viernes, 29 de septiembre de 2023

LA REINA DE ÁFRICA

Todos, seguro recordamos esa maravilla de 1951 en blanco y negro, que protagonizada por dos grandes como lo eran Bogart y Hepburn, supieron magistralmente convertir en imagen lo que veinte años antes Forester había convertido ya en letra.

Las cosas han cambiado mucho en la misión, aunque sigan los ríos, las guerras, las dificultades y la gente de bien abriéndose paso entre esta marabunta de dificultades e inconvenientes. Pero no vamos a hablar de cine. Hoy quisiera darle protagonismo a ella, a la reina de África que creo en estos momentos no es la barca, cuanto la moto (kpuru). Si, hay motos por doquiera que vayas. Es el medio de transporte más utilizado en todo este continente, también en este país. 

De hecho, muchos caminos, senderos diríamos en castilla, sólo pueden ser transitados velozmente por ellas, haciendo sonar, curva tras curva, su claxon que previene a los peatones de algún disgusto. Ellas tienen preferencia en los caminos y carreteras sobre los viandantes. Todo el mundo lo sabe y al avistarse alguna, dan un paso a su vera para hacer su incursión en la cuneta, las más de las veces llena de la propia vegetación que lo invade todo, amenazando incluso ocupar la tierra batida a pesar de ser deambulada o rodada. 

Van, por lo general hasta arriba de carga. Yo hasta la fecha he ido cual “señorito”, solicitando el servicio de moto sólo para mí, yendo de momento de paquete. He de decir que si la sensación de velocidad, la escasa que pueden aquí coger debido al estado de las rutas, es siempre hermosa en estos climas ecuatoriales, no puedo decir lo mismo de sus efectos óseos. Al llegar a destino hay que dedicar unos minutos a colocarse en su sitio todo lo que uno es, a estirarse bien con no pocos ejercicios de cuello, piernas y brazos. 

Lo normal es que sea una moto con el  servicio compartido, esto es, que vaya hasta arriba, bien de sacos de mandioca, bidones de agua, aceite de palma, o carburante. También de personas. Te cruzas con familias enteras que van a lomos de esta reina convertida en vasalla. Familias donde la mamá va detrás del conductor y el papá a su vez también tras ella. Entre ellos pueden ir dos críos pequeños y otro más pequeño aún. Si los críos pequeños son tres, pues el  más pequeño y cuarto va delante del conductor. Todavía hay espacio para la carga, que bien amarrada puede ir de todo lo dicho anteriormente e incluso alguna maleta y animal doméstico, ya sea cerdo, oveja o cabrito. Quizá también algunas aves, gallinas o patos, bien aferradas sus patas. Por lo general los baches son todo un estímulo para que suene la melodía que Jacob Grimm pensó para aquellos músicos ambulantes de la granja sajona. No olvidarnos de la compra que se haya hecho y que puede ser y abultar de todo.

Así circula la vida también en este país. Por supuesto, cascos aquí, los azules, porque en la moto no. Apenas es común a todos los motoristas las gafas. Y todo esto que os puede parecer increíblemente peligroso, realizado con gran pericia por los jóvenes que, muchos al margen de papeles, buscan en esta profesión unos ingresos regulares que les permitan sustentarse.

Las reinas por lo general son de fabricación oriental y están muy tuneadas, personalizadas con sus preferencias de futbol, sus creencias. Las hay hasta forradas, sí forradas, o de pieles de colores o de plástico simplemente cual embalaje, para evitar lo inevitable: que se ensucien.

Esta entrada de hoy es sugerida por mi bautismo en lo anteriormente descrito. Cuando llevamos a Pancrace al Seminario… el viaje de regreso fue un gusto porque sólo regresamos tres: el motorista, la abuela del niño y quien escribe, eso sí con su mochila al hombro. Digamos que también me estimuló a escribir esta entrada la marcha de algunos jóvenes de la parroquia a Bangui para comenzar su curso escolar en los institutos y cuya instantánea es la imagen de esta crónica. La reina de África hará 140 kilómetros bien acompañada, pero sin el marinero y la misionera del Ulanga.  Toda una vida andante con moto.


martes, 26 de septiembre de 2023

HACER ALEGRÍA

La verdad que nunca pensé que las tiendas de juguetes estuvieran tan al alcance de la mano. Compartir las jornadas con los críos te hace, entre otras muchas cosas, descubrir constantemente las posibilidades del ser humano. Una de las características de la infancia es precisamente el juego como fundamento del propio desarrollo, emocional, social, físico, intelectual….. pues bien, todo esto y mucho más se da aquí, en la selva y los bosques de La Lobaye. 

¿Que quieres un balón? Pues en un momentito te haces un balón como ya os conté en una entrada anterior. ¿Que quieres un coche o un camión?, pues te sirves de numerosas maderillas que, a modo de un mecano de aquellos que nos traían los Reyes Magos, ellos ensamblan hasta conformar el vehículo vegetal y nada contaminante que permanecía en sus cabecitas. Se aprovecha también todo material desechado de un uso normalizado, al punto de hacer una moto de suelas viejas de chanclas de playa. 

¿Que quieres la destreza, la competición, la carrera? Pues estos chavales también tienen amplia respuesta para ello. Quien ha estado en África en algún momento, seguro que recuerda la consabida llanta o cubierta de bicicleta guiada en equilibrio por una varilla o un palito. ¡Un camino en este continente no es tal si en algún kilómetro de su recorrido no te encuentras con esta estampa!  La imaginación va más allá cuando la rueda es sustituida por un aro dentado al interior, que cansado de rotar sobre sí mismo, un día decidió detener aquella básica mecánica de aquel viejo motor de adultos y decidió ponerse en las manos de un pequeño que además de darle nuevo uso, le ha hecho rodar y rodar al trote de su guía y lo ha llevado por senderos, puentes, praderas, carreteras y riberas. Además nadie le dijo que podía hacer estos viajes produciendo un sonido, entre metálico, industrial y musical, generado por su interior aserrado al contacto con el extremo del palo guía, que  por lo general es una punta de carpintería, gruesa. A esto llaman los niños “cerceau”, esto es rueda o círculo en su francés colonial. 

El “sikomo”, responde algo así a como “tú haces fuerza con el pie”, define a otra variante de la carrera, ésta formada por dos varillas elaboradas de dos ramas del arbolito espinoso que puebla toda esta selva. Cada varilla es asida como un manillar y en su terminación ambas se encuentran para dar cobijo a una gran semilla esférica, las más de las veces dentada, a la que al hacer rodar, también hacen cantar de un modo muy característico, como una melódica onomatopeya de un motor imaginario.

Los más mayores disfrutan con sus juegos de mesa y destreza. Digo de mesa pero ya no son las damas elaboradas de chapas de botellas, si no una serie de agujeros en la tierra dispuestos en cuatro filas, dos para cada jugador. Y en su seno van rotando los titos, unos verdes y otros oscuros, que harán del cálculo y la pericia matemática que uno se alce como ganador. Es también un típico juego africano, que en muchos lugares encontramos de modo más simple bajo el nombre de “Qahala” y que aquí llaman “Kisoro”. Normalmente lo encontramos elaborado  sobre un tablero de madera en el que están labrados los huecos que irán conteniendo las bolitas de colores en madera. En esta ocasión la modalidad es sin tablero y sin bolitas elaboradas. Una pirueta a la creatividad y a la imaginación basadas en la naturaleza. Por eso, este juego no es “de mesa”, cuanto “de suelo”.  

Si algo te enseña el mundo del juguete en África es que todo, todo vale. Todo tiene un ulterior uso al acostumbrado, todo puede ser transformado por la inventiva y la imaginación. Se sienten felices mientras los sueñan, mientras los construyen y mientras los disfrutan. Sin pilas, sin plásticos, sin marcas, sin tecnología. ¿A quién no le divertía más, incluso que el juguete que contenía, la caja en la que venía hasta ti?  ¿Quién no hizo algo, alguna vez con una caja de zapatos? Ocio y negocio no siempre fueron de la mano, mientras que el juego y la imaginación siempre han sido un matrimonio duradero. Aquí todavía parece que están de luna de miel. Bravo por estos chavales cuya wifi es la vida y están conectados a la naturaleza. Por cierto jugar en sango se dice “sala ngia” y su traducción titula esta entrada.

¡Diréis que hoy es fiesta de imágenes en el Blog! Pues sí, es una manera de celebrar y daros las gracias a las más de seis mil lecturas del mismo. ¡Dios mío! Gracias por acompañarme, también, leyendo mis reflexiones. 

viernes, 22 de septiembre de 2023

AWALI

Las ves por los caminos colgadas de niños. A la cabeza, un generoso barreño lleno de ropa para lavar o de bananas, coco, mandioca, cualquier otra hortaliza o fruto del lugar para vender. Durante unos meses los llevaron en su seno y ahora los llevan unos sueltos, otros de la mano y otros aferrados a sus espaldas. Muchas, seguro, conjugan esta estampa además, con los que vienen pidiendo paso de nuevo en sus vientres.

También es cierto que cuando te acercas a las casas en los kodoros, las mujeres (awali), suelen salir a agradecer el paso y la pausa. Las sueles encontrar lavando, moliendo, preparando el fuego, atendiendo la marmita, tejiendo una banasta o una esterilla. Rodeadas siempre de un collar de niños, alguno de ellos dormido o absorto mientras lactan a sus agotados pechos.

Destacan estas presencias con otras, marcadas por la aparente vida social, la toma de decisiones colectivas, el deporte, los juegos. A la puerta de sus casas siempre hay una cuidada silla de madera, que si no está ocupada por quien debe, estará vacía como señal de una propiedad, incluso en su ausencia.

Sí, aquí ser hombre o mujer es muy diferente. Todavía no he visto niñas jugando.  Por lo general recluidas en el ámbito doméstico quizá jueguen a ser como mamá, como si fuera un rol condenado a perpetuarse en sus futuros inciertos. Inciertos porque estas vidas en miniatura, de unos y de otras, no son consideradas hasta que primero sobrevivan y después quizá puedan tener la suerte de ir a la escuela con cinco años. Mientras tanto, son “algo más que hay en casa”. Pero los unos tendrán más suerte que las otras, si se puede llamar suerte a una vida falta de expectativas. 

Ellas son invisibles, pero fundamentales. Es verdad que veneradas cuando son madres y sólo por lo general por sus hijos. ¿Quién no lo ha hecho con su madre? Aquí el lenguaje difiere del nuestro. Las oportunidades, la visibilización, la vida, la importancia social, la educación y tantas otras realidades, aquí son de género masculino. A pesar de ser una mayoría, lo son pero latente, porque la patencia es masculina. El testimonio de fraterna igualdad que manifestamos misioneros y misioneras contrasta con una sociedad  marcadamente creada, organizada para y por los hombres. Las desigualdades de género son evidentes. Tan sólo los Aka, protagonistas de nuestra anterior entrada, destacan sobre esta descripción y reflexión de hoy, en tanto que son una sociedad matriarcal. He escrito adrede femenina y no matriarcal, donde la dignidad te la otorga la condición de madre, efecto de una impronta silente de género, más que de personas. En definitiva acabamos hablando de lo mismo  pero de otro modo. 

La común dignidad compartida entre la diversidad de géneros de la que nos habla la fe, el valor de persona recuperado en nuestras sociedades modernas, ambas realidades aquí son metas a alcanzar. Contamos con dos impedimentos en estas coordenadas. Por un lado, la ancestralidad de su idiosincrasia. Por otro, el olvido confidente de un mundo que centra sus esfuerzos sólo en lo económico. Ambas se han aliado para lograr la fórmula injusta, consentida y promovida de la invisibilidad de la mujer como mujer. Me viene a la memoria aquella fiesta tradicional que viví en Angola hace unos años (Fiko), en la que cientos de niñas adornadas con vistosos tejidos, aderezos y peinados celebraban con tristeza su paso de niña a mujer (como la canción). Sus rostros lo decían todo al uncirse a colaborar con un modelo social desigual, aún pervivo en África. Tristes por lo que se les venía encima (perdón por la expresión), algo que no comprendían y a lo que se tendrían que entregar de por vida. Aquellas se confiaron en un efímero instante a la vistosidad de sus trajes para después aprender, como aquí a ser invisibles. Súper heroínas no de cómic,  si no de la dura existencia. Su traje fantástico es simplemente su piel y ésta de mujer. 

martes, 19 de septiembre de 2023

LOS MÁS PEQUEÑOS DEL REINO

Ya hemos apuntado en otra ocasión que la  República Centroafricana es el gran país desconocido de África, a pesar de su gran extensión, la espesura de sus selvas esconden importantes reservas de madera, uranio, petróleo y diamantes. Sus riquezas naturales contrastan con la extrema pobreza en la que viven los cinco millones y medio de centroafricanos que componen este país, el tercero más pobre del ranking mundial.

Aquí pervive, junto con otras etnias, la población más numerosa de pigmeos-Aka, la etnia más antigua de África. Estos bosquimanos son los  primeros pobladores del continente. Quedarán entre los países del entono y la RCA unos 100.000. Se les reconoce fácilmente por sus marcadas facciones, su tono bronceado que difiere del azabache de la mayoría negra y sobre todo por su escasa estatura.  Aquí su población se estima en torno a 48.000. A pesar de ser el pueblo más antiguo de África no tienen ningún derecho y se están quedando sin selva donde vivir, constituyendo una minoría discriminada. Este pueblo habitó durante siglos el bosque de donde obtenía todo, comida, vestimenta y hasta sus plantas medicinales. En las últimas décadas empezaron a ser más sedentarios y a establecerse en aldeas donde la convivencia con otras etnias ha resultado difícil. Viven en construcciones vegetales muy elementales. Este grupo, ya había sido desalojado del interior del bosque de Lobaye en los años ‘40, en el marco de una política vergonzosa e infame de reubicación impuesta entonces por la administración colonial de Francia para facilitar los intereses de la explotación de los recursos naturales del país.

Los árboles que producen frutos y que a su vez permiten el crecimiento de otros vegetales salvajes o de los makongo, están siendo cortados, y la selva, el pulmón de este país, el segundo del planeta después de la amazonia, está en peligro. Con el bosque, ellos. Ahora les resulta cada vez más difícil encontrar ñame salvaje, taro y otros tubérculos salvajes. La caza también escasea. Su hábitat y su modo de vida están amenazados por la deforestación. Según la iniciativa Global Forest Watch, en República Centroafricana entre 2001 y 2021 se perdieron 193.000 hectáreas de selva tropical primaria o intacta, esto es más de una quinta parte del total. Como estamos en uno de los pliegues humanos del planeta más olvidados, este atropello legal o furtivo –da igual- pasa discretamente consentido por autoridades nacionales e internacionales.

Son cazadores recolectores y los que mejor conocen la selva, que es su medio natural. Sin embargo, durante los últimos treinta años, se han quedado sin sus recursos tradicionales de subsistencia. Hoy los Aka están gravemente amenazados. La presión de las empresas madereras, la explotación de la minería o el olvido gubernamental y supranacional, son dificultades que hay que superar. Vergonzosa resultó la campaña hace un tiempo para ponerlos en valor que instrumentalizó sus valores tradicionales (canto polifónico) y los paseó por medio mundo para después olvidarlos de nuevo aquí a su suerte y necesidades específicas.

Desde hace más de 40 años la Iglesia ha hecho opción pastoral por ellos de un modo coherente, respetuoso, cercano y discreto.  Aquí en M´Baïki se encuentra el grupo humano Aka más numeroso del país. En el organigrama pastoral se cuenta con una Comisión Aka, entrando sus problemáticas en el conjunto de la realidad eclesial a afrontar y siendo objetivo de predilección evangélica. Zomea es uno de los enclaves en concreto donde esta diócesis cuenta para ellos con un gran servicio: un dispensario y una escuela. Sobre todo se trata de ponerlos en su lugar y escucharles. Su anhelo de dignidad marca el camino a recorrer junto a ellos. Quizá sean la mejor realidad humana donde se pueda conjugar la gramática que propone el Papa Francisco: Acoger. Proteger. Promover. Integrar. Ellos forman también parte del trasunto humano de la Laudato Si. Estar entre ellos en los poblados de la selva,  como los más pequeños del Reino de los cielos y ser aceptado como "hombre de Dios", son todo un estímulo en el quehacer del misionero.


domingo, 17 de septiembre de 2023

EL DÍA DESPUÉS

Ayer se cumplieron 28 años de mi ordenación sacerdotal. Hoy los mismos de mi primera misa., que en esta ocasión he celebrado en Sango. Me vais a permitir eche una mirada a recuerdos, la ocasión lo permite en su guión, creo. Mi cuaderno de viaje se inicia en sus primeras páginas con un recuerdo externo: una hoja de calendario, de esos que llamaban nuestros mayores “de taco”. Corresponde a un lunes de la quinta semana de pascua  de hace tres años. En el santoral, apenas un puñado de nombres raros y nadie conocido a primera vista. Con la hoja del día anterior se quedó mi hermano mayor, como recuerdo del día en que nos quedamos ya huérfanos en este mundo, porque Henar nos dejó, cumplida con creces su tarea, para entrar a formar parte de quienes ya han pasado por esta existencia ya y con quienes esperamos, por fe, participar de la resurrección.

En diversas ocasiones mi madre me comentó que así como yo sabía dónde iría ella una vez abandonado este mundo, también ella sabía dónde iría yo faltándome de mi lado. Una vez confiada a Quien mejor se puede confiar la vida, para mí comenzaba una nueva etapa aún por explorar, y se iniciaba al día siguiente mismo de su partida. Aquél día comenzó una cuenta atrás que me traería donde ella bien conocía. Una hoja puede ser algo más que un simple recuerdo. Ésta en concreto, forma parte de esos “sacramentos de la vida” que dice Boff. Un sencillo y escaso papel que marcó un futuro que ya es presente y es permanente compañero de viaje, heraldo de que no existen las casualidades en la vida. Un día 11 también, tres años después yo entraría aquí, en el corazón de África.

Los que me conocen, saben que viví ese penúltimo tramo con la alegría y fidelidad de siempre, con la entrega y pasión propios de mi ministerio, pero de igual modo acompañado por un dolor grande causado por los que acostumbrados a hablar de lo divino, se olvidaron antes que nada del lenguaje de lo humano. He vivido  la experiencia de que “al que ama, todo lo sirve para el bien”(Rm 8,28). Asumí en obediencia y silencio la nueva situación y me entregué a ella con entera dedicación. Todo ello me ayudó a discernir, primeramente, en sede vacante y proponer con libertad y claridad, después, una vez solucionado este tránsito eclesial. 

Cuando miro esta hoja me parece ver una ventana abierta en la que percibo mucha vida desde aquél día hasta hoy: Covid, transeúntes, amigos, patrimonio, comunidad, jóvenes, calle, enfermos, niños, alejados, consagradas y un largo etcétera que se condensan en una palabra: ¡Toro!. Ciertamente volver a la ciudad en la que brotó de niño mi vocación sacerdotal y misionera, supuso un bálsamo en lo humano y un don en lo espiritual. Toro ha sido lugar propedéutico y estos tres años han ayudado a acrisolar lo que muchos años atrás fue motivo y razón de aquél  “sí” paidético, que ya sería para siempre existencial. Por cierto era un día 11 de setiembre, el año pasado, cuando dejaba atrás este bendito lugar para prepararme a la misión en Madrid con el IEME.

Toda una historia contenida en una simple hoja de calendario que a simple vista es sólo eso, una hoja de un día, un mes y un año. Pero es que la vida se nos va día a día, mes a mes, año tras año. Una fecha que supuso un discreto comienzo jalonado por el pequeño compromiso cotidiano, de un silente itinerario hacia la misión. Así es la vida, un suceder de aconteceres. Personas que disipas en el olvido del perdón y por el contrario rostros, nombres que perdurarán siempre al abrigo del corazón amigo. Horizontes que se abren, como las hojas de un calendario, para ser abrazados. Que San Máyulo y compañeros de aquél día cualquiera, pero de igual modo significativo, nos ayuden a comprender nuestras existencias como sacramento a vivir, explorar, respetar, recordar, celebrar y sobre todo compartir. 

jueves, 14 de septiembre de 2023

CAOUTCHOUC

Tras una noche de agua, el amanecer es pluvioso al igual. Los cielos abiertos dejan caer en grandes trombas este fruto del cielo, aquí tan abundante. En la Eucaristía de las 06:00 cuatro personas, dos de ellas Hijas de la Caridad. Al terminar le invito a compartir conmigo el desayuno. Es un joven. Se llama Dondedieu y es en verdad un regalo de Dios.  Hablamos de muchas cosas. Es cordial y alegre. Le comento que hemos de ir a por agua potable, dado que el bidón está agotado. A las 08:00 me voy a clase de sango, como todos los días que toca y hoy, miércoles, es uno de los tres días de la semana de ello. A las 10:00 termino y vuelvo a casa. Un poco más tarde percibo que susurran mi nombre desde el exterior. Es él, que me informa acaba de venir de la fuente del poblado de al lado, Poto-Poto y me ha traído el bidón. Ha ido andando 4 kilómetros y cargado el bidón a sus hombros, acaba de regresar. ¡25 litros de agua! Me deja sin palabras. Un gesto de tan alta generosidad es impagable. Además, me dice ahora que le acompañe.

Dócil y vencido por su amable gesta digna de encomio, le sigo por un camino en medio de la verde espesura de la selva. Allí me muestra el objeto de lo que habíamos hablado, entre otras cosas, en el desayuno: ¡los árboles de caucho! Un bosque de centenarios cauchos, altos y fuertes, otorgan al lugar una atmósfera especial. Me dice que sólo los hay en esta parte de Lobaye. Mi sorpresa se agranda al encontrarme, en un pequeño claro, a un grupillo de chavalillos que me esperan, advertidos por algunos jóvenes entre ellos él, para enseñarme algo muy precioso. Me muestran cómo fabrican de modo natural sus balones y pelotas, objetos de sus juegos. He de confesar que mi admiración es mayúscula.  Intentaré describir el proceso, que sólo si se contempla, se puede creer de verdad. 

Primeramente con sus machetes, realizan diversos cortes en las cortezas de una serie de árboles próximos. Mientras las heridas sangran una savia blanca viscosa, ellos escogen un palo que pelan en uno de los extremos como unos 8-10 cms y cuya médula calientan un poco al amor de un tímido fueguecito que hace de epicentro de esta empresa. Y comienzan a corretear y recorrer, frecuentar y visitar los troncos llagados, impregnando ese líquido gomoso con sus deditos sobre esa superficie preparada en sus palitos. Una vez completada, se dirigen al fuego y lo calientan, logrando que el caucho, como si fuera un moderno látex autonivelante, se extienda y cubra todo ese espacio en su palos. Repiten la operación tantas veces como consideren, hasta lograr una película consistente y sin fracturas ni orificios. El ir y venir es constante, es una danza lúdica. 

Una vez considerado es suficiente, modulan con sus manos hasta separar esa materia adherida y trabajada en el palo. Miran al cielo a su través, cual catalejo para percibir posibles fugas. Una vez testado y admitido el producto como bueno, el siguiente paso requiere el concurso de dos. Uno procede a su inflado, mientras el otro estira el objeto por su parte cerrada. El milagro se produce y una burbuja de aire emerge en su mitad que se hace tan grande como se siga con el soplado. Una vez adquirido el tamaño deseado, se cierra por la parte que se ha inflado, tarea fácil debido a su generosa adherencia. 

Comienza la última fase, irle dando volumen, capa tras capa del mismo producto. Una película de caucho caliente en una reutilizada chapa hace que la película de este producto vaya envolviendo de modo sucesivo ese corazón de balón etéreo. Y así, poco a poco se obtiene el volumen del esférico que hará las delicias de los peques. Don de Dios, los chavales, los jóvenes, el agua, el ingenio humano y la naturaleza.

domingo, 10 de septiembre de 2023

ALA KWE!

Vosotros todos!, así titulo y culmino esta entrada con la que os profeso mi homenaje hoy al compartir y agradecer un sentimiento de este tiempo. Tanta cercanía, acompañamiento y apoyo constantes son un regalazo. Por washap, correo electrónico, SMS, Facebook, Insta y el mismo blog, he ido recibiendo multitud de buenos deseos y sinceras confidencias. Es verdad que la misión ha cambiado, lógicamente, en este tiempo, en la era de la comunicación y las redes sociales hay muchas cosas que ya no son como lo fueron un día. Pensaba yo, por ejemplo en los tiempos del bueno de Comboni. Meses metidos en un vapor que surcaba mares, ríos y océanos y después de meses arribaba a un puerto donde comenzaba de nuevo su periplo terrestre en animales hasta llegar a su destino; ¡y eso quien había logrado sortear los peligros de esta primera etapa de la misión!. Meses de trabajos en silencio, donde la comunicación quedaba limitada al ámbito puntual postal o al incipiente telégrafo, donde hubiere un punto de ello. Ni que decir en tiempos anteriores aún.

Hoy un avión en apenas unas horas, aunque sean muchas y con escalas, te deja en las grandes capitales desde donde, aún eso sí por tortuosos caminos llegas sobradamente “agitado antes de” estar en tu destino. Ir a lomos de un vehículo te permite mover todo en tu ser para cuando llegues, intentar ponerte de nuevo cada cosa en su sitio y así recolocarte, resituarte. Las  ondas y la red de redes te permiten estar vinculado  al mundo, el que has dejado y en el que vives. Todas estas mejoras te permiten dar un amplio respiro tanto para los viajes, por movidos que puedan ser, como para las estancias, donde aun con limitaciones y cortes, puedes mantenerte conectado si no a diario, si al menos por semana. Aquellos diarios de misión escritos a la luz de una vela, hoy son crónicas de un blog (¡con más de 5.000 lecturas a día de hoy!) al amparo de una, tenue también, luz alimentada por una batería recargada al amparo de un pequeño panel solar. 

Y sois vosotros también los protagonistas de la misión, los que enviáis, los que venís, los que arropáis, los que estimuláis en medio de tantas limitaciones, a dedicar cada día lo mejor de uno, comenzando por una sonrisa, a quien está falto de todo, también de cariño, inmersos en una sociedad tan dura en el trato, como en su historia y expectativas. Sois cada uno de vosotros los que os hacéis presentes en el gesto que se dispensa. Emerge vuestro recuerdo con más intensidad, aunque muy dulcemente, en las ocasiones en las que te asalta la víbora de la tentación preguntándote al estilo rebelde de aquella movida: “¿qué hace un chico como tú en un sitio como éste?” Estáis presentes todos, todas, cada uno y cada una no sólo en el recuerdo, (¿cómo olvidar la eucaristía de envío diocesano, expresión anticipada de lo que soy ahora?), si no y sobre todo en la actualidad de cada día y cada acción. Porque la clave, entiendo, es la que acabo de acariciar hace apenas unas palabras. Soy enviado y al serlo, vengo con todos vosotros, por todos vosotros y para todos. 

El envío lo hacemos realidad cada uno cuando nos ponemos en modo de disponibilidad, entrega y servicio. Cuando nos peguntamos ante Jesús: ¿qué quieres de mí ahora? y cada uno es capaz de dejarse  encontrar por la respuesta en los contornos de su vida. Es hermoso que os descubráis presentes en las tareas de quienes estamos desplazados lejos, en los márgenes del mundo. Significa que entendemos lo que significa misión, esto es, superación de fronteras, distancias, lenguas, culturas y horizontes y entregarnos desde Dios, uno, a la humanidad, una también. 

Estamos orgullosos de vosotros todos, los que como yo ahora estamos en las primeras líneas de los últimos lugares, porque formamos parte de un todo que es capaz de hacerse presente, con su comprometida forma de ser, diversa también, en un mundo plural, distinto y distante, pero que está dentro del único sueño de Dios. Un sueño que ha compartido con todos en Jesús: hacer de esta tierra un tejido de fraternidad y colorido gracias a la conjunción de unos y otros. Singila mingi!  (Muchas gracias).Sois como esa muchacha de nuestra imagen, que sostiene en segundo plano y sin protagonismo, a la pequeña. La generosidad, la comunión en la misión no son sólo frutos de los misioneros/as. Todos sois misioneros de muchas formas, una de ellas es esta. Os siento muy al ladito, vuestro cariño me refresca en este cálido ecuador africano. Parte de la misión, de esta misión en concreto, sois también todos vosotros. 



viernes, 8 de septiembre de 2023

CREDO DEL 8 DE SETIEMBRE

Un día como cualquier otro, pero una fecha singularmente entrañable. Primero fue la Virgen de Árboles. Finalmente las muy queridas Virgen del Canto y de la Cuesta. Esta fiesta de la natividad de Santa María siempre ha estado presente, de un modo u otro,  en mi ministerio. El caso es que cuando saqué visado para venir aquí, expiraba hoy, 8 de setiembre y hoy era, también en principio, mi día de regreso. Después de muchos viajes en avión durante estos años y ningún vuelo perdido (¡es una suerte! ¿no?), ésta va a ser la primera vez que, una vez programado, no lo realizaré y la causa no estará en las aerolíneas, transfers o aeropuertos, si no por voluntad propia. Estos días me han emitido prórroga al visado para otros tres meses. Tiempo en el que, seguro, me iré incursando poco a poco y cada vez más tomando conciencia con estos trámites, del trecho de vida que se va tejiendo en estas coordenadas del planeta.

Al concluir su visita a Mongolia, el Papa Francisco evocaba los cien años de la composición de una obra preciosa a cargo de Teilhard: “La misa del mundo”. Un canto a la presencia espiritual de Cristo más allá de lo establecido por la materialidad de las especies eucarísticas como presencia real. A mí me da pie esta fecha del día 8 de setiembre y este hecho de la  butaca vacía de regreso, para reflexionar sobre mi presencia aquí, en mi caso hoy sí con pan y vino, pero de cualquier modo también buscando ir más allá de lo establecido.

No soy alguien que tenga que hacer carrera y este destino me permita un destacado elemento curricular. No estoy aquí porque me hayan mandado con un estatus y régimen laboral privilegiados. No estoy aquí para estudiar ni investigar nada. Menos para pasearme con la estela de quien de antemano y antes de nada reivindica la condición e identidad de cooperación, esa dimensión humanitaria que gestiona nuestro mundo civilizado para tranquilizar conciencias y gestionar recursos de gran trastienda. No. Estoy aquí porque esta realidad forma parte también de la Iglesia que se extiende por el mundo y cuya misión en estas tierras desde hace más de ciento cincuenta años es querer estar con quienes estaría también Jesús, con los más pobres de los pobres, con los últimos y olvidados, con quienes piden, reivindican atención antes que nada, y después justicia y dignidad ante todo.

Estoy aquí y mi motivación es la fe. Una fe que se anuncia y comparte con la presencia, espiritual y real, sin otro interés que estar como somos y con lo que tenemos. He sido enviado por mi diócesis y me siento acompañado y arropado por ella, por tantos... El misionero no viene “a hacer algo”. Viene a estar con todos, y esa estancia, esa presencia comprometida, transforma a las personas, a las que venimos y a las que nos acogen, de tal modo que nos estimula al crecimiento en dignidad de todo lo que es vida conforme el don de la existencia. Todo ello anima a construir realidades nuevas, sí, y a nadie deja indiferente, porque es el ser y estar del mismo Jesús, del mismo Dios. Él que pasó entre nosotros haciendo el bien. Él que en su grandeza es el amigo de los hombres.

Me gusta el lema y la imagen que OMP ha escogido para este próximo, casi ya inmediato, octubre misionero 2023. “Corazones que arden y pies en camino”. Vida compartida en gestos y acciones. Y todo ello envuelto en un abrazo fraternal de difícil ponderación como para poder contenerse en una hoja de servicios.

La misión no es pasearse. La misión tampoco es pensar que se tiene respuesta para todo y que todo va a ser salvado por nuestra entrega. Misión tampoco es aparentar, ni pasar por aquí siempre con la garantía de un billete de vuelta. Misión es abrazar esta realidad y en ese abrazo hacerla tuya y  hacerte suyo y sentirte rico al saberte arropado por su pobreza. Misión es compartir latidos y pasos. Esto es evangelizar. En esto consiste la nueva evangelización. Hoy es 8 de setiembre, bonita fecha en numerosas parroquias y pueblos de Zamora. Hoy he “perdido” por vez primera en mi vida, el vuelo de regreso. 


martes, 5 de septiembre de 2023

DIVINO TESORO

Hoy toca algo de datos, para ir construyendo poco a poco una idea cierta de dónde estamos como Iglesia de Zamora y de cuántos, quienes y cómo son los que pisan esta tierra. Una población de 5,457 millones de personas, según datos de 2021. Entre un 60-70% de la población es joven y cuenta con una tasa de no escolarizados del 70%, es decir, un altísimo porcentaje de analfabetos. Menores de 25 años son el 63,9% de la población y menores de 5 años son el 17,3%. La esperanza de vida está entre 45-55 años, el segundo país con la esperanza de vida más baja del mundo y el quinto con la mortalidad más elevada por enfermedades infecciosas y parasitarias.  Además son los primeros, eso sí  en  tener una de las tasas de mortalidad infanto-juvenil más altas del planeta (220/1000), mucho más que los datos de cualquier campo de refugiados en la actualidad. Esta es la radiografía básica de esta microclima humano.

Informes de todo tipo no faltan, detallados y actualizados. Informes  de las grandes instituciones que justifican acciones que cuesta trabajo descubrir, más allá de sus papeles y programaciones. En medio de esta situación humanitaria encaran la vida los centroafricanos con una distribución por el territorio repartida entre la capital del país Bangui, (603.000 personas, ¡con una media de edad de 18 años!) y las capitales de prefectura, en un  volumen del 36,2%. El resto del territorio (extensión como España y Portugal juntas) es eminentemente rural (70,9%). Las mujeres representan el 54,3% de la población. Resumiendo: un país enorme, muy poco poblado y con una población, la que sobrevive tras los primeros cinco años de vida, muy muy joven.

Desde el punto de vista de las creencias, es una población, como lo es por lo general el africano, muy religiosa. No conciben la vida sin la transcendencia, sin Dios. Así las creencias étnicas (10%), el amplio espectro del cristianismo (80%)y el islam (10%), configuran aquí el mosaico de la fe. Vayas por donde vayas, encontrarás una cruz, una capilla, de unos o de otros. Perviven ideas ancestrales, singularmente nada compatibles con la fe católica (brujería, supersticiones, etc). Los conflictos bélicos son primero bélicos, porque son violentos. Recordemos que aquí todo hombre tiene en casa un machete. Después políticos, porque los sostienen las ideologías y finalmente religiosos, porque quieras o no, todos los implicados profesan alguna creencia. Cuando estás aquí te das cuenta de cómo occidente manipula grandemente la información que vierte de esta realidad, presentando estos conflictos como si fueran de raíz o aderezo religiosos y por tanto se da la imagen de la religión como un elemento social nocivo y primitivo.

Cuando pisas esta tierra de verdad, te das cuenta que un activo de humanidad, de dignidad y de sana convivencia, es la propuesta católica (30%). Escuelas parroquiales, dispensarios, hospitales, internados, lugares de promoción y propuesta de proyectos… todo ello forma parte de la iglesia, además de la liturgia y los sacramentos. La tenue conciencia crítica social y política, emerge también exigua del compromiso con el Evangelio, que más sabe de caminos y gentes que de despachos e intereses.  Respecto a las posibilidades que presenta, a pesar de sus variadas limitaciones, (ser un país de interior, infraestructuras, administración, etc…), digamos que como el resto de este continente, es la despensa del resto del mundo. Materias primas del mundo vegetal, nutridos recursos minerales, plagan el subsuelo de esta tierra cuya población pisa descalza y a la que se aleja de este potencial. Yo creo que su mayor riqueza es su juventud. Tendrá que asumir su responsable papel en la construcción de este colectivo nacional, antes maltratado, ahora olvidado, y siempre explotado, ¡sí!. Para ellos es también el innegable y resiliente tesoro de una tierra que sí aparece en el sueño de Dios. 

sábado, 2 de septiembre de 2023

TARTARIA

 Ha habido un pequeño problema con un perro, dicen que rabioso, el caso es que creo que la nube de niños entre el bullicio, las carreras y el barullo le animan a ponerse aún más nervioso de lo que está. Me he decidido a llevarlos a la campa y he realizado unos juegos, al mejor estilo scout, para disuadirlos de lo que hasta ahora ha sido su centro de interés: el enervado can. Hemos estado jugando un rato, yo aprendiendo expresiones y palabras de su divertida jerga y la verdad que han disfrutado de lo lindo. Al final aún por disolver del todo la muchachada, un hombre se me ha acercado y presentado. Es el director de la escuela primaria de SCAD. 

Sentados en una sombra, le he ido preguntando los pormenores de la educación en este país y las singularidades de la escuela de su poblado. Al concluir el dilatado y animado diálogo, saca de una mochila que portaba en su moto, dos tortugas maridadas por un alambre que las une mediante un ojal perforado en los laterales de ambos caparazones. Nada más ponerlas en el suelo, han sacado sus cabecitas y patas y comenzado a moverse que al estar yugadas por semejante y primario invento, les ha resultado imposible, optando ambas por encerrarse en su caparazón y esperar.

He debido de poner cara rara. La verdad nunca me han hecho un regalo así. ¿Y… qué hago con ellas? Os podéis imaginar la respuesta del agradecido donante natural de un país que debido al hambre, come todo aquello que se mueve. Una vez despedido el encuentro, dejo el pack en la cocina, porque es lugar fresco, a la espera de la llegada de los párrocos, porque sigo sólo y ya va más de una semana. Uno llegará esta tarde. En la mesa con las hermanas, he comentado el regalo y me han explicado que no es cualquier regalo, es el mayor obsequio que alguien puede dar. Símbolo de sabiduría y respeto, destreza y poder. Un pequeño universo semiótico de la vida, el mundo, el cosmos… y del ser humano en su dimensión introspectiva, reflexiva y espiritual. Yo, la verdad, escuchándolas, me admiro aún más y me incomoda sólo pensar que tantas realidades formen parte, un día quizás, de la carta del menú de casa.  No participaré y por todos medios intentaré evitar. 

Para mí la “quelona” es primeramente un animal ancestral, pertenece al subterráneo trago de la historia. Entre nosotros protegido. No creo sea  sujeto de derecho alguno, pero sí de valor y ese valor lo tiene viviendo. Bastante tiene ya con cargar con el castigo (de ser lenta y permanecer siempre encerrada en su casa) impuesto por Hermes, al no querer acudir a aquella boda contra natura del Olimpo. Tanta mitología en el plato me asusta.  Y me aterra la posible deriva del asunto a estos términos, en los días precisamente del viaje del papa Francisco a parte de las tierras de la antigua Tartaria. 

Hasta la fecha, quizá sea la experiencia que más me ha descolocado, por serme del todo inesperada y resultarme, también del todo, sorprendente. Me quedo con el encomiable gesto de gratitud que profesa así esta cultura. Comprenderéis (imagino) desde la nuestra lo que en estas líneas he descrito y expresado. Este hecho, despierta en el corazón del misionero, un respeto grande por la cultura en la que vive inmerso, al mismo tiempo que fiel a la propia, ofrece nuevas claves de sentido hacia  aquello que está llamado a evolucionar y comprenderse de otro modo. En temas de inculturación, lo concreto y lo práctico es siempre lo más difícil.