sábado, 25 de noviembre de 2023

VOCACIÓN DE TRAPERO

Pues sí, para los más curiosos les advertiré que también aquí el tal Murphy y la ley atribuida a él, están presentes en este reducto del mundo. Vas por la carretera y en el peor de los baches te encuentras una moto, un niño, una mamá cargada de productos y rodeada de niños, o cualquier otra coincidencia Todo hace que tengas que vadearlo por el peor de los sitios. Un ejemplo que ilustra cómo casi siempre la peor de las circunstancias se concita, con la finalidad de tentar y probar la inteligencia, la paciencia y la pericia de quien en este caso va al volante.

Ya en M’bata, poco a poco se van sucediendo los días y es hoy cuando se cumple una semana de mi entrada. Ya hemos hecho alguna cosa. La primera es rescatar esa vocación frustrada en mi vida de “Trapero de Emaús”, esto es, limpiar, ordenar, organizar, pero sobre todo lo primero. Hemos empezado por alguna dependencia de la casa. Una casa bien construida apenas hace treinta años gracias a un voluntariado profesional de los combonianos italianos. Una casa amplia de dos plantas. Su recia construcción ha resistido no sólo el paso del tiempo si no también y sobre todo el maltrato y el olvido, propios de estas gentes no habituadas al cuidado de las cosas.

Era un pequeño trastero que limpio se ha convertido en un despacho pastoral, atendido por el catequista coordinador. Era un gran despacho parroquial y ahora es el espacio para dos despachos, el del párroco y el del vicario (que no tenía). Era una gran sala dormitorio con tres camas y ahora es el despacho del secretario de la parroquia y una gran sala de reuniones. Falta pintar y cambiar esos tonos intensos de azul por un limpio blanco. Una semana apenas y las cosas han empezado a cambiar un poco. 

Ya hay programación hecha hasta Febrero, de atención y asistencia a las capillas. Ayer por la mañana tuve formación scout del sector Mbata centro. Comenzamos con unos sencillos juegos que les encantaron. Después nos dedicamos en una sesión de formación y acabamos de nuevo con juegos. Me da la impresión que esa dimensión tan scout de la educación por el juego, aquí está por explorar. Por la tarde fuimos los tres a la capilla de S. Isidoro en Molengué II. Tres cuartos de hora en moto por un sencillo camino entre los centenarios y enormes árboles de la selva, a lo largo de la rivera del Lobaye. Dos motos para poder ir los dos sacerdotes y el seminarista. Una capilla hecha en palos y con palmas. Un poblado que vibró en la celebración de la eucaristía en la que bauticé a tres adolescentes: Christofer, Celsia y Paola. Una comunidad que, agradecida, remeció el retorno con un saco de mandioca, bananas y tres pollos. 

Hoy hemos celebrado en M’bata y después hemos ido a la capilla de San José en Mokinda a escasos 7 kilómetros. Carretera infame. Una capillita pequeña de cemento, sencilla y pobre de hace unos treinta años. Apenas una cruz de madera y una lámina con la imagen muy sobada de san José. Unas 40 personas, más de la mitad niños. Celebración también pobre pero festiva. Volveré el martes para preparar los once bautismos que celebraré allí el próximo domingo. 

Así se van llenando de vida los días, que a pesar de estar ya en los umbrales de la estación seca, las lluvias parecen no querer irse del todo, complicando en demasía cada jornada. Los estertores de la estación húmeda resultan ya un tanto tediosos. Poco a poco este trapero frustrado, ira poniendo en orden también la vida del equipo apostólico, corazón de un evangelio que late en esta tierra. Y en medio de tanta limitación, sobre todo en comunicación (tendré que buscar solución), Dios consuela. Me permitió encontrar una vieja cafetera italiana a la que ya le he hecho brotar su preciado café. Pequeñas licencias que alegran la jornada, ya desde el inicio.  

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