Es domingo y a pesar de ello tengo en casa a Marcel Kete y dos jóvenes. Es el hombre del Ministerio del catastro de toda esta región de la Lobaye. Estuve en su despacho para solicitarle sus servicios, en especial para las capillas del eje de la carretera de Mbata-Mbaiki. En el aire está el comentario generalizado de que la carretera que comunica con el Congo se va a hacer ya. Los chinos, que se encargaran de la obra, ya han hecho M’baïki una gran plataforma y recinto para guardar maquinaria y materiales. No se.. en todo caso no es bueno acometer obra alguna en las capillas sin que éstas estén registradas. Va a comenzar hoy por Mokinda y Ngbokia.
El procedimiento es que este hombre viene al poblado, en presencia del jefe del poblado y del responsable de la capilla, le dicen la propiedad o concesión en la que no debe haber discrepancia. Con una cinta métrica, traza las líneas que establece entre unas picas de hierro y con eso, hace un plano y demás papeles. Pagas y punto. Este proceder aparentemente tan sencillo y pacífico, en no pocos caso esconde unas problemáticas nada inocentes, de personas que al cabo del tiempo vienen en demanda de propiedad de una tierra registrada. En todo caso, es la ley de la selva y para la selva. Sorprende su modo de trabajo, el material que le acompaña (nulo) y las exigencias de que la arena con la que va a mezclar el cemento para hacer los montoncillos sobre los que ubica las picas para la medición. Exige sea de calidad y hace ir a dos feligreses a por un saco a dos kilómetros. De veras no entiendo tanta desproporción en esos términos.
Tras dejarlos, me regreso a la misión, tomo mi maleta capilla y una moto con chofer y me voy a Molengue I a celebrar la Eucaristía. El camino está difícil a causa de la arena, abundante en este momento ya de la época seca. La moto avanza con lentitud y dificultad serpenteando bastante, el muchacho es prudente, demasiado diría yo. Llegamos con retraso y en seguida da comienzo la Eucaristía. Como siempre animada. Al final de la misma, declino quedarme con ellos a cuenta de ir a recoger a los del catastro. Al legar a la misión retomo coche y me acerco a recogerlos. Están sentados a la sombra y me indican han terminado hace una media hora. Los llevo a la misión y un problema en el mercado ha hecho que la cocinera no haya comprado nada para comer. Ahí me veo haciendo rápidamente una ensaladilla al mejor estilo español, gracias a mi última compra en Bangui. Comemos, descansamos un poco y los acerco a la otra capilla, para yo continuar a Senga, que tengo eucaristía y Bautismos. A mi regreso los recojo de nuevo acerco a la misión.
En la sobremesa me indica que mañana, lunes, se ira muy temprano, porque vienen del ministerio y ha de estar cada uno en su puesto (despacho), si no….. no cobrará el próximo mes. Sigo sin entender este modo de hacer las cosas, propio de quienes pretenden lastrar el desarrollo de un país con este tipo de acciones del todo ineficaces.
Me llama a media semana para indicarme que ya también ha hecho los papeles de Senga y que seguirá con el resto, imagino que hasta que acabe la ultima brizna del saco de cemento que le facilité. Después pedirá otro, espero que la arena sea de su agrado y logre los resultados deseados. No sé bien a dónde llegaremos con esto, porque en estas alturas del planeta no sé si este proceder servirá para mucho, pero al menos poder tener algún documento que autentifique la propiedad y el uso de un espacio, que en la gran mayoría de los casos habrá que hacer obra para dignificar un poco la presencia de la Iglesia en medio de los poblados. Resulta muy idílico celebrar debajo de un sombrajo y rodeado por una empalizada de bambú pero las incomodidades de funcionamiento son muy grandes. Tengo claro que no haremos nada sin la seguridad de que va a ser respetado y para ello hay que pasar por estas “horcas caudinas” de Kete, su ojímetro y exigencias de profesional caprichoso. Imagino que quien lo encontrara en su puesto recompense con su salario tan alta dedicación en el bureau.
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