Recuerdo esta palabra en labios de mi madre a las horas de comer frente al infantil capricho de quien un día estaba sentado ante un plato y ahora lo está ante un ordenador. Nos afecta a toda una generación, no se si como estímulo moralizante o como temor a las consecuencias de no comer lo que te servían. Biafra, supuso quizá en aquél momento, el primer esfuerzo globalizado de comunicación e interés por el continente africano, que poco a poco se despertaba, a golpe de guerras civiles, de una larga pesadilla colonizadora, para sumirse de nuevo en otra noche de miedo, de la que aún creo no ha despertado. ¿Quién habla hoy de Biafra? No existirá como país, pero sí como realidad continental y mundial.
Biafra era el icono de una hambruna y una violencia que especialmente se cebaban con los más pequeños. Según los historiadores, supuso la primera gran crisis humanitaria del mundo tras la II GM y el surgimiento de iniciativas humanitarias sin fronteras, amplificadas por el alcance e impacto mediáticos. Acostumbrados a cuantificar para dimensionar un problema olvidamos que un millón de niños perecieron en aquella crisis que asoló Nigeria en el puente entre décadas de los ’60 y ’70. Quizá a mi madre, como a tantos en España, el hambre sacudía especialmente las conciencias y era evocación reciente de una época nada añorada.
Mi inspiración sobre esto ha sido venir del hogar infantil de educación nutricional que regentan las hermanas a escasos metros de la parroquia. Una quincena de niños enfermos. No tienen ganas de jugar. Tendidos en esteras a la sombra, envueltos en sus quejidos y en un llanto “piano” permanente. Cuerpecitos, vientres y miradas no propias de niño, no propias de nadie. Diagnosticados, les administran diversos fármacos, cuya toma a la hora convenida, se convierte en el despertador dramático de cada melodía infantil, elevando al unísono un polidramático clamor al cielo. Junto a ellos, sus madres. Aquellas niñas que jugaron un día a ser mamás antes de tiempo. Aquellas que quisieron ser esposas y no han sido correspondidas por los varones, en un mundo aún demasiado condescendiente con éstos. Madres sin ganas de vivir pero que arañan a la vida cualquier resquicio para sus pequeños. Mujeres que envueltas en un vistoso paño de coloridos africanos, esconden una humanidad exprimida, al punto de no poder si quiera dar el pecho a sus hijos. Aquí se las reeduca en lo que nadie le dijo y tampoco pudieron o supieron hacer. Y todo esto a unos pocos metros de casa, donde reciben de las hermanas y del personal del centro, la acogida, el apoyo, el remedio, todo ello necesario para que quizá se realice el milagro.
Una lona, no ajena al paso del tiempo, revela que ha sido programa sostenido otrora por entidades de postín. El aspecto que presenta dicho cartel es expresión de una colaboración inexistente. Alguno de los “partners” han construido a escasos metros una escuela de colores identitarios, que más allá de inaugurarla, nada. Seguro que la memoria de dicha obra reposa en algún despacho lejos, con todo muy bien justificado. De todos modos si no funciona el centro de nutrición de las hermanas, no se necesitará tampoco escuela. Una inesperada frivolidad como fin. El buscador, al menos a mí (puedes probar tú también), al escribir Biafra me ha volcado unos resultados, advirtiendo: “quizá quisiste buscar viagra”. La obscenidad del hambre llega a estos extremos en un rincón del mundo donde más de la mitad de su población está en “riesgo severo alimentario”, esto es: “pasa hambre”.
El recuerdo de los niños biafreños de los sesenta, ha regresado a mí con tu artículo. En la calurosa tarde zamorana, ha aparecido una nube muy oscura en la conciencia, como cristiano.
ResponderEliminarSigo esperando canal o canales de colaboración; ya me parece que se están demorando.
Buena tarde, Jesús.
"El hombre blanco tiene el reloj, pero no tiene el tiempo", dice un refrán africano..... tranquilo por lo de ayudar. lo harás. Respecto a la nube.... mi pretensión no es desanimarnos, si no haciendo lectura creyente de la realidad, descubrir el sueño, la voluntad de Dios, que como sabes "es que el hombre viva". Conocer supone tomar conciencia de la realidad tal cual es. Yo estoy en medio de tanto padecimiento y limitación, muy animado. Un abrazo de selva refrescada cada día por el "Ngu Nzapa", ya sabes, el agua de Dios. Cuída y cuídate.
EliminarMuhas gracias ,Jesús. Me estas haciendo estar cada día más cerca de esa iglesia de RCA, y para reforzar mi fe en Dios y en todos los que, como tú, estais entregando la vida por otros hermanos que tanto necesitan.
ResponderEliminarBuena jornada.
Ya sabes que sólo Dios es digno de fe, de creer en Él. El resto...... mediaciones que acercan más o menos a Quien en verdad hemos de creer. Vaya tormenta hemos tenido y tendremos hoy tb....... pufff. Un abrazo. Chus
Eliminar