martes, 12 de noviembre de 2024

FINI LEGE

Como si de una señal inequívoca se tratase de que el progreso llega a estas tierras, la carretera que comunica M’Baïki con la frontera del Congo y que pasa por M’bata y Mongoumba, se abre paso de la mano de empresas chinas. Grandes máquinas acuchillan lo que hasta ahora era el infame camino lleno de heridas. Gran numero de trabajadores del lugar que por tener indumentaria tienen un casco y una chaleco reflectante, se afanan en las tareas resultantes de la tala y desbrozado del curso diseñado para la carretera. Camiones de  obra que van y vienen trayendo y llevando grandes cargas de tierra con las que nivelar el trayecto. En medio de toda esta vertiginosa actividad, mecida al ritmo de quien porta en sus manos una banderola verde y otra roja que agita según la circunstancia indicando así si se puede pasar o no, los niños y animales que expectantes y curiosos unos y despistados y confusos los otros, deambulan por todos lados. Ciertamente el ritmo de trabajo es incesante, estando en litigio los adagios de “trabajar como un chino” y “trabajar como un negro”, evidenciando que si el primero se atiene a verdad, el segundo aún está por comprobar. Baste para esto segundo un pequeño dato de mis reflexiones. En año y medio que llevo aquí, inmerso en constantes obras en la misión, aún es el día que nadie ha venido a solicitarme trabajo mediante el que pueda vivir y sustentar a los suyos…

El trayecto, en medio de árboles y foresta necesariamente arrasada, está jalonado por casas cuyo final está preconizado por una marca visible de pintura en sus muros con una X. Además de los movimientos de tierras, también está caracterizado por la tala de palmeras que permanecen tumbadas allí donde estuvieron plantadas hasta hace nada. De ellas y tras este horizontal reposo, obtendrán su preciada y ruda bebida alcohólica de la “kangoya”. Y es que ante lo inevitable, se han adelantado para darle anticipado cumplimiento que les permita disfrutar de lo que de otra manera no podrían hacer, dado que necesitan reposo los troncos para exudar la savia de la fiesta.La obra avanza y de terminarse, cosa que habrá que esperar a ver, resultará una amplia ruta que serpenteará la selva con un ancho de 25 metros. La velocidad se convertirá en un aliado peligroso para motoristas y vehículos que confiados buscarán hacer los trayectos en el menor tiempo posible, recuperando con ello la lentitud impuesta durante mucho tiempo por su estado precedente, del que se olvidarán en seguida.

Las máquinas han ido haciendo su trabajo, hasta un primer nivelado de un auténtico punto crítico a la altura de Boyoba. Unos trescientos metros fatales donde las paredes de barro envolvían a los vehículos haciendo que muchos de ellos quedaran varados en medio de la trampa de bodón. Al menos ya se puede pasar sin más complicaciones que las propias de un camino más de esta zona.

Acabo de tener conocimiento de la tragedia de agua y barro que ha asolado Valencia. Asusta ver las dimensiones de la catástrofe en sus aspectos humano y material. Escandaliza lo relativo al comportamiento de autoridades y políticos. El pueblo parece que ha reaccionado ante el abandono con la violencia verbal y física. A un desastre se suma otro de carácter convivial y social. Hablo con mi sobrina Patricia que, asustada como nunca la he visto, me relata lo vivido en esa tarde y el horror del que ha sido testigo y que milagrosamente ha podido sortear. Ante tanto no queda otra desde aquí que rezar y colaborar con la aportación que desde el IEME haremos todos los curas misioneros. Para unos y para otros se presenta el mismo horizonte de camino nuevo,  en sango fini lege.


viernes, 8 de noviembre de 2024

EL DOCTOR AMIGO

Hay quien llega a tu vida en la última hora, a pesar de que sabías de su existencia desde hacía tiempo, su nombre y cuatro generalidades más de su vida. El paso de conocido a amigo es un tránsito que a menudo viene dado por las circunstancias. Así me ha sucedido con el Dr. Diego, quien de serlo así primeramente ha devenido a ser sencillamente José Miguel. Desde hace muchos años era un rostro muy identificado a la obra científica de la Caja Rural de Zamora, y todo lo que ella gestionaba en torno a la salud y el saber de la medicina. Y es que José Miguel también era un sabio que había ido como pionero en su tiempo por numerosos lugares del mundo cultivándose y haciendo crecer en derredor suyo. Más allá de un rostro afable, agradable de trato, de profundas convicciones cristianas y de entraña intelectual, más allá de esto, apenas sabia más de él.

Como en tantas páginas del Evangelio, la ocasión llegó a nuestras vidas en un momento preciso y se produjo el encuentro. También como en tantas ocasiones de la vida de Jesús, mediada a través de un sincero amigo de ambos. El caso es que entré de puntillas en su vida en un momento delicado, el final de la vida de su querida esposa, Conchita. El acceso a este entorno vino primeramente de la mano de la ciencia. El Foro universitario que yo animaba en torno a la ciencia y la fe, las personalidades que en él colaboraban y sus aportaciones, la figura de Teilhard de Chardin,…. fueron los primeros compases de una amigable melodía que hoy ha escrito su nota final con su partida de entre nosotros. Todos estos temas despertaron el interés por conocernos más y mejor y a pesar de los escasos momentos en los que estuvimos juntos, la profundidad, la admiración y el cariño fueron aumentado de forma mutua. Los diálogos  con Conchita fueron intensos al punto de confiarme eso que no hacemos con cualquiera: los anhelos de su interioridad. Ella se iba y dejaba por un tiempo aquí a José Miguel, hasta que Dios quisiera y eso ha sido en la madrugada de hoy. Ese niño bueno y sabio que ella definía, hoy nos ha dejado y presentía yo así era cuando esta misma mañana celebraba en M'Bata la eucaristía  de las 06:00 y la ofrecía por él, sin saber con certeza de su estado. Providencialmente me han comunicado que esa fue precisamente la hora de su exitus. Dios sabe sugerir.

Estos pocos años que hemos estado entrañablemente cerca, he visto que al igual que hizo Conchita conmigo, él fue ganando mi confianza y sobre todo el afecto de su amistad. La misión en Centroafricana  le fascinaba al punto que en mis conversaciones telefónicas con él y en mi tiempo de vacaciones siempre era objeto de su atención: la etnia pigmea, la evangelización que se realiza en estas tierras pobres, olvidadas y abandonadas como ninguna, la presencia de la Iglesia, las personas de los misioneros, … todo era objeto de su preocupación y compromiso. Verle feliz y satisfecho junto a su buen amigo José, disfrutando de una mesa dispuesta en casa de la familia de ese rincón  luso afable, rodeados de una amplia naturaleza, han sido momentos donde ha palpitado, creo, muy especialmente su corazón de niño bueno y sabio, que admiraba el libro de la naturaleza como obra escrita por Dios para que leyéndola nosotros lleguemos a Él.

En todo momento, como buen médico que era, preocupado siempre por los demás, era capaz de remover Roma con Santiago hasta buscar la mejor ayuda y más adecuada que precisaba aquél que le habías confiado a un diagnóstico o a un tratamiento. Este generoso interés lo ejercía también hacia sí mismo, siendo consciente de su propio estado y alcance. Hace apenas una semana, así me lo decía por teléfono.

El caso es que José Miguel ya está con Conchita y de la mano del buen Dios, objeto de su actividad y complacencia. Para mí es duro despedir a distancia a los que me son cercanos y que inexorablemente nos va dejando. Él seguirá inspirándonos el hacer de Dios en torno nuestro, esto es, el ejercicio de la caridad como preámbulo del anuncio creíble de la buena noticia, algo que desde su encuentro con San Juan Pablo II había transformado sus corazones, sus vidas y sus sueños más allá incluso de sí mismos y de su paso entre nosotros. 

Sólo puedo dar gracias por que el conocimiento de Conchita y de José Miguel me ha llevado a una experiencia de amistad profunda, sincera y entrañable, al punto de ser él mismo ahora, quizá una parábola vital de lo que es en definitiva la fe: pasar del conocimiento a la experiencia que transforma y da sentido a nuestros pasos. En él se ha cumplido también lo que fueran postreros anhelos de Agustin, Ireneo, Anselmo, Galileo, Teilhard…. y de tantos buscadores de Dios: ”nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” . Ya hoy, José Miguel ha dejado el tiempo y las inquietudes para abrazarse a la eternidad y al descanso. ¡Gracias Doctor, gracias amigo!.

lunes, 4 de noviembre de 2024

LOS POBRES NUESTROS SEÑORES

La verdad que ha sido una semana frenética. Trabajos en M’bata, viaje a Bangui y Consejo Parroquial, aderezado con la solemnidad de Todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos… no ha quedado mucho tiempo como para sentarse y compartir unas letras, como es  puntual y costumbre. Imagino que encuentre la disculpa de quienes os acercáis a estas crónicas y que por cierto hoy ya pasamos un ciento largo de veintemil lectores.

El muro ya está terminado, por fin, y ahora sólo queda  la embocadura de la puerta y darle a todo él la terminación horizontal que recorra todo su perímetro y lo proteja, especialmente de la lluvia. El viaje a Bangui estaba  motivado por la compra de diversos elementos que ya nos son necesarios para ir terminando y preparando la siguiente obra, que será la rehabilitación total de la casa de los chavales aka que tenemos escolarizados y el arreglo de una cocina cuyo uso siempre está al servicio de todos los acontecimientos y reuniones que concitan aquí a diversos colectivos durante el curso. 

Un viaje tedioso en el que el divertimento principal  ha sido ir esquivando el deteriorado camino, ahora lleno de agua. El precio que hay que pagar para ir a Bangui es alto. Apenas 120 kilómetros en los que empleé cuatro horas y media para ir y a cinco para regresar al día siguiente. Como aquí se aprovecha toda ocasión, el obispo me pidió pudiera traer a una persona aka que meses atrás había sido operado, dándole con ello una nueva oportunidad sobre este suelo. Contacté con él y quedé que al día siguiente a las 08:00 lo recogía en la emblemática parroquia de Fátima. Es una pena, pero es así, que para comprar una miserable crema para los dientes haya que pasar por este calvario de viaje. No digamos ya si lo que precisamos son cosas más elaboradas como unas grapas, unos sobres o papel higiénico. Para todo hay que programar y realizar este cansino periplo. Bangui, ruidosa, sucia, populosa y llena de imprevistos por todos lados…

Aproveché a comprar todo en el PK5 y después disfrutar de u merecido encuentro con Pepe, quien ya tiene la primera fase del proyecto casi realizado Me dice que nota las diferencia entre Angola y esto… yo ya  lo advertí también al poco de estar  aquí. Por goleada, aquí hay más miseria, en todas sus variantes, física, moral, estructural y humana. Compartir su sentido del humor es bálsamo para tanta penuria que nos circunda y antídoto para el desaliento.

No podía salir tan bien la jornada de regreso como la anterior. Eran las 9:30 y estábamos saliendo de Bangui, porque la persona en cuestión, estaba a la hora y lugar indicados, sí, pero como siempre hay una parte del iceberg que no vemos. Tocó ir a recoger a su mujer e hija (siempre es así cuando te dicen si le puedes llevar, y aparecen otras personas y enseres que va en el tándem). Me cuesta acostumbrarme todavía a estas actitudes. Así, haciendo un recorrido penoso por unas calles y ambientes que prefiero no describir ahora, llegamos a una “casa” donde esperaban ellas y un gran equipaje. Todo al punto excepto la medicación que la dejaría olvidada y habrá que volver a por ella con motivo de otra visita a la Nínive  del Oubangui. Al pasar por la capilla de Bokanga, celebramos la eucaristía de clausura del mes de octubre, mes del rosario, con la Legión de María. Celebración y ambiente muy cordiales y animados. Al llegar a M'bata dejé a la familia e su misma casa y compartí con ellos una buena parte del ofertorio de Bokanga con el pretexto de poder celebrar bien el retorno al hogar y con salud.

Los días siguientes estuvieron marcados por la liturgia de los primeros días de noviembre. El día del Consejo parroquial, nuevo ya, formado por 40 personas, (más de cien es lo que me encontré y resultaba inviable), nos ocupó seis horas, sólo interrumpidas por un suspiro de quince minutos. Hemos organizado el Grupo de Jóvenes, así como las comisiones de Justicia y paz y Laudato si, inexistentes hasta ahora. Además hemos apuntado algún que otro asunto de calado. 

Por fin, de nuevo, domingo y en Mokinda la Eucaristía como siempre muy sencilla y participada y sentida. La pobreza del lugar o fue inconveniente para que en el ofertorio hubiera una calabaza, dos pequeños manojos de plátanos y una pastilla de jabón. La tarde la dediqué a descansar y poner en claro algunas de las experiencias vividas, donde sobre todo destaca el señorío de los pobres y así lo que podría ser considerado como abuso de confianza, es sobre todo prueba para nuestra paciencia y ejercicio noble de la caridad.