sábado, 2 de diciembre de 2023

SIEMPRE LISTOS

 He celebrado ya diversos encuentros con scouts en la diócesis. Impacta sobremanera que a mi llegada al aula una voz en elevado tono castrense pone a todos los scouts firmes y en pie. Saludo reglamentario, por mi parte, pero cordial y cercano. Comenzamos con la oración scout universalmente por todos conocida. Sabemos es una actualización hecha por el jesuita francés J. Sevin, de la oración de Íñigo de Loyola, aquella que decía en su original: “Oh Verbo de Dios, enséñame a servirte como mereces, a dar sin esperar nada a cambio, a combatir sin miedo a las heridas, a trabajar sin descanso y a entregarme sin esperar otra recompensa que la de saber que estoy cumpliendo tu santa voluntad”. Todos tiesos y estirados como palos, recitándola con energía y a intensidades cuasi marciales. 

Se sientan al unísono, provocando un estruendo seco. Sus miradas se clavan sobre mí esperando comience la sesión de formación Y eso hago, instándoles a abandonar  la sala y recuperar el espacio natural del exterior para llenarlo de juegos, risas, carreras y voces Al principio les cuesta arrancar. Jugamos sin artificio alguno, apenas un bordón y nada más. Tres juegos que viven intensamente y bravamente, poniendo toda su atención en la explicación de las bases y más que las ganas en su desarrollo. Después de una buena dosis de pericia y física, volvemos al aula y volvemos sobre el juego pero ya en clave reflexiva: ¿Qué hemos aprendido de ello?

La mayoría hablan de lo simple que puede ser un juego, con apenas nada, como fuente de relación y diversión. Otros van diciendo otras cosas. Termino haciéndoles caer en la cuenta que  el juego es fuente de conocimiento para un scout, que es el medio en que aprende. Que un scout es un explorador y por tanto siempre en búsqueda y que la naturaleza es el mejor contexto en el que el juego se puede dar. Después entro en materia. La explicación del tema propuesto a partir  del lema de la formación de este año: “Construir un mundo mejor: Monico, aquí en la Lobaye”. Un intento de acercarles la carta pastoral del Obispo para toda la diócesis y que parte de un cuento, como lo hacía Jesús, con una parábola. Un poblado de vida feliz y un día a cuenta de la sequía, la falta de agua en el pozo hizo salir en búsqueda de solución a la hija del jefe, era Monico Un peregrinar de lugares y personajes que se aprovechan de ella, la engañan y no encontrará agua para su pueblo. Al final el sabio papá conejo le ayuda a pensar que la solución a sus problema no está fuera y que debe esforzarse por encontrarla dentro de su propio poblado. Él y sus hijos la ayudarán Y así fue como de nuevo volvió el agua al pozo. Bastó limpiar su brocal, escarbar de nuevo para que la vida, la esperanza y el futuro volvieran al poblado

Lluvia de ideas. Todos quieren decir algo al respecto Han entendido bien la lección Hay que ser como Monico, preocupados por los demás, valientes Hay que ser como la familia de papá conejo, colaborativos y dispuestos. Pero sobre todo hay que aprender que la solución a los problemas no viene de fuera, está a nuestro alcance, entre nosotros. Por eso construir un mundo mejor se hace desde la cercanía, desde lo próximo, lo inmediato que tenemos y hay que ponerse manos a la obra, no esperar venga mágicamente del exterior

Una parábola que va más allá de nosotros mismos y se proyecta hacia nuestra sociedad africana, aún dependiente en gran medida de ayudas exteriores. Es preciso cambiar el principio y empezar a ser protagonistas de nuestro destino, a comenzar a remar la propia canoa como decía B. Powell. Confiar en uno mismo y no esperar a que los demás hagan algo por nosotros. Mirar hacia delante y así modelar nuestro porvenir. ¿Hay algo más scout que esto? Tengo tarea, pero creo que hemos empezado muy bien a trabajar en este pozo, un tanto seco, que está llamado a brotar de nuevo. 

Me anima mucho también, el saber que mis queridos scouts que he dejado en la otra orilla, en Toro, han comenzado ya a hacerlo con entusiasmo. ¡Largas lunas!

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