sábado, 16 de marzo de 2024

YVES ET JULIE

La evangelización y la catequesis son las dos caras de una misma moneda, la de la misión. En las últimas jornadas diocesanas, logré incluir un tiempo para que por Decanatos, las parroquias pudieran organizar alguna actividad conjunta. En nuestro caso diseñamos un pequeño programa de tres encuentros, uno en cada parroquia del decanato. En Mbata un encuentro de formación para catequistas. En Mongoumba un encuentro para corales y en Safa una actividad con la etnia Aka. De este modo, marzo, abril y mayo tienen una cita más allá de los muros de cada parroquia. De igual manera, esta programación supone un ejemplo de cómo se puede trabajar en equipo, aunar esfuerzos y salir de esos pequeños reinos de taifas que son en estas tierras las parroquias con sus capillas correspondientes, donde cada cura hace y deshace de modo autárquico.

Del 29 de febrero al 3 de marzo, Mbata ha acogido esa formación que dirigida a los catequistas, presentaba la semana santa y cómo mejorar las celebraciones desde las claves de su sentido unitario (triduo) y específico. 76 catequistas han acudido y recibido dicha formación teológica, litúrgica y pastoral. De todo este número, apenas 4 mujeres. Aquí este ministerio como otras muchas cosas recaen sobre el varón preferentemente. Hemos trabajado la historia de la semana santa, el sentido del triduo pascual y de cada fiesta que lo componen. Después, por parroquias, hemos tenido tiempo para organizar las celebraciones de esos días santos. Aquí procesiones no hay más que las litúrgicas (candelas, ramos,….) y por supuesto la iconografía es muy dispar, unas pocas imágenes occidentales de escayola de dudoso gusto estético y otras pocas en madera al gusto africano. 

De igual modo aquí cobra un papel muy relevante la figura del catequista, que instituido como celebrante o enseñante, mantiene el ritmo y los procesos en los poblados y capillas. Ya he aludido a ese grupo de catequistas que durante cuatro meses han recibido una formación más seria. De nuestras parroquias han sido dos, Yves y Odylon, los dos inquietos y buenos en el plano de la comprensión y la transmisión. A ellos confiaré una presentación por los diferentes sectores pastorales de la parroquia (4), acerca de los núcleos teológicos a tener en cuenta en el catecumenado de bautismo y confirmación, que sólo en esta parroquia ronda el medio millar cada uno de ellos. 

El obispo, preocupado por la existencia aún de numerosos lugares sin asistencia ni presencia católica, les hizo la propuesta a este grupo de 24 que recibieron la formación de cuatro meses, de poder alguno ser catequista misionero, esto es, ir con su familia a vivir a otro poblado y ser allí el animador de la fe en tanto llega la presencia del sacerdote. Yves aceptó el reto e irá junto con otro a un poblado cerca de Boda. Para Julie, su mujer, le esperan tareas de educación y escolarización de los más pequeños, una empresa a la que se preparará con los enseñantes de infantil durante los próximos cuatro meses. 

Esta tierra, sus gentes, están ávidos de formación. Se pueden pasar horas sentados en una sesión, sea de lo que fuere. Se recorren largas distancias a pie para acudir  a recibir una enseñanza. Todo el mundo con su cuaderno y bolígrafo para dar buena prueba de los contenidos a tener en cuenta. Al final preguntan y preguntan mucho. 

Como potencial que es, el de los catequistas en el seno de la Iglesia, son un grupo a tener en cuenta y a cuidar, en tanto que formadores y transmisores de la fe, personas de gran capilaridad social en sus comunidades, figuras necesarias para una Iglesia misionera, para una comunidad en misión. El reto es mejorar la calidad de los mismos, no en vano son hijos de su pueblo y a menudo piensan como su pueblo, actúan como su pueblo. Afrontar en cristiano los temas de brujería por ejemplo y abandonar el concubinato o la poligamia para abrazar el matrimonio, son dos cuestiones siempre candentes en el colectivo.

Hay catequistas, herederos de la vieja misión, que son auténticas autoridades en este ministerio, por su entrega y celo, por su sólida formación y testimonio de vida. Otros, por el contrario, viven aún de un modo timorato las consecuencias de ser cristiano y la peculiar forma de estar en el mundo de los discípulos de Jesús. Ser catequista en África no es cualquier cosa, no es un hobby, es un modo de ser ante la sociedad y la Iglesia. 

1 comentario:

  1. Cuantos catequistas...al revés que aquí, que son casi todas mujeres. Es admirable su deseo de aprender. Y cuánta gente joven...
    Un saludo Chus, y que todo fructifique. Qué sus tradiciones y la Buena Nueva se conjungen en un todo esperanzador.

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