sábado, 4 de mayo de 2024

SIN DNI

Hoy, día de fiesta. La Eucaristía como a diario. He hablado del trabajo como oportunidad que Dios nos brinda para colaborar con Él en la creación, por eso hemos de esmerarnos en el trabajo bien hecho, algo muy escaso de encontrar en este pais. Al final, en la acostumbrada procesión de acción de gracias, todos los niños traen sus cuadernos, lapiceros y escasos libros para ser bendecidos. Lo mismo los mayores que lo hacen mayoritariamente portando sus machetes, prueba de ser el mejor aliado en las faenas del campo. Me sorprende un joven que viene con sus manos unidas, como en oración y al llegar ante mí las abre y extiende para ser bendecidas. Manos rudas y agrietadas cuya biografía sólo él conoce. Más allá de esto, el día no presenta novedad alguna. 

En el otro lado de este Belén, Herodes condecora a algunas personas destacadas por su trayectoria laboral. El yaya Daniel, nuestro secretario parroquial, ha sido uno de los homenajeados. ¡Qué fácil les debe resultar encontrar que con una simple medalla propia “de un todo a cien” cumplan con una sociedad y hagan felices a quienes las portarán. No deja de ser una evidencia más de la desestructuración de este país que aparenta, desfila y significa  la nada con fatuos artificios como pocos lo podrían hacer.  Saliendo para Bangui- Bouchia somos testigos de las mismas estampas de cada día en el mercado, el cruce o al borde de la carretera. Jóvenes haciendo nada, consumiendo tiempo entre sorbo y sorbo de amarga Kangoya (bebida alcohólica extraída de la palma). Generaciones sin expectativas, sin formación. Caldo de cultivo para lo que no queremos pensar vuelva a aparecer.

Llevamos los ocho paquetes de tejadillo de bambú a la ruinosa casa habitada por los  hijos del que fuera catequista del kodro, Boniface. La viuda escribió al Obispo para que le arreglara la casa en su memoria. Hizo valer esta condición pero olvidó decir que se había vuelto a casar... Así aseguran sus inconsistentes vidas. En la casa viven dos jóvenes, sus hijos, de una veintena de años cada uno.  La chica ya ha dado a luz,. La pasada semana que la visité parecía explotar de un momento a otro. Una niña ha traído a este mundo, su cuarta aportación. Tarea de su hermano será cambiar la techumbre para  procurar, cuando lleguen de verdad las lluvias, un cubierto donde refugiarse. Dentro de la casa, en un rincón oscuro, en el suelo, me percato de una escena dura. Un niño plegado sobre sí sacude su cabeza sobre sus malogradas piernas al ritmo que marca un sonido continuo, a modo de mantra, emitido también por él. Me impacta y pregunto. No le dan importancia. Imagino sea un tipo de epilepsia, muy frecuente por aquí, acompañado de un cuadro traumático de parálisis y malformación de piernas. Aún tengo la imagen en mi retina, pensar que como una clepsidra este pequeño marca golpe a golpe cada segundo del discurrir de cada día y cada noche, de modo incesante e inconsciente y así toda una vida… Imagen de las miserias del existir humano, que no se alcanza a comprender por nada.

De regreso, kilómetros en silencio, aferrado al volante y con la mirada vaga puesta en el camino, sigo pensando….. Al llegar me encuentro, como contrapunto de lo visto y vivido, que con motivo del feliz nacimiento de Carla, su familia ha pensado compartir con nosotros un donativo. Una buena noticia, esta de compartir y salir más allá de cada uno de nosotros al encuentro del otro. ¿Qué diferencia tan abismal entre ese pobre hijo del pasillo oscuro y nuestros pequeños, que conociendo de antemano que vienen bien, arriban a un puerto, el de la familia, donde se les espera con toda clase de cuidados y atenciones? Aquí por desgracia, esta sociedad descoyuntada, en la mayoría de los casos no puede siquiera conocer la identidad del progenitor, identidad que sólo la mamá intuye. Esta sociedad que apenas puede registrar un alumbramiento  y que perpetuará casi en el anonimato gubernamental durante toda su vida. Hay que imaginar en demasía lo que es nacer sin saber quién es tu padre y hacerlo sin una partida de nacimiento y vivir toda una vida sin DNI. De aquí que es muy difícil que muchos de ellos sepan el día de su cumpleaños y cuántos años tienen.

Cierro las jornada recibiendo noticias de Yolanda, quien desde Las Palmas se ha empeñado  en vender flores y plantas con motivo del próximo domingo, día de la madre y que ello sirva para nuestro proyecto del comedor del internado. Incansable espíritu misionero el suyo, quién a pesar de no conocerla, se ha comprometido con ello y no ha dejado ocasión, en adviento, cuaresma o pascua, para organizar diversas iniciativas con el mismo apellido: solidario. Me he permitido adquirir dos plantitas a modo de fila “0”, para que el domingo las ponga en su parroquia ante la imagen de María o donde considere, y con ello, desde este rocambolesco itinerario mundial, recordar yo también a mi madre. Nunca pensé un día de la madre así, la verdad que tampoco un primero de mayo como este...

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