jueves, 12 de octubre de 2023

WAPILA

Como si de un asalto de lo divino se tratara, una irrupción inesperada, así ha aparecido él. Apenas llegado y dejado la mochila en la habitación, he salido a conocer un poco el entorno de la casa. Estoy en M´bata, la que será en apenas un mes mi parroquia. Bajar los escalones de la galería superior te llevan al porche de entrada y de éste se sale al jardín. Dos arbustos en forma de piña jalonan la entrada. Palmeras, grandes árboles frutales y en una gran explanada verde emergen las piñas, algunas ya preciosas. 

Unos pasos más adelante, una palloza, de las que tanto abundan en esta tierra, con la techumbre tradicional de tupidas ramas. Me detengo y pienso que quizá a ellos su estructura circular, acostumbrados al encuentro y necesitados de protección bajo este generoso cielo, les encante esta forma de cobijo tan familiar.  

A escasos metros una casita en madera. Es aquí contemplándola, antes de dirigirme a la iglesia, cuando me percato de la inesperada presencia de un joven a mi lado. ¡Hola, soy Wapila! ¿Y tú?. Respondo que soy Bwa Chus, el nuevo párroco. Me tiende al encuentro su mano que estrecho y mirándole me percato de sus facciones. ¿Eres aka, verdad?. ¡Sí, de la capilla de Molengué!, responde. Es mi casa, ¿te gusta? me dice. Este es el trasunto por el que me cuenta que está profundamente agradecido al obispo, que fijándose en él, ha hecho posible su formación profesional en Banghi, con los salesianos. Ha hecho soldadura y ahora está trabajando haciendo sus prácticas en un pequeño puerto a modo de herrería aquí. Es simpático y va muy aseado. Será él quien me enseñe tanto su casa como el resto de la concesión, iglesia y pabellones. En su cordialidad percibo una pronta madurez impuesta por la misma vida. En efecto. Padres fallecidos, siete hermanos de los que también cinco ya no están, sólo le queda uno que está en su poblado. 

Está esperando la llegada de otros aka que van venir a la escuela de la parroquia.  Los conocí ayer. Un grupo de tres niños de unos 7 a 12 años. Todos vivirán en su casita, que visito y podría describir como una limpísima miseria de apenas tres compartimentos, vacíos de todo y sólo habitados por una esterilla al suelo, que les permitirá acoger sus cuerpecillos en la noche.  Se harán su comida en el exterior al modo tradicional. Lavarán en el río y tenderán, los días de sol, sobre la techumbre de la casa.  Así será su infante y adolescente vida. 

Me enseña lo que se ha comprado con lo que ha ido ganando de sus trabajillos. Un venerado y brillante pequeño móvil, de fabricación y marca chinas. Le pregunto por su número. Me sonríe y me dice que aún no tiene SIM. Para él tener teléfono es signo de tener otras aspiraciones diferentes a las del consuetudinario  discurrir de cada día. 

Todos estos días se ha preocupado de mí, como lo hace a diario de las hermanas Dominicas Misioneras de África, a quienes diligentemente en sus ratos libres ayuda. He notado en él una actitud sincera de profunda y teológica gratitud. Su lenguaje, marcado por un grande tono religioso, permite darme cuenta que para él, Dios es muy importante. Quizá Quién le ha rescatado de una vida sentenciada a un estilo tradicional. Para él la familia de los hijos de Dios, la iglesia, es importante también. Quizá porque ha sido el medio por el que ha recibido esa mano tendida de lo alto. ¿Bwa, cuándo volverás?, me decía cuando de nuevo estrechábamos las manos el lunes por la tarde, en esta ocasión para regresarme a M´Baiki. ¡Pronto! En un mes estoy aquí. Su leve y amplia sonrisa me hacen confidente de que ha notado que en medio de nuestro apretón de manos hay algo más. Unos billetes doblados, 3000Fcf (4,58€) y un papelillo con un mensaje: “2000 SIM +500 recharge solde + garde bien les petits aka+ mi número aquí en RCA”. Al poco de llegar, tenía un SMS suyo interesándose por mi viaje y llegada. Wapila es sinónimo de superación. Wapila es modelo de fe sincera. Wapila es ejemplo para su gente. Wapila podría ser un ángel, pero es tan humano como tú que ya sabes de él y como yo. 


6 comentarios:

  1. Wapila hace realidad el lema"Somos familia, hacemos comunidad". Gracias por mostrarnos su rostro y su identidad. Qué importante es tender y que nos tiendan una mano amiga...Un saludo desde Toro Chus.En plena fiesta de la Vendimia.

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    1. La verdad que sí, se recogen siempre los frutos de lo sembrado y que la comunidad acabe siendo una familia, es tarea de una siembra generosa y paciente de lo mejor de cada uno. Bstos y cuidate. Gracias por estar ahi.

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  2. La vida es así,la confianza más.
    Gracias.🙏🏼🙏🏼🙏🏼

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    1. Ciertamente, la vida es un acto permanente de confianza, dices verdad!. Gracias por ambas en tí.

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  3. Una bella historia que me lleva a la reflexión: compartir hasta la pobreza y todo por amor al "otro". Gracias, Jesús.

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    1. JJJJJ un título que te pediré prestado para una próxima entrada, eso de "compartir hasta la pobreza......". Gracias a tí

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