martes, 2 de enero de 2024

EL PUENTE

Cuando a últimos de abril concluía el camino que inicié en Loyola, solo y a pie como Íñigo, y cruzaba en Manresa el puente medieval sobre el río Cardenet, aquel paso fue un gesto cuasi sacramental. Significaba lo que representaba, un dejar atrás muchas vivencias y experiencias, y empezar a pisar otra orilla, a estrenar caminos de encuentro. Aquellos días en la cueva experimenté en medio de la soledad, la compañía de Quien sostiene y es principio y fundamento de todo. Me abría entonces con aquel paso, a la misión.


Concluye el año y comienza el nuevo, momento de hacer recuento del pasado y soñar cómo se podría dibujar el futuro. Medio año ya en República Centroafricana y me parece que vine ayer mismo. Acercamiento a la realidad y misión en su estado mostrenco ya, sin idealizaciones ni romanticismos. Una sociedad pobre en todos los aspectos cuya pobreza salpica también a la propia condición humana. Pobrezas de expectativas, de planteamientos, de miras. Pobrezas en las personas que les hacen ser como son y ni siquiera anhelar poder ser de otro modo. Medio año en el que la incursión en la población ha sido también en su lengua y el medio natural de sus vidas. En medio de todo ello, pequeños destellos de civilización representados en la compra de la tapadera de un inodoro o el tesoro de una cafetera de esas llamadas “italianas” que endulzan la vida con el aroma primero y el sabor después, de un buen café. El día a día supone una lucha interna de cálculo secreto del costo de la vida a propósito del abismo que nos separa entre sus francos cefa y nuestros euros.  

Meses de recorrido físico, acariciando la tierra en sus caminos y poblados, acercándome a mayores, jóvenes y niños, enfermos y sanos. Tiempo en el que las responsabilidades germinan, primero con jóvenes scouts, maestros en formación y parroquia al final. Es ahora donde se pasa de espectador a protagonista en la trama de la vida en estas coordenadas, y comienza el itinerario iniciático por capillas y poblados permitiendo que todos tomen posesión de tu vida en virtud del ministerio recibido. Con ello también se inicia una peculiar relación con la vida consagrada y el presbiterio diocesano. Eres el misionero que ha venido de lejos para hacer tuyo lo que no te pertenece, porque más bien son ellos los que te hacen suyo al pertenecerles.


En medio de todo ello hay quien se acuerda y hace lo imposible por hacerte una entrevista, visual, radiada o escrita y eres causa inmerecida de admiración. De igual modo este tiempo hace que te olvide quien no debiera hacerlo, y con  sublimes pensamientos mantiene vivo el orgullo por un gesto y una entrega de tu persona. Por lo mismo la sorpresa te cautiva al saberte con palabras y gestos concretos, que no estás solo y que contigo están muchas, muchas personas que han despertado a la misión por tus pasos e inquietud y que nunca hubieras pensado estarían tan contigo como tú mismo. La emoción de esta evidencia te hace vivir agradecido.

El futuro está por escribir, el futuro es el tiempo que le pertenece a Él y ante ello sólo hay una actitud posible, la de manifestarse disponible, capaz de acoger  lo que se te confía. Me doy cuenta que no ha sido errada decisión, que como tal te ha ido tallando en tu persona y con los que de verdad forman parte de tu vida, los que me he traído y han querido venir conmigo de tantos modos y con los que me he encontrado también de otros tantos. Todos forman parte ya de tu vida y este tiempo, estos años te irán conformando al punto de poderles dar lo mejor y recibir de ellos también, lo más esmerado de sus existencias. Es todo un reto en el que la poquedad de tu vida no puede darse si no va unida al perdón y a esa gran capacidad que hemos de tener todos de aprender cada día y a cada instante. Sólo quien es capaz de atisbar un poco todo ello, comprende la grandeza de la misión.  


Un día salí de Loyola, crucé el Cardenet, llegué a Manresa, pero hoy me miro y sigo haciendo camino.


1 comentario:

  1. Me siento muy identificado con la labor misionera; todos los días tengo unos momentos de oración por todos vosotros y por las personas que os han sido encomendadas.
    Cada día me siento un poco más cerca de RCA; espero tus comunicados, en los que se refleja que la esperanza tiene que estar viva cada mañana, mirar con optimismo la realidad que os toca vivir, lejos de la familia, los amigos...pero no estáis solos.
    Un abrazo, Jesús.

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