viernes, 30 de junio de 2023

FUEGOS DE ARTIFICIO PARA UN COMIENZO

Mientras en Paris, estas noches se habla de "tormenta", aquí sí que la ha habido desde la madrugada hasta media mañana, pero tormenta de verdad, esto es: agua en abundancia (103 lts), truenos que cabalgan por un cielo matizado de grises y siniestras sombras y una pléyade de rayos que fotografían frenéticamente el mismo en su totalidad y a cada instante, como si de una pasarela de celebridades de la naturaleza se tratara. El caso es que hoy es un día especial, al margen de la propia naturaleza y sus ritmos, hoy se pone fin a mi primer contacto con esta realidad y el comienzo de una inmersión, ya en serio, en la lengua y la cultura del pais.  Hoy viajamos a Safa, para mi aprendizaje de la lengua étnica. Y es que, el tiempo pasa sin pedir permiso.

Aquí aterrizamos un 11 de Junio, ¿recordáis?. Digo aterrizamos porque lo hice con el que será mi obispo también durante estos años: Mons. Ruíz Molina. Un burgalés, comboniano, bregado ya en la misión anteriormente en el Chad. Más tarde lo fue como párroco aquí en MBaïki y después como obispo auxiliar de otro comboniano, Mons. Aguirre, en la diócesis de Bangassou. De allí sería nombrado titular de esta sede hace poco más de tres años. El caso es que el día de ese aterrizaje que acabo de referir era Corpus Christi. Lo celebramos en Bangui con toda solemnidad y sencillez. Estas semanas he estado en la parroquia-catedral Sta. Juana de Arco, con José Antonio Arroyo, el que será mi compañero. Sacerdote diocesano de Burgos, es miembro también del IEME, con experiencia primero en su diócesis, después en el Togo y desde hace algo más de un año, aquí. 

Estas semanas me han permitido conocer la diócesis en las personas de sus agentes pastorales, puesto que tuvo lugar durante tres días, la asamblea diocesana. Ello me permitió ponerle rostro a las parroquias, en sus sacerdotes, religiosos/as y laicos con cargo en tareas pastorales. M'Baïki es una diócesis aproximadamente del tamaño de Galicia y está atendida, a través de 3 decanatos por 9 parroquias que a su vez atienden diverso número de capillas de las poblaciones extendidas en sus respectivos territorios. En este humus eclesial trabajan 11 sacerdotes y unas pocas congregaciones religiosas masculinas y femeninas. Son pequeñas comunidades que realizan tareas pastorales, sanitarias o educativas. También hay un grupo de sacerdotes polacos (3), "fidei donum", nosotros del IEME (2) y unos pocos laicos polacos y combonianos. La diócesis se caracteriza por su vitalidad, animación e implicación del pueblo fiel, en la que los catequistas, como siempre ocurre por tierras de misión, tienen un peso específico impagable. 

Hoy tras este contacto necesario, y sin ninguna incidencia, gracias a Dios, a cuenta del agua, las comidas, el clima o los mosquitos...  comienza de veras mi incursión en esta tierra y estas gentes. Estaré hasta Navidad en Safa, una parroquia (Sagrado Corazón) a 30 kms de M´Baïki. Viviré en fraternidad con dos sacerdotes jóvenes centroafricanos: Hervé y Evrad. Hay también allí una comunidad de Hijas de la Caridad. Mi misión: aprender Sango e integrarme en esta sociedad y cultura. Así que, animado, mañana empieza un poco más en serio esta empresa. El obispo y José Antonio  se quedarán allí hasta el domingo para después de la celebración de la Eucaristía y de haberme presentado, regresarse, puesto que llega un contingente de médicos españoles. Me abro, por tanto, a la experiencia de la empatía evangélica como preámbulo de todo. Será un tiempo de gracia en el que habré de estar atento a todo, especialmente a lo pequeño, a la brisa, como Elías.

De otra parte, esta mañana al comunicar el nacimiento de este blog a tantos amigos, he recibido inmediatamente la gratitud y felicitación por la iniciativa, que no ha sido tanto mía, en serio, (soy totalmente novel en esto), cuanto de todos vosotros. Los pormenores del viaje (que ya anticipo complicado), y de las primeras impresiones, serán el tema de la próxima entrada. ¡Feliz fin de semana!




jueves, 29 de junio de 2023

LA RUTA DE LA RELATIVIDAD

 117 Kilómetros separan la capital del país, Bangui, de M´Baïki. El martes tardamos tres horas para ir allí. El secreto estuvo en que estaba poco transitada y seca. Ayer al regreso, con las condiciones invertidas, populosa y empapada, tardamos cinco horas. La carretera es, como en toda África, lugar de encuentro y de vida. Ella en si misma es una paradoja, una superficie apenas visible de alquitrán, quizá de hace cincuenta años, dañada por todos lados. Los laterales cual serruchos que se confunden con la tierra que la invade. Al centro, baches para todos los gustos. Cada poco unas barandillas marcadas por el óxido recuerdan que se pasa por ríos que desembocan en el Lobaye. También como en toda África, la protagonista, la reina es la moto. Motos cargadas con sacos, bidones, hasta un cochino zunchado y por supuesto aún resta espacio para que viajen 4 personas. Lo mismo ocurre con los camiones. Viejos, destartalados, ruidosos y con una generosa estela de humo, van cargados increíblemente de mercancías y personas, al punto de desafiar las leyes físicas de capacidad y equilibrio.  Con estos sí que hay diferencia. Los camiones al servicio de las madereras suelen ser más modernos y sólo transportan largos tablones apilados de madera y siempre cubiertos con lonas. Son los reyes, y por eso hay que apartarse, siendo este gesto de prioridad lo que mejor expresa la pleitesía a este capital que se escapa de modo nada claro. El claxon es lo que más se utiliza, puesto que a este ambiente de caótico tráfico, hay que añadir los márgenes repletos de viandantes que deambulan de una población a otra.

Una ruta que cada poco está controlada por unas barreras. Al frente de las mismas unos jóvenes vestidos de modo informal unas veces, otras con uniformes militares y armados, establecen los criterios en cada caso para pagar, o no, por su tránsito. Así es esta realidad que sueña con convertirse un día en la espléndida ruta panafricana, de la que de momento sólo la vestigian unas marcas en forma de aspa en aquello que circunda, también sin criterio alguno, la carretera. Como si del libro del Éxodo se tratara en vísperas de la noche pascual, aparecen marcados, árboles, chozas, escuelas, iglesias y casas... de más allá y de al lado mismo de la carretera. 

De igual manera, la misma ruta habla por sí misma de historias que nunca acabaron al circular por su seno. Camiones volcados y abandonados, cargas cubiertas con lona para protegerlas en espera de su recogida... historias inconclusas de un transitar pretérito. El ingenio también se hace presente en su recorrido. Tenderetes de todo, mandioca, cacahuetes, gasolina por botellas, maíz y también hay hasta quien se procura algo de moneda, normalmente niños, en la reparación voluntaria de los baches, rellenándolos con tierra y dejando al buen sentimiento de los viandantes colaborar con tan arriesgada y efímera solución. La carretera es un constante bullir, que no hace que el tiempo africano sea más rápido (es imposible), si no simplemente diferente al que acostumbramos a ver en las aldeas. La ruta es expresión de la miseria que invade un país y que simplemente deambula para no hacer nada de nuevo y parecer quizá con esta acción, que algo, al menos diferente, ocurre  en la vida de estas personas. 


lunes, 26 de junio de 2023

PRELIMINAR: MI EMPEÑO

Vivimos en este mundo globalizado. Un mundo en el que si no estás en plataforma digital alguna, simplemente no existes. Un mundo que no es igual para todos los que lo habitamos. Hay lugares, escenarios, coordenadas, personas que son olvidadas. De ahí que el escribir y el publicar sea, quizá ahora más que nunca, un compromiso con la memoria frente al olvido, intencionado las más de las veces. Sí, hay muchas vidas a las que se les priva de poder vivir en paz, de hacerlo con dignidad. Personas que nunca podrán ser protagonistas de su propio destino, porque éste apenas se dibuja en el horizonte. Soñar es algo muy humano. Nos hace descubrirnos llenos de ilusiones, proyectos, esperanzas. Soñar marca un camino para que aquello que nace como una intuición, un deseo, se pueda convertir en una realidad. Soñar con un mundo mejor, no es una quimera, es una tarea a la que muchos nos afanamos cada día de forma sencilla, discreta, constante. Muchas personas honradas hacen cada día una buena acción y gracias a ella, el mundo es un poco mejor, también cada día. Pero las palabras deben traslucir actitudes y éstas se han de materializar en acciones, gestos concretos que van orientados hacia la consecución de ese sueño, en nuestro caso: un mundo mejor. 

Por eso estamos aquí, en este recóndito lugar en los estertores de los rankings mundiales de desarrollo. Una presencia que no pretende salvar a nadie, si no compartir una convicción profunda: Estas latitudes y sus gentes son sus predilectos, y sus nombres están ya en su corazón. Él, (Nzapa), nos ha enviado a compartir esperanza, a vivir la fe, a construir con alegría y vitalidad un entorno de justicia, paz, dignidad y todo aquello que de Él, (Gbya), ya hemos recibido.  Esta será mi tierra y mi gente para estos próximos años. No traigo oro ni plata, traigo sólo una humanidad llena de sinceros deseos por compartirla y así dejarme también rebosar de la suya.

Tierra (Sësë) del sueño (na sümä) de Dios (ti Nzapa), en Sango, la lengua de este país, República Centroafricana. Y éstas páginas acogerán mis reflexiones de esta presencia aquí. Serán páginas de todo un poco y que acogerán también todo aquello que me queráis hacer llegar todos al hilo de este misterio que es la palabra, que siempre espera su completud en el silencio de su acogida y en la grandeza de ser compartida.


Termino explicando lo de "alienygena". Lo tomo en el sentido de "foráneo" y al modo de aquel anónimo cristiano andaluz del siglo XVII que salió de su tierra para establecerse  en Toro, donde encontraría remedio a sus males de piel. Allí viviría como un vecino más y allí fundo como compromiso social y en acción de gracias, una cofradía. Moriría el 22 de octubre de 1641 y su lastra se conserva en la iglesia de S. Pedro del Olmo, en la ciudad de Toro (Zamora). Nunca pensé cuando la pisaba, que me iba a inspirar para este momento inicial en RCA. No me siento extraño, aunque sea de lejos también yo. Vengo a manifestar el compromiso de Dios para con todos, especialmente aquellos que más lo necesitan.