miércoles, 22 de noviembre de 2023

POTO-POTO

Así se dice en sango barro. Esa mezcla primordial de la que según la tradición bíblica fuimos formados por el insuflo divino. Aquí es por demás. Un punto e la carretera en el que varios camiones cargados de madera han quedado varados. Los testigos dicen que llevan dos semanas. Este barro lo llena todo, porque las lluvias no se quieren ir del todo y como si de un fi de fiesta se tratara, si no llueve por la mañana, lo ha hecho durante la noche, lo hará por la tarde y un día sí y el otro casi seguro que también. 

El coche, patinado de rojo tierra, es testigo de todo ello. Los charcos ya no te dan la posibilidad de vadearlos y debes sumergirte en ese medio si saber a ciencia cierta si llegarás a la otra orilla. Y así uno, otro y otro. Ahora llevo un todoterreno bajo, de esos bonitos para nuestras carreteras, pero no para aquí. Herencia italiana del anterior obispo que los trajo. En cualquier caso, el único medio que tengo hasta que llegue la tan deseada Pick-up, apta para estos caminos.

Al lado de Bernabeng, hay un poblado que se llama así y está todo él enlodado. No tuvieron que pensar mucho para darle nombre. Es verdad que somos de barro, frágiles, dúctiles, pero barro soplado. Este hálito nos lleva precisamente a embarrarnos, a meternos de lleno en el lodazal de la humanidad con la esperanza de ayudar a modelarla de nuevo.  Algo así podríamos decir que es la encarnación cuando Juan en su evangelio enfatiza que el Verbo se hizo carne-barro, esto es, uno de nosotros en Jesús, para pisar nuestros caminos y en ellos encontrarnos. Él que hizo barro para recobrar la vista de aquél hombre, nos enseña que el bodón nos ha de ayudar a ver de nuevo y de modo diferente la realidad de cada día. 

 Esta sociedad tiene un poto-poto mas serio que el resultante del cielo sobre la tierra. Un barrizal en el que aún patinan grupos paramilitares reductos de la guerra civil última. Un barro al que acuden grupos armados de los países limítrofes, haciendo sus incursiones para retozar en el caos social en el que estamos. Un fango al que por si éramos pocos, acuden los Wagner a  luz del día y rostro cubierto y los chinos, de noche y sin ser notados. Este es el potaje terreno que hace que las ruedas del desarrollo del país queden encalladas y atrapadas en medio de tantos actores con un único interés. Una población harta y premeditadamente ajena a tanto impedimento en el camino, La Iglesia trabajamos en la creación de realidades diferentes a otras que aterrizan y despegan, vienen y van. Trabajamos desde el convencimiento del estar activo, puesta la mirada en los jóvenes como motor de cambio de este pueblo. Barro de este barro pero barro enamorado, protagonista de sí y haciendo posible el pequeño milagro de cada día del cambio cooperativo.

Voy viendo que nuestra lucha es la del trabajo de cada día, centrados en el Evangelio y la atención, cuidado y promoción de los más pobres de los pobres, porque hasta en esto hay diferencia. Una escuela, un dispensario, un internado, una capilla,.. todo hecho con amor y cercanía, desde las claves de Jesús. Este es nuestro empeño, hacer del barro, de este barro, algo bello y útil. Un barro que ha de ser tamizado una y otra vez para hacerlo fino capaz de la hermosura del cambio de la persona y de la transformación de la sociedad. Un barro que manche pero que no impida avanzar hacia esa meta común que es la dignidad. Contemplando este camino así, es posible volver la vida de otro modo al Alfarero del hombre. 


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