una lucha por el control durante los próximos veinte años de lo que se esconde bajo nuestros pies y que es en sí también el motivo de ese olvido intencionado, de ese abandono que sume a esta población en la pobreza más miserable que se puede uno imaginar.
Y en medio de este panorama, hay empeños como el de este hombre que, a riesgo de sus vidas, la hacen posible en derredor suyo. Este es el compromiso de una Iglesia que se mancha con el barro de una humanidad necesitada sobre todo de esperanza, en que hay que construir otro mundo diferente al que hemos llegado y hay que empeñarse en hacerlo real frente a tanto sucio interés, tanto Goliath, y tanto Mordor.
Me quedo también con su mensaje de móvil de la mañana siguiente: “ Espero seas tan feliz aquí como lo soy yo”. Albear propio de quien no cree en el poder de la oscuridad de una noche, que presagió sus propios límites al retornar casi al final de la sobremesa el fluido que nos hace vivir: la luz.
Una foto preciosa con Mons Aguirre, a quién admiro mucho..Ojala no se cumplan sus predicciones. Un saludo. Manoli
ResponderEliminarEs una persona increíble y transmite, en medio de la crudeza de sus análisis, una gran paz y serenidad Gracias Besitos y saludos a toda la gente buena de esa ciudad. Estáis conmigo todos.
ResponderEliminar