Yo quisiera hablar del lobito bueno, de la bruja hermosa y del pirata honrado. Aquél poema de J. Agustín Goytisolo de pegadiza e infantil melodía que los más mayores recuerdan con Paco Ibáñez y muchos lo hacemos con Rosa León. El caso es que me sirve su final para esta entrada de hoy: “un mundo al revés”. Sí, así es, un mundo “patas arriba”, decimos coloquialmente.
Referéndum. Hoy han dado a conocer los resultados del celebrado hace una semana y en el que entre otros cambios en la constitución, estaba el de no limitar tiempo al mandatario, facilitar el “ad perpetuam tiranii memoriam”. Dicen ha participado casi el 60% de los votantes y de ellos sólo un 4,8% se han manifestado en contra de esta propuesta. O sea, abrumadora mayoría a favor de la tiranía. ¿Falsedad o tomadura de pelo? Lo que yo pude ver por los poblados (akodoro) es que donde estaban los enviados electorales estaba solitario. En el camino, un pickup de paramilitares y dos puestos electorales vacíos, sólo con personal del gobierno. ¿Observadores? Quizá nosotros. Así que, a sacar conclusiones…
Almacén. Cuando entras, hablo ya de la capital, dichos negocios regentados por libaneses o pakistaníes cuentan con abundancia de mano de obra centroafricana. Uno te acompaña por toda la nave tomando nota de tu pedido. Acabado el paseo, otro te hace una nota, que sin verla tú que eres el interesado, pagas en otro lugar, emitiéndote un recibo, con el que te diriges a la puerta donde otro te pone un sello y se queda con una copia y con el resguardo te confía finalmente a quien te la va a servir. Con calma se afana en ir buscando aquello que ha sido tu elección y compra. Una vez puesto todo en la mesa le indicas que hay cosas que no has pedido, otras faltan y otras simplemente no están registradas en la nota. El caso es que unas se cambian, otras se completan y el resto te resignas a no llevarlas en esta ocasión porque esta operación de comprar es una inversión más cara en tiempo que en dinero. Te desesperas y compruebas la ineficacia de una colectividad.
Aeropuerto. Damos razón de nuestra vida para entrar a las instalaciones con la pretensión de buscar dos maletas de un cooperante neerlandés que no llegaron con él hace una semana. Enseñamos todo lo que nos piden y vamos a una habitación pequeña donde una funcionaria con chaleco reflectante nos pide el justificante del equipaje. Lo comprueba y le dice a un joven que allí estaba echado en unas sillas nos las entregue. Para ello le coloca una llave en el mostrador. El joven se incorpora y salimos de la minúscula celda para ir a una puerta contigua. Le recuerdo que necesita la llave, me lo agradece y vuelve a por ella. Nos abre la puerta y un recinto pequeño rebosado de equipajes de todo tipo, sin orden de nada. Un olor increíblemente sabroso a sudor, grasas, alimentos pasados… Nos invita amablemente a buscar las que eran objeto de nuestra presencia allí. Las encontramos enseguida (por la cuenta que nos traía permanecer en aquel reducto por más tiempo). Salimos exitosos y a la puerta una militar nos pide identificarnos. Lo hacemos con nuestros pasaportes y respondiendo a sus preguntas. Nos envía a un mando que al verme me pregunta si soy misionero. Respondo que sí y sin más me desea un buen día y agradece la tarea que realizamos. Salimos del recinto aeroportuario con las maletas y la sensación de ser testigos de una vida inversa: el mundo al revés del cuento, que aquí por desgracia, es realidad. Un ejemplo galiléico de que "a pesar de todo..... se mueve"...
Me ha gustado muchísimo tu nueva entrega y sobre todo :"Si, soy misionero"...y el agradecimiento del funcionario.
ResponderEliminarQue la guerra en Niger no os afecte.
Un saludo.
Y a mí que me contestéis. Hay unas que gustarán más y otras menos... escribir ya sabes que no es tarea fácil y que hay días de todo. Un abrazo grande y no sucumbáis al calor. Aquí a 22 y lloviendo todos los dias, pero llover de verdad! Un abrazo.
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