sábado, 4 de noviembre de 2023

OFERTORIO DE NOCHE OSCURA

A nadie se le escapa ya a estas alturas, que en la misión no todo es fantástico e idílico. Las gentes sí. Los niños por supuesto. La naturaleza por demás. Son motivos recurrentes de fotografías e imágenes que captan un instante de felicidad que aumenta al ser compartida. Advierto que no tengo derecho a quejarme y me explico. Teilhard en el desierto de Ordos, en Junio de 1923 “celebró” la eucaristía sin las especies sacramentales, espiritualizando todo y sintiéndose ante la naturaleza como gran sacramento de la presencia de Dios. Compuso ante esa ausencia de pan y de vino, ese magnífico himno de la "Misa del Mundo" al que nos hemos referido en alguna otra ocasión y que tanto amo. De igual modo, numerosos  misioneros en Asia, especialmente pienso en Javier celebran la eucaristía en solitud, en tanto que ni siquiera hay comunidades cristianas aún allí donde ellos están.  No me quiero comparar ni con el gran Teilhard ni con el bueno de Javier. Quiero expresar sólo una realidad compartida con ambos: la soledumbre, en ocasiones, del misterio celebrado.

Hoy día de difuntos celebro en soledad la Eucaristía por vez primera en estos 28 años de ministerio. El contexto es el pequeño oratorio de casa. A ello me ha obligado  el ser y hacer de estos pastores, marcados por sus sombras. Es aquí donde cobra sentido la obscuridad a la que hace referencia el título. Estar con ellos te hace conocedor de cómo son incapaces de comunicar y programar. Ellos piensan, deciden  y suponen lo que el resto ha de saber o suponer también, según ellos. Estaba anunciada la eucaristía en un poblado para todas  las capillas. Somos tres, dos sacerdotes y el seminarista. La moto se va llenando de chismes, baterías y altavoces grandes incluidos… ¿Dónde vamos los tres? Intento contactar con el motorista habitual y ante la imposibilidad de ello, al final decido quedarme y que marchen ellos dos. 

He querido presentar en el ofertorio la realidad en la que vivo y que es pobre en todas sus dimensiones y de igual modo mostrenca. La crudeza de esta experiencia asoma por diversos otros rincones. Los más evidentes son, esa solemne pobreza que lo envuelve todo en ese manto raído, deshilachado y cuyo colorido está transido de suciedad, indicativo de un grado más en la pobreza: la miseria. De igual modo los caminos y las comunicaciones, destrozados unos e inexistentes las otras otorgan ese tono de abandono, olvido y desinterés de demasiadas partes. El hambre que se ceba con los más pequeños y que de igual modo entretiene a todos con esa omnipresente masa insulsa, insípida de la mandioca, a quien no maltrataré con la letra porque en definitiva es la que mantiene en pie de vida a la población de este país. Tampoco se escapan las estructuras de organización nacional, amparadas en una élite que desconoce cómo vive su pueblo y unas instancias intermedias que sobreviven fieles al poder, gracias a esas pequeñas dosis de corrupción de cada día que les permiten alcanzar, de quien cae en esta red, alguna estúpida e infantil prebenda. Pago ínfimo a una gran traición.

Por igual esta crudeza hace presencia en esta iglesia, que en definitiva motiva esta reflexión. La prevalencia del varón hace que los sacerdotes en especial, no sientan demasiado el ministerio en clave de servicio, cuanto un logro social que les permite situarse por encima del común de sus mortales. Aún no he visto a ninguno de los dos con los que vivo aquí en casa, hacer su habitación, su colada o simplemente limpiar aquello que han ensuciado. Siempre es otro (otra) quien lo hace.

Son especialistas en Laercio y en cómo las cosas sirven mientras funcionan. Cuando no, son incapaces de pensar en reparación. Menos aún en esa acción tan necesaria que es el cuidado continuo, el mantenimiento. La consecuencia es una basura omnipresente, especialmente la tecnológica.  El ejemplo que podemos dar el hombre blanco es simplemente una acción inadvertida e incluso cuestionada con su ser obviada. Les puede aún una cierta dosis de resentimiento colonial, injusta e indiscriminada. En el fondo es una hipocresía, porque después ellos no son capaces de hacer casi nada por sí mismos. No saben organizarse, tampoco trabajar en grupo, la improvisación es ese recurso permanente que les permite simplemente salir del paso.

Es en este medio también, donde se abre paso nuestra misión, de todo aún si cabe más polifacética. Menos de fantástico relumbrón pero no por ello menos real y necesaria.  Es verdad que este comentario de hoy, hecho el día de difuntos, está motivado por ese modus operandi de quienes les cuesta pensar en futuro (bastante pobreza es). No penséis que las baterías del alma flaquean. Sé dónde he venido y con quiénes estoy. Simplemente quizá sería hoy la mejor ocasión para enterrar  todas esas realidades que acompañan a estas gentes y a las que no juzgamos, si no y sólo acompañamos desde otras claves. 

Me gustaría haber podido realizar un himno más sublime al estilo de Teilhard y quizá ser menos adusto al modo bondadoso de Javier. No os quedéis con la crudeza de los hechos, si no con las posibilidades que con ellos se plantean. Sabemos que la misión es dura. También me hubiera gustado hoy ser un poquito más breve. En esta eucaristía en soledad he  presentado toda esta noche y oscuridades en el ofertorio, para que Él inflame en amor nuestros corazones llamados a dejarnos transformar. Hoy ha sido el alma contenida la que ha puesto palabras a estas experiencias. Un alma llena de luz y que en medio de todo, sonríe también, como Él....


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