lunes, 9 de octubre de 2023

HORIZONTES

 Como si fuera un mercadillo os presento varios puestos de humanidad. Hemos celebrado la eucaristía en el oratorio de las Hermanas Dominicas Misioneras de África. Ha caído un chuzo de agua increíble, al punto que han tenido que improvisar, de buen agrado, un desayuno conjunto. Regentan un colegio de la parroquia de niñas. Doscientas  niñas reciben aquí formación primaria y secundaria. Está bien reconocido, tanto que hay muchas solicitudes de otras ciudades, sobre todo de Banghi, solicitudes que se completan una vez admitidas las de esta región de la Lobaye. Los profes cobran 1000Fcf, 1,6€ la hora. Las niñas comen cada día en tres ocasiones también por 1€. La iniciativa y el trabajo es encomiable. Se acaba de construir un comedor gracias al apoyo de Manos Unidas. Habrá que pensar también en ampliar el dormitorio que ya se queda pequeño. Las hermanas, en número de cuatro, se multiplican hacendosamente entre las tareas de docencia y las del internado.

Antes de comer y partir, he podido salir del recinto de la Parroquia y encaminarme hacia el cruce de caminos que marca, Mongoumba a la derecha y M´baïki a la izquierda. He ido saludando y acercándome a todos, niños, jóvenes y adultos. La gente agradecida del gesto te tiende la mano y llena de emoción la mirada. Pero me ha temblado más a mí, porque reanudado mi camino hacia otras casas y tenderetes de por delante, un grupo de miniaturas, de verdad pequeñitos, han venido corriendo y gritando “¡Bwa Chus!”, como me he ido presentando en las celebraciones y como me conocen ya en Safa. De verdad me ha emocionado que quienes apenas son considerados aquí, los niños más pequeños, hayan roto el bullicio del camino con mi nombre y hayan corrido a saludarme. 

Todos han acogido muy bien mi presencia y el que, torpemente seguro, me comunique con ellos en Sango. Los jóvenes me quieren ayudar y lo hacen, avanzándome esa palabra que me falta para podernos entender con corrección. Están contentos de conocer al nuevo cura.  Yo también lo estoy de verlos a ellos así.

El reto es grande. Una misión bien hecha por los italianos, que la abandonaron cuando las revueltas de 2008, donde Selekas se hicieron dueños de toda la propiedad. Apenas un par de años después sería administrada por quien hoy es el obispo de esta diócesis, comboniano español. Después lo ha sido por nativos hasta este relevo hecho en la actualidad con mi persona. Aquí entraré dentro de un mes. Un desafío el de poner a punto de nuevo  todo lo material y de reorganizar la vida pastoral. Están deseosos, como así ayer me manifestó Mathïas, el catequista responsable de la capilla de San José de Mokindja, donde celebraré también en noviembre mis primeros bautismos (35) en esta tierra. Una responsabilidad que va más allá de lo personal, es del propio IEME, puesto que estaremos los dos, José Antonio y yo, al frente de la misma junto con un joven sacerdote y también un aspirante al seminario mayor que  viene de los Franciscanos, ambos nativos. 

En la gran celebración del domingo ya saludé a mucha gente, entre ellos los scouts, que en número generoso, están abandonados, quedándose muy a menudo sólo en el aspecto exterior y en rúbricas de aire castrense, innecesarias para un país ya con abundante presencia marcial y violencia contenida. Adentrarles en el verdadero escultismo como forma y actitud de vida, contagiarles la pasión por el método educativo que a partir del juego permite crecer en el desarrollo de la personalidad de modo integral. Y sobre todo organizarlos, es quizá la meta de mi trabajo con ellos. 

Distintos frentes, como veis, que durante estos años habremos de asumir con alegría, entrega y pasión, desde la vivencia del Evangelio que nos acerca y nos salva, esto es, nos ayuda a vivir con la dignidad propia de las personas de hermanos e hijos. Visitas a los kodoros y animar la vida de sus capillas, atención a los jóvenes, apoyos educativos y sanitarios sobre todo, marcarán mi tarea pastoral en estos años. Un tiempo precioso en el que, como no puede ser menos, sentimos que Él está en medio nuestro, Él hace camino con nosotros, Él siempre va delante.

2 comentarios:

  1. Me faltan palabras con las que agradeceros, como miembro de la Iglesia Católica, la labor que realizáis con esos hermanos nuestros centroafricanos. Gracias.

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    1. Godo. La misión es de Dios y nosotros la hacemos posible, cada uno donde está. Algunos podemos alargar vuestros brazos, pero es tarea de todos. Gracias.

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