La verdad que no me dejan solo. Quiero pensar que además del atractivo del coche, para ellos toda una oportunidad, hay algo más hacia la persona del capellán y jefe scout… El caso es que me acompañan siempre en mis salidas alguno de los miembros del consejo provincial, unas veces uno, otras dos, alguna tres o cuatro. Hoy he quedado en recogerles en el mercado y allí estaban, esperándome, portando sus uniformes y pañoleta de la Lobaye. De todos ellos, Maximin, el secretario provincial, es un joven que destaca por su cercanía y sentido común. Goza del reconocimiento y respeto del resto, autoridad que le otorgan sus cualidades personales. Está acabando el bachillerato y sueña con hacer Derecho.. Hemos hecho buenas migas.
Hoy el destino está cerca de M´baiki, Bagandou, apenas hora y media de coche, a unos 35 kms. La carretera no está mal para lo que acostumbramos aquí. Llegamos a un punto en el que, como en el caso de Mongoumba, hay que cruzar el río, la Lobaye. En esta ocasión el sistema es aún más rudimentario que aquél. Una paltaforma más sencilla pero igual de maltratada por el tiempo, que es arrastrada manualmente a estribor y guiada por un cable y polea a babor. Accedo a la misma con el 4x4 y la sitúo en el medio. Mi breve oración recuerda al Señor, que yo ya pedí para que el coche fuera una generosa realidad. Ahora Él que haga su parte, esto es, que esto flote, porque yo…… ¡no pediré para otro coche!
Bromas a parte, levamos las pasarelas y comienza el lento arrastre al concurso de una serie de jóvenes que en fila, agarran el cable que emerge del agua y van tensionando su longitud en medio de cánticos y al ritmo acompasado que marca uno de ellos. El avance es perceptible, poco a poco la orilla de partida va quedando más distante. Cada poco unos pequeños golpes reorientan toda la plataforma y muestran que el cable y polea de babor va corrigiendo la singladura, afrontando la fuerza de la corriente del río. Este rudimentario sistema va dirigiendo su trayectoria a pesar del arrastre del propio fluir del río, marcando una valiente línea imaginaria entre las orillas con su desplazamiento. El viaje son apenas diez minutos en los que la banda sonora viene dada por el grupo humano de un lado y un perceptible chirriar de polea por el otro. Atracados a la otra orilla, el viaje por carretera continúa con normalidad en apenas 8 kms. Finalmente aparece el poblado populoso de Bagandou, donde al borde izquierdo de la carretera una bandera scout indica el lugar del encuentro. Es la explanada de la misión de San Pedro.
La llegada les hace salir de todos los rincones en carrera y formar, al punto que al bajar del coche, un silbato me da la señal para acercarme al grupo y dirigirme a ellos con el saludo de “Scouts toujours!” , respondiendo todos a una “Prêts”. Cordialmente le doy los buenos días a un grupo aproximado a una centena de scouts y guías. Les solicito unos minutos para saludar a los Padres. Me acerco a la misión y saludo al P. Kristof, sacerdote polaco de la diócesis de Tarnof, a quienes les está confiada esta obra. Saludo también al resto de la comunidad apostólica, formada por dos laicas polacas y cuatro religiosas combonianas, 3 italianas y 1 española. Escuela y hospital definen este lugar de Iglesia.
Apenas tomado un café reparador, de aromática cafetera italiana, me encamino para la sala donde están todos ya reunidos. Me doy cuenta de la mayoritaria juventud de este grupo. Prefiero invertir el orden habitual y comenzamos con una serie de juegos “Peré-Legué”, “Bâton rapide”, “Serpent na abongo” para terminar con la universal danza del “minuet”. Mientras se han desarrollado los juegos, han ido registrándose… Me confundí por poco, son 96.
La sesión de formación me permite, como hasta ahora he ido haciendo, ofrecrles las fichas que hemos hecho de Monico, la 0,1 y 2, quedando 3 y 4 para otra ocasión.
Atentos todos escuchan de mis labios la historia de Monico, su explicación y aplicación scout. Ejercicio exitoso de final recapitulativo. ¡Se han enterado! Acabamos con el juego del “Laberinto ciego”, donde me sorprende por sus habilidades y valor. Incluso me he colocado a modo de obstáculo improvisado, y me han sorteado sin problema.
La comida, que he hecho con la comunidad apostólica, tiene por objeto de conversación el encuentro de hoy, la fabulosa respuesta que entiendo es fruto de una característica evidente del grupo: su juventud. Les indico que me centraré en hacerles un seguimiento más cercano, porque será grupo piloto de “otra forma de ser scout, más scout, mejor scout”.
Satisfechos y contentos regresamos todos con la misma sensación de ver con entusiasmo cómo el movimiento se despereza y se ofrece a una nueva realidad que se nos presenta como responsabilidad y posibilidad. Bagandou ha sido un gran descubrimiento y será seguro una gran aportación para este resurgir.
Ojalá la plataforma aguante. Qué bonito que la juventud esté motivada y siga trabajando con ilusión, sencillez y profundidad
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