Cinco días con ella, la hacen merecedora de una entrada,
Todo barrunta que va empezar. El inicio es como si tuviéramos nuevos vecinos recién mudados en el cielo. Ruidos como de cambiar muebles y arrastre de cajones. Lejanos primero. Mientras, apenas sin percibirlo, a cada instante, todo se va tiñendo de gris en un amplio haz de matices. Conforme el rugir es más frecuente y cercano, de repente todo calla y comienza una quietud en la se percibe un suspiro que viene, también de lejos, acariciando árboles, ramas y hojas de la selva. Progresivamente se va haciendo más y mas severo, ahora ya es viento que sacude todo a su paso y cimbrea hasta a los más veteranos de la espesura. Primero uno, después otro…, fogonazos que iluminan todo aquí y allá, y ahora sí, la sinfonía se llena de estruendos, truenos y descargas eléctricas. Otro compás de silencio, a modo de indicación para despistados que quizá no han reparado en las señales ya dadas. Entonces, después de este introito, comienza de veras la tormenta.
Enormes gotas esporádicas, que salpican caprichosamente toda la alfombra vegetal que, dan paso a un continuo de lluvia más menuda. Un olor característico de frescura y limpieza lo invade todo. Fiesta para todos los sentidos. Cortinas de agua fina muy abundante provocan el bullicio de techumbres y tejados, la mayoría vegetales o en chapa y todo es ya sonido que invade el espacio con su tono cuasi metálico. Descuellos de luz y cañonazos celestes por doquier al punto de sobrecoger al más valiente. Suaves, lejanos, cercanos, terribles… El bosque se ilumina y se refleja en las casas y en los rostros de quienes, asomados, contemplan el espectáculo. Y entonces, como si se tratara de un guión de fallas, arrecia el ruido, los destellos y el agua, como la “mascletá”, pero tardará en llegar. Mientras, la protagonista es el agua que comienza a intensificar su caída, al punto de parecer que ciertamente las nubes del diluvio las tenemos sobre nuestras cabezas. Horas y horas de trombas que parecen no agotar las aguas de arriba del espacio, diría en el autor genesíaco.
Horas que hacen rebosar las grandes heridas de caminos y praderas, otorgándoles para la ocasión la condición de charcos y lagunas, que lejos de sanarlas, las laceran aún más. Por caminos y carreteras discurren, a merced de sus inclinaciones y desordenados desniveles, brava y libremente, las aguas tornadas sanguinolentas al contacto con estas tierras rojas en verdad. Horas que parecen tener más minutos de lo establecido. Hasta que en un instante también, la intensidad se va reduciendo, indicando que estamos ya en el movimiento final de esta sinfonía estacional que abarca de abril a diciembre: la época de las lluvias.
Y de este modo, fiel a su consuetudinario pacto, el agua se somete de nuevo a la normalidad, abandona su presencia desmesurada y vuelve a esa fina, suave lluvia, con la que dio también comienzo, hasta que todo desaparece poco a poco. El final es indicado ya solamente por el exiguo goteo de tejados y acanaladuras que vierten el postrimero regalo del cielo que aquí llaman “Ngu Nzapa”, esto es: agua de Dios. Y porque es de Dios, viene casi a diario a visitarnos. Y porque es de Dios llena todo de vida y hace brotar ese verdor, también en inmensas tonalidades, con las que viste a la selva. Y porque es de Dios, por muy oscuro que esté el cielo, siempre se abrirá de nuevo en horizonte lleno de luz y claridad que a su vez acogerá mañana la lluvia como lo que es: un don de lo alto.
(Activa el enlace que titula esta entrada, con los dos primeros minutos, lo entenderás aún mejor.)
Preciosísima la entrada, muy poética y plástica. Y con los dos minutos del vídeo, pues ya casi casi ahí, disfrutando de esa bella tormenta. Lo de la mascletá muy bien traido.
ResponderEliminarUn abrazo. Se reza por ti.
Bellas y terribles, la verdad que sobrecogen. El video me acordé que su original comienzo, podía ilustrar mejor lo que quería transmitir, porque la verdad, es que lo hacen muy bien. La oración es el sustento, así que ...... ahí, ahí... gracias.
EliminarMe ha parecido una pieza literaria de muy alta calidad: la descripción de una tormenta estacional por esos lares de la RCA.
ResponderEliminarSe trasluce un respeto a la naturaleza y sus manifestaciones, no exento de algo de "miedo" tal vez por ser la primera para ti.
La mano de Dios os guardará.
Seguimos deleitándonos con tus comunicaciones.
Así es, bellas las tormentas y sobrecogedoras por su inmensidad en todos sus elementos, y unido a los días que duran...... ya me dirás..... Me pongo en el pellejo de Noé cuando le decían sus hijos: "Papá es sólo una nube......!!!!" Me alegra verte tan unido, identificado y animado con la misión. Un abrazo fuerte!!!
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